Pese a la fría y lluviosa noche del pasado viernes, cerca de dos mil personas se reunieron a las afueras del Teatro Cariola en la calle San Diego, para celebrar los 40 años de Sol Y Lluvia. Emociones, canto con sentido, baile, pero sobre todo mucha pero mucha alegría se hizo sentir en una fiesta familiar.
Fotografías de Ricardo Crisosto
Son tiempos extraños los que vivimos hoy por hoy. Es otro Santiago, pareciéramos que desconocemos Chile, donde reina el individuo y algunos creen que desaparece, poco a poco, el diálogo, el entendimiento y la fraternidad. Pues bien, podrán estar en lo cierto, pero también creemos estarlo aquellos que preferimos resistir, acompañarnos y creer, por soñadora que suene la frase, que otro Chile es posible. Eso lo entendimos todos quienes nos apostamos, entradas las veintiuna horas, a celebrar los 40 años de Sol y Lluvia en el Teatro Cariola este viernes.
Desde el comienzo, a la entrada ya se respiraba un ambiente familiar y era Gonzalo Henríquez, hermano de Álvaro, quién recibía a la prensa para acreditarse en el hall del teatro. Ciertamente había caras de preocupación por una posible baja convocatoria. Una vez dentro, camino a la barricada, observamos a cientos de parejas abrazadas –quizás por el frío, quizás de también por rojos– y a muchas familias, con niños de 13 o 14 años, algunos incluso más pequeños. El ambiente comenzaba a elevar la temperatura, y a eso de las nueve con veinte minutos, la planta baja del teatro estaba llena y los silbidos daban pie a que la banda saltara al escenario. En algunos sectores llovía cerveza.
Así en más, el cancionero no dejó de desgarrar a los cientos de gargantas que corearon, una tras otra, las canciones elegidas para la celebración numero 40. Alzando el Vuelo, Cantaron los Pájaros, Está Bien Muy Bien, Cantando por Ti, Morrinson Pere-Lachaise, Desde la Oscura Tiniebla y muchas más adornaron casi una hora y media de concierto. En momentos subieron al escenario asistentes de la banda para cantar y tocar batería cuando Harley dejaba los tambores. Un stage set completo, que además de las cuerdas de Amaro, el bajo y la guitarra eléctrica, fueron acompañados por tres bronces y duplas de zampoñas y flautas andinas.
La sorpresa vino al final, cuando la banda interpretó su clásico “Adiós Carnaval… Adiós General” pero contextualizado al presente. Amaro, que se notaba alegre y emocionado dijo: “ya no son los tiempos de los generales, ahora son los tiempos de los Sebastianes”. Ya saben quién es el que no salta. Y, como el momento que muchos esperaron en decenas de conciertos anteriores, todos saltaban en proclama. agradecidos de no ser un solo hombre en Chile! Sebastián.
Son 40 años de un canto que nació desde una necesidad, se transformó en propósito y fue la lucha de miles. Las anticuadas bocinas del Cariola, de los años 80’s o por ahí, invitaban a pensar en otras épocas, parecía a rato una fotografía con cámara a rollo. Luces, telón blanco, un par de notas y nada más. Hoy muchas de esas letras siguen vigentes. Cambia el clima, el planeta, nuestra forma de vivir. Sería bueno también que muchos hombres y mujeres pensaran en cambiar. Legará, llegará…ese día llegará.