Hablar de Mon Laferte hoy en día, es muy distinto a lo que hablábamos hace seis años atrás cuando debutaba en México con su disco independiente «Desechable». Tras el exitoso paso por Viña 2017, todo cambió: Es la artista más escuchada en radios nacionales y sus canciones están siendo reproducidas millones de veces en las distintas plataformas. Quizás no era lo que buscaba, pero llegó el momento de plasmar todo ese camino en un disco precioso titulado «La Trenza».
Un disco atrevido de principio a fin, desde el título hasta su propuesta. Porque precisamente es eso lo que llama la atención de Mon: su constante experimentación. Esta vez nos entrega un puñado de 11 canciones en que prevalecen los sonidos folclóricos inspirados en la cultura andina de este lado del mundo, como también de la música norteña de México.
«La Trenza» fue producido por Manú Jalil, quien ha sido su amigo y compañero en esta última etapa de su carrera como director de la banda. Es un álbum íntimo que trae a la palestra a géneros como el bolero, vals peruano y Nueva Ola que tanto le inculcó su madre y abuela. Esta última es el motor de todo el disco, que si bien no está en vida, sí en alma y vaya que se nota. La canción de cierre -que justamente le da el título a este trabajo- se trata sobre eso, de cómo la proyectaba su abuela cuando era una niña y nos quedamos con esta frase «Debes ser libre, salirte de esta mierda, no haga caso a lo que digan, no quieren que florezca». ¿Qué loco, no? Poner en retrospectiva aquel fragmento y llevarlo a la actualidad.
Pero vamos por parte…
El disco comienza con «Pa’ Dónde se fue» que sin dudas es la canción más representativa de la idea central de esta entrega: la exploración de sonidos latinoamericanos. Podemos ver influencias de los carnavales del norte de Chile y sur del Perú, la utilización del charango que suena como un bálsamo para los oídos y la voz empoderada de Mon. Luego pasamos a «Que sí», que trae toda la esencia de la música de Brasil, un vivo reflejo de la diversidad cultural de este país. Un poco de bossa nova y sonido tropical, esta vez con una Mon más suave y coqueta.
En el tercer track se presenta la primera colaboración: Enrique Bunbury, cantante español que se complementa muy bien con la chilena en una balada de antaño titulada «Mi Buen Amor». Podría ser la versión moderna de «Amiga» de Ana Gabriel y Vicky Car o la parte más tierna de Pimpinelas.
«Ana» es el único cover del álbum, que originalmente pertenece a la banda peruana Los Saicos, quienes fueron furor a mediados del pasado siglo en el país vecino y toda Latinoamericana. Ahora la artista les rinde un tributo muy al estilo Cecilia.
La quinta canción es «Amárrame», el primer single de «La Trenza» y que tiene como invitado al colombiano Juanes. Aquí vemos la cumbia natal del compositor de «La Camisa Negra» en su máxima expresión. ¿No podía ser otro el invitado cierto?
Le sigue «Yo te qui», que nos trae todo el vals peruano a la mesa. Bailar pegaditos y abrazaditos como lo hacían nuestros abuelos. Tiene el sentimiento de Lucho Barrios y algo de «La Foule» de Edith Piaf. Luego se asoma «Primaveral» con una atmósfera muy obvia, muy fresca. Podríamos estar hablando de un potente single, es oreja, radial y muestra el lado más pop del álbum.
En todos sus álbumes hay una canción que fue creada para bailar, en este caso es «No te fumes mi mariguana», que muchos ya se la saben porque la ha cantando en reiteradas ocasiones. Es el equivalente de «El Diablo» en «Vol.1», muy arriba, un ska para disfrutar todo el rato.
La tercera y última colaboración viene por parte de un chileno: Manuel García. Ambos complementan sus voces en «Cielito de Abril», la canción más longeva del disco, creada hace unos años para la banda sonora de una película peruana. Un suave susurro al oído que se desmarca de la tónica del álbum.
Llega «Flaco», donde vemos el regreso de la Mon dramática y nostálgica. Es un canto desde el estómago, muy visceral y tristón. La pérdida de un amor para nadie es fácil. «Llueve en mi corazón, como te extraño, mi flaco», remata. El cierre de «La Trenza» no podía ser de otra manera que con un bolero dedicado en memoria de su abuela Norma, que más arriba describimos.
En resumen es un álbum desafiante, que trae de vuelta géneros olvidados por muchos. De manera muy personal, si lo comparamos con «Vol.1», este trae un sonido más sólido, una Mon más segura de sí misma y de talla internacional. Destaco la diversidad de sonidos, que siempre ha estado en sus álbumes (al menos desde Tornasol), pero en esta ocasión logró unir en solo coro diferentes ritmos y melodías de latinoamérica: desde los boleros a la cumbia. Por otra parte, el contenido familiar puesto en este álbum es gigante. Por primera vez habla en una canción del distanciamiento con su padre y, nuevamente, rinde homenaje a su abuela Norma. El disco de la consolidación.