Fotografía principal por Pía Figueroa.
Los Bunkers estrenaron en el segundo semestre de 2024 su aplaudida sesión para MTV Unplugged, lo que derivó en una gira acústica por Chile y México. Sin embargo, contrario a lo que suele ocurrir con tours nacionales, la banda oriunda de Concepción comenzó su periplo en regiones y luego visitaron algunas ciudades del país norteño.
Luego de dos meses de una apretada agenda, donde incluso Álvaro López tuvo una complicación de salud que obligó a cancelar uno de los shows en tierras mexicanas, el grupo llegó a Santiago para arrancar con su residencia en el Teatro Nescafé de las Artes.
El recinto de calle Manuel Montt parecía más bien un living compartido que una sala de conciertos. Niños con títeres piratas de 31 Minutos y adultos sedientos de oír canciones que marcaron su vida adornaban el ambiente previo, que logró amenizarlo de muy buena manera Dulce y Agraz, quien es la primera telonera en abrir este ciclo de conciertos de la banda penquista.
Mientras el telón permanecía cerrado, Charagua, aquella emotiva obra instrumental de Víctor Jara, indicaba que el show estaba por comenzar. Un par de segundos después se abren las cortinas y varios músicos entran en escena. Álvaro, Gonzalo, Francis, Mauricio y Cancamusa estaban acompañados del multiinstrumentista chileno y “rey del metro cuadrado”, Martín Benavides; el músico especializado en instrumentos andinos, Gregorio Madinagoitia, y la talentosa artista mexicana Carmen Ruiz.

La agrupación dio el vamos con No me hables de sufrir, que fue coreada por todo el teatro. Le siguieron Yo sembré mis penas de amor en tu jardín, Las cosas que cambié y dejé por ti y Bajo los árboles. En esta última, se incorporó una guitarra dobro a cargo de Francis, generando un sonido muy acorde al lugar donde fue grabada originalmente esta canción: Los históricos estudios Sonic Ranch, ubicados en El Paso, Texas.
Luego fue el turno de El Necio, la clásica composición de Silvio Rodríguez que se incluyó en el disco homenaje Música Libre. Álvaro se lució con su voz y sus pasos Mickjaggerísticos.
Después vino un segmento especial con las canciones Calles de Talcahuano, la fusión de Canción para mañana + Al final de este viaje en la vida y la emblemática La Exiliada del Sur, donde las mujeres del elenco pasaron adelante para aportar con sus voces en la última parte del tema.
Algo importante y que se ha repetido en toda la gira es la inclusión de canciones que se extrañaron en la grabación del MTV Unplugged, como Me Muelen a Palos, Entre mis brazos y Quién Fuera.


A la mitad del show, cuatro mujeres se sumaron a la puesta de escena. Se trata de Javaxa, Priscilla, Makarena y Valentina, integrantes del Cuarteto Austral, quienes se ganaron los aplausos del público por su participación en las canciones Llueve sobre la ciudad, El hombre es un continente y Si estás pensando mal de mí.
Uno de los momentos más conmovedores de la noche fue ver a un público tan diverso en edades. No era raro encontrar a padres coreando con la misma pasión que sus hijos, muchos de ellos pequeños que conocieron a Los Bunkers no por la radio ni por sus discos clásicos, sino por 31 Minutos. Esa inolvidable participación de los títeres en el videoclip de Una nube cuelga sobre mí abrió una puerta mágica para una nueva generación. Así, la banda encontró una vía inesperada —pero profundamente natural— para conectar con la infancia actual, entre títeres y canciones cargadas de humanidad.
Entre esos ojitos pequeños apareció Augusto, un niño que fue invitado por el grupo al escenario. En sus manos llevaba una copia de Juan Carlos Bodoque y complementó a Álvaro en el coro con su enérgico “Oh, oh, oh, ohhhh”. Esa ternura y familiaridad se mantuvo durante todo el concierto.
El broche de oro estuvo marcado por la interpretación de la versión cumbiera de Ven Aquí, que al principio incluyó un guiño a la canción Daniela en homenaje al fallecido Tommy Rey. Luego, el cierre llegó con la interesante mezcla de Bailando Solo y Heart of Glass, el cover de Blondie que apareció en el Unplugged y donde Carmen Ruiz se luce en un enérgico dueto con Álvaro. Una bola disco descendió de las alturas y convirtió al teatro en una pista de baile, dándole el cierre definitivo al espectáculo.
No se necesitó más que guitarras, armonías bien cuidadas y sinceridad para que todo hiciera sentido. La gira acústica de Los Bunkers es mucho más que una pausa en lo eléctrico: es una celebración de lo esencial. Una declaración de principios, de oficio, de cariño por la canción, de amor por su público Una conversación entre generaciones, una invitación a escuchar con atención y recordar por qué sus canciones siguen tocando tan hondo.