Fotografía por Hudson Bohr
Radicado en Nueva York, el músico y productor chileno habla sobre su nuevo álbum que será presentado en vivo en el Teatro Caupolicán y una gira por Chile, Argentina y México. En entrevista con SACH, se detiene en algunos ejes principales de su aplaudida obra discográfica.
En mayo pasado, Alex Anwandter presentó su esperado disco “El diablo en el Cuerpo”. 16 canciones autograbadas y producidas en los últimos años desde que se mudó a Nueva York, con destacados músicos, arreglos orquestales y colaboraciones de sólo voces femeninas: Buscabulla, Julieta Venegas, Javiera Mena y Christina Rosenvinge.
El álbum ofrece una forma audazmente extravagante de música bailable, que tiene sus raíces en la visión de Anwandter de la cultura bailable como un «mundo donde puedes convertirte en quien realmente quieres ser». El deseo, el baile y la liberación se entrelazan en este trabajo discográfico de poco más de una hora.
Anwandter ya se encuentra en territorio nacional para presentar esta nueva placa en vivo. El próximo 1 y 2 de septiembre actuará en el Teatro Caupolicán, agotando las preventas en menos de una hra, y a ello se suman fechas en ciudades como Viña del Mar, Concepción, Temuco, Valdivia, La Serena, Quilpué, Arica y Punta Arenas. En este última, llegará por primera vez en toda su carrera.
Luego cruzará al otro lado de la cordillera para ofrecer shows en Buenos Aires y Córdoba en septiembre; y finalmente México será el paradero principal de noviembre con recitales en CDMX, Puebla y Monterrey.
Por primera vez en entrevista con Solo Artistas Chilenos, Alex Anwandter profundizó sobre su nuevo disco y la importancia del Teatro Caupolicán para su carrera, entre otros temas.
— ¿Cómo has sentido el recibimiento del disco?
La verdad estoy súper contento. No es tan rápido que el público reciba, entienda o abrace un disco nuevo, en general toma más tiempo porque los discos anteriores siempre pesan más y así… pero con este al tiro decían como «parece que es uno de tus mejores discos», así que eso dice bastante.
— Es un disco de 16 canciones, ¿siempre fue pensado como un disco extenso?
No lo pensé tanto. Lo que pasó fue que empecé a hacer canciones y la mayoría eran canciones muy bailables, pero después empezaron a salir otras canciones no tan bailables que hablaban de los mismos temas y ahí tomé la decisión de: o hago un disco corto o acepto lo que tengo en mis manos y hago este disco bien largo, que me parece que habla de un montón de cuestiones pero es lo mismo. Y quise hacer eso, por un lado, porque me pareció más sincero y por otro porque también pensé en unos discos que también me gustan mucho a mí, discos dobles más antiguos y que son de mis preferidos y no están hechos para escucharlos de principio a fin en una sentada, sino que son discos que se revisitan y tienen como una recompensa distinta.
— ¿En qué discos pensaste, por ejemplo?
Más que nada pensé en dos. Primero, en un disco brasilero que se llama Clube da Esquina, que es de un conjunto de músicos brasileros del año 1972 y quizás es mi disco preferido de la vida. Milton Nascimiento, más que nada, es la persona más famosa de ese disco. El otro disco es el Sign o’ the Times de Prince (1987), que es un disco eterno también y tiene un montón de canciones, súper variado y no me parece que lo haya escuchado entero nunca… o sea, de principio a fin de una sola sentada. Siempre quiero escuchar una canción distinta de ese disco y eso es lo interesante.
— ¿Cuánto influyó vivir en Nueva York para este disco?
Yo creo que principalmente influyó, por un lado, por la cultura bailable y tiene como cierto peso escuchar música disco o house acá que en otro lugar. Pero también por el carácter de la ciudad, como que sales de tu casa o departamento y tienes que estar aglomerado todo el tiempo y conoces a miles de personas, de distintas partes del mundo. Es como una ciudad muy colectiva, hasta comunitaria y eso es muy especial. Entre eso y la cuarentena, que también jugó una parte, era como mucho anhelo acumulado de estar en una cosa contraria a la cuarentena, de estar encerrado solo y aburrido.
— ¿Y la idea de hacerlo bailable, nació desde un principio así o se fue dando con el tiempo?
No fue una idea, fue lo que me salió nomás y eso sí sucedió durante la cuarentena. Y era muy raro estar haciendo esto ultradiscotequero en ese contexto bien siniestro, pero así como que ni lo pensé. Me ponía a bailar.
— Para quienes seguimos de cerca el pop chileno, en este disco ocurrió uno de los juntes más esperados: Javiera Mena y Alex Anwandter, ¿cómo nació esto y alguna vez lo intentaron hacer para discos anteriores?
No, nunca lo habiamos intentado. Somos amigos hace mil años y yo siempre he sido muy fan de la Javiera… Yo también soy uno de sus gays y la encuentro genial. Así que medio que la perseguí un poco durante un tiempo y uno de los grandes beneficios de la pandemia es que no tenía un tiempo límite para recibir su música, así que de vez en cuando le escribía «oye Javiera, cómo te ha ido con la canción». Hasta que me la mandó y nada, así nació (…) Nunca nos pillamos en persona, porque siempre estamos viajando cada uno por su lado. Y en general, lo que pasa es que si contratan a uno no contratan al otro, así que nos topamos muy poco.
— Hablemos de la gira que se viene, ¿cómo te estás preparando para presentar “El diablo en el Cuerpo” en vivo?
Casi que ejercitándome, porque es un show que está pensado muy discotequero en el sentido de que no tiene pausa entre las canciones, que es una cosa especial y que no sé si lo he hecho antes. El disco tiene un poco esa energía y me pareció interesante llevarlo hacia los shows, pero vamos a estar tocando todo el rato, así que vamos a ver qué tan cansados vamos a estar después de 45 minutos sin parar, pero debería ser entretenido.
— Se vienen dos conciertos en el Teatro Caupolicán, un escenario que ya conoces muy bien, ¿qué importancia tiene para ti este teatro?
Ya lo siento como una especie de casa en Chile. Probablemente es mi lugar preferido para tocar porque, por un lado, cabe mucha gente y esa es mucha energía, y por otro, no es como un estadio que está la cancha de fútbol completa entre tú y la última persona, estamos todos como medios cerca. Entonces esa energía se mantiene como muy sólida y fuerte durante todo el show. Puedo ver hasta la última persona más arriba y esa persona también me ve y no como una hormiguita.