Fotos por Valentina Palavecino
Era la tercera vez que la cantante se presentaba en nuestro país en un escenario grande. Su segunda vez en el Movistar Arena.
Flores rojas adornaban las cabezas de las miles de personas que asistieron a un nuevo concierto de Mon Laferte. Otras tantas, se decoraron con coronas de flores luminosas. Se veían parpadear entre las distinta locaciones que se llenaban para escuchar a la voz de “Norma”. Era de esperar que el recinto se llenaría, era de esperar que su voz haría bailar y resonar el Movistar Arena y así fue cuando apareció sobre el escenario con su overol rojo.
Este show fue diferente. Si bien venía promocionando su último trabajo discográfico que hizo bailar al público con sus ritmos sabrosones y con sus letras de amor y de desamor, la intensidad, la alegría y la energía la traspasó a todos los asistentes. Esa explosión de ella sobre el escenario junto a sus músicos que son una perfecta presentación, limpia, armoniosa. Es capaz de hacerte sentir que estás en el living de su casa, conversando sobre la vida, el amor y demases. Es capaz de hacerte reír, es capaz de hacerte sentir que todos pasamos por eso que ella le canta.
La perfección y versatilidad de voz la demostró una vez más al cantar el repertorio de sus canciones que mezclan salsa y cumbia de su último álbum. El show lo abrió con el tema “Por qué me fui a enamorar de ti”. Su despampanante swing, sus movimientos de caderas y su sensualidad los mostró sin ningún miedo. Así lo hizo cuando cantó “No te me quites de acá”, uno de los momentos más calientes del show. Claro, así es la canción y ella sí que supo interpretarla. Con cada acorde que sonaba el público coreaba cada una de ellas.
Otros de los momentos recordables de la presentación fue su dúo con Pascuala Ilabaca, quien fue la telonera de la noche. Cantaron “La trenza”, del disco del mismo nombre. Con solo la guitarra de Mon y el acordeón de Pascuala amenizaron el momento de baja revolución. Mon bromeaba, Mon cantaba, Mon se emocionaba, Mon bailaba, Mon fue la reina. Y todo esto confirmaba quién es: Mon Laferte es real, una artista completa, que se ha ganado el espacio por ser ella. Es ese el motivo que cautiva a sus seguidores.
Es agradable ver que Mon Laferte le de espacios a sus colegas mujeres a acompañarla en los escenarios. Hace un tiempo Cancamusa, integrante de “Amanitas”, se unió a sus filas como la baterista oficial de la banda y ver a Pascuala ahí, mezclándose y dándole ese toque folclórico a las interpretaciones que realizó, se agradece.
Otro espacio destacable fue cuando cantó sus últimos tres sencillos: “Chilango blues”; “Canción de mierda” y “Paisaje japonés”, canciones que hacen recordar sus primeros discos. Esa Mon melancólica y con un desamor en el alma.
Su show dividido en dos bloques, marcado por su cambio de vestuario a un vestido rosa al más puro estilo burlesque y de látex, acompañado de sus tatuajes en su cuerpo que la adornan y la hacen ver maravillosa. Tiene tanto ganado que se dio el lujo de lanzarse sobre los asistentes como una verdadera rockstar, aunque ella lo es todo.
Uno de los momentos más épicos de la jornada fue el canto del público de “Mi buen amor”. Acompañado de los celulares en forma de antorcha que iluminaron y emocionaron a la artista radicada en México.
Y como no podía ser de otra manera, cerró el bis con “Tu tanta falta de querer”, canción que la hizo conocida acá en nuestro país. Canción que expresa su más triste lamento de desamor. Canción que los asistentes cantaron a todo pulmón, vitorearon y sintieron con todo.
¿Qué más se puede decir de Mon Laferte? Solo que se prepare la Quinta Vergara, porque todo lo visto el viernes en la noche deja demostrado que el Festival de Viña del Mar ahora es un escenario pequeño para esta artista que se ha consolidado como una de las grandes voces de la historia.