// Fotos por M. Loreto Plaza //
Cuando las cosas se hacen con amor, se nota, pero cuando se hacen con amor, esfuerzo y con el apoyo de un buen equipo, nos encontramos con joyas como Loza. Tiare Galaz, bajo el nombre de Niña Tormenta, realizó este jueves 10 el lanzamiento en Santiago de su vanagloriado disco debut en el Espacio Elefante, sala gestionada por estudiantes de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. La Facultad, en toma feminista desde ese mismo día, generosamente abrió las puertas para que pudiéramos entrar y compartir con Niña Tormenta, en un evento marcado por la dulzura como por el apañe en la música. Si bien el 4 de mayo fue el lanzamiento en Valparaíso, restaba en la capital y hubo una convocatoria absoluta, familia, amigos y fans llenaron la sala.
La apertura del concierto estuvo en manos de Valentina Martínez, artista genia de Los Valentina, que interpretó potentes versiones acústicas del EP debut de la banda, Señoras (2016). En medio de la música y cómo no, Valentina manifestó su apoyo a los movimientos sociales que definitivamente están marcando un hito en la construcción de una mejor sociedad. El mensaje es claro, y luego de la interpretación de “Serpientes”, Valentina nos cuenta que en realidad su última canción será una con Niña Tormenta, en un tierno gesto de amistad, quizá uno de los más significativos de la noche. Como artistas, es clara la admiración que cada una muestra hacia la otra desde sus diferentes fuerzas, y por lo mismo hay una clara armonía en sus interpretaciones, sensibles y estudiadas.
La primera canción en abrir la noche es “Lo que dejo”, que es también la que primera que fue compuesta, y la lluvia de aplausos que le sucede en realidad es una ola magnífica que lleva toda su fuerza hacia Niña Tormenta. Cada vez con más energía, sus canciones se elevan en el aire y la emoción es tangible, en tanto el ambiente se entibia y nos acoge. Una segunda invitada estrella es Macarena Galaz, percusionista, cantante y hermana de Tiare, quien desde el bombo demuestra una felicidad desbordante. En el escenario van y vienen más estrellas, desde Uva Robot, Chini Ayarza en teclados y Diego Lorenizini en el ukelele, además del compositor Juan Manuel Daza -Niño Rayo-, y profundizan juntos en el ambiente íntimo con “Edificios Nuevos” y “Canción al cielo”.
Las últimas estrellas son Protistas, con una versión muy cálida de “Que entre el frío” y su propio tema “Pequeño Pirata”, de su más reciente álbum, Microonda (2017). El nivel de limpieza y pasión en cada uno de los artistas es superior, se trata de un desempeño impecable en cada arista posible.
Hay una valentía especial en poder compartir creaciones que vienen de un corazón tan hondo, más que nada porque la gran mayoría de las veces esto nunca llega a ocurrir. La misma Niña Tormenta menciona lo impresionante que es esto para ella, y es que pasar de la timidez musical a tener una sala repleta en su lanzamiento es un triunfo inigualable. En sus agradecimientos a su amigos y equipo técnico, a su familia completa que se hizo presente, a todos quienes entregaron su esfuerzo para ella, Tiare sabe lo afortunada que es. Pero el éxito no es fortuna, sino trabajo constante y riesgos, el éxito es lanzarse al vacío y permitir que los demás vean lo que hay en lo más profundo de uno. El éxito es saber rodearse de un equipo capaz de nutrirte y que cuide tu esencia, y al mismo tiempo es aprender a pulir meticulosamente las creaciones. El éxito es trabajar alcanzar todo lo que implica Loza.
Sin duda, el lanzamiento fue una victoria en cada sentido posible: de lo más metodológico a lo más sensible; de principio a fin. Es relevante que no haya sido una noche de música enclaustrada en su propio mundo, sino que fue una obertura a un planeta nuevo, el cual es consciente de sus habitantes y su contexto. En sus agradecimientos, hay un minuto especial en que Tiare agradece a las alumnas de la toma feminista: permitirnos entrar a ese espacio es tan simbólico y amable como es de importante su lucha por una sociedad más justa. La música de Niña Tormenta, por muy personal que sea, no es individual, porque cada hebra que la compone está en nuestros recuerdos y esperanzas, en nuestros sentimientos más recónditos y en cada gesto que decidimos compartir. ¿La prueba empírica de esto? El público acompañando en gran canto e incluso llanto “A la mar fui por naranjas” y “Va a llover hasta el domingo”, con su inmediato tsunami de ovaciones.