Lo que pasó la madrugada de este domingo en el Festival de Viña es para escribirlo en los libros de historia de este certamen. Una chilena es ovacionada, querida y respetada por más de 30 mil personas en la Quinta Vergara. Mon Laferte nos enseñó que con mucho esfuerzo puedes lograr tus metas y callar a aquellos críticos que entorpecieron tus objetivos.
El camino de Mon Laferte no ha sido fácil, se crió en un humilde barrio viñamarino, hija de madre soltera y la mayor de dos hermanas. A los 13 años comenzó a cantar en bares de la ciudad jardín y Valparaíso, con la propina de estas tocatas colaboraba en la casa, llevaba el pan para la once o se daba sus gustitos personales. Un año después decidió dejar los estudios para seguir en la música y cranear cuanta locura se le viniera por la cabeza. Una de esas fue entrar a Rojo, donde como todo programa televisivo, debía seguir un contrato y cantar en muchas ocasiones temas que no le gustaban.
Esa fue la tónica durante cinco años; vendió muchas copias con su disco, sonaba en las radios; sin embargo y como es de irónica la vida: nunca ganó ninguna generación. Fue entonces que tomó la gran decisión de volar a México, sin ninguna proyección y tal como aquella niña de 13 años, comenzó a cantar en bares, llegaba con su amplificador y empezaba su show. La cuestionaban, como también la alababan y poco a poco se fue armando un público bajo el nombre de Mon Laferte.
Entre medio de este camino un cáncer a la tiroide puso en jaque una compromisoria carrera. Luego de varios tratamiento, le dio la pelea a la enfermedad y se la ganó. En 2011 lanza su primer disco «Desechable», no tuvo gran difusión, tenía un público más bien de nicho y tampoco contaba con asesores, mucho menos mánager, ella era su manager. Ahí la conocí, mientras lanzaba el videoclip de «Depresión», ponía todas mis fichas en ella, pero el desconocimiento en medios nacionales era muy grande. Fue así que en agosto de 2011 se publicó el primer post de «Solo Artistas Chilenos», que hacía referencia al debut discográfico de Laferte.
¿Creen que todo quedó ahí? No, señor. Se venía un largo camino para ser escuchada. Fue jurado en Factor X Chile, estuvo radicada un breve tiempo acá, pero aún seguían preguntándole por Rojo… que lata. Volvió a México y lanzó su segundo disco «Tornasol», donde hizo un mix de sonidos y colaboraciones con amigos músicos como Paz Quintana, El Viaje de Seth, Fakuta y Mariel Mariel, que en ese tiempo eran prácticamente desconocidos.
Luego de eso se cosechó la parte más bonita de su carrera. Los mexicanos comenzaban adorarla, respetarla y adoptarla como suya. Meses después de ese estreno, nos tocó entrevistarla, recuerdo perfectamente que añoraba con que en Chile se supiera al menos algo de lo que estaba realizando en México, también soñaba con escenarios como La Cumbre del Rock y el Vive Latino, solo quería darse a conocer tal y como es: sin música compuesta por otros ni obligándola a vestirse como un productor quería.
Paradójicamente el tiempo le dio la razón, ¿Quién iba a pensar que tras el estreno de un video casero de «Tu falta de querer», comenzaría el camino definitivo de una carrera que hoy la tiene en lo más alto de la música latinoamericana? Su tercer álbum, «Mon Laferte Vol.1» se llenó de elogios y mostró su lado más íntimo con composiciones directas al hueso, dedicadas a desamores reales y sin más pretensiones que entregar su arte, inspirado en su fallecida abuela Norma.
Una artista del alma, que tuvo que pelear con todos para llegar a donde está, que no tuvo que depender de grandes medios para lograr sus objetivos, que con un estudio casero pudo alcanzar grandes cosas. «Vol.1» tuvo eso y mucho más, «pasaron mil cosas, no sé si fue accidental este disco pero necesitaba ser grabado de esta forma, tiene alma, tiene mucha historia y no me quejo de lo que pasó en el proceso sino que lo agradezco», nos comentó Laferte hace un tiempo atrás.
Mientras te veía anoche se me salía el pecho de orgullo, al fin obtenías tu reconocimiento. Chile te apreciaba y te regaló ese mar de aplausos que no quería parar de ovacionarte. Todo lo que viviste en el pasado fue por algo, estabas haciendo las cosas bien, ibas por el buen camino y este es tu trofeo: enrostrarle tu talento a tantos que te cuestionaron; personas y la prensa de espectáculo que lo único que hace es tergiversar declaraciones.
He vivido muy de cerca tu carrera y no tenía dudas que iba a llegar este momento. ¡Felicitaciones Mon! Más que mal, SACH existe gracias a ti, ¡te amamos en nombre de todos los integrantes de este equipo!