Más de mil personas se reunieron en el céntrico recinto santiaguino para celebrar al viejo y el nuevo rock independiente chileno, aunque el evento no estuvo exento de problemas en cuanto a la apertura de puertas.
Fotos por Martín Oyarce
Casi 20 años de rock chileno se escucharon en casi 5 horas, gracias a cuatro bandas insignes de sus propias épocas. Los 2000s con Fother Muckers, los 2010s con Niños del Cerro, y los 2020s con Candelabro y Estoy Bien, nuevos proyectos con propuestas frescas que han ascendido explosivamente en el último año, tanto en nuestro país como en Latinoamérica.
En Santiago, a eso de las 3 de la tarde, en pleno centro en una vía poco concurrida en un domingo, estaba por suceder algo histórico en el Teatro Coliseo. Una enorme fila desde la calle Nataniel Cox y que daba la vuelta entera a Lord Cochrane quería entrar a “El Festivalito”, reunión de apasionados por el indie. De los que aman saltar, gritar a más no poder hasta quedar exhausto por sus favoritos.

Un evento con alta expectación, sobre todo para quienes siguen a Estoy Bien y Candelabro. Su tocata más grande hasta la fecha en este poco tiempo con solo un álbum en su haber. Benje, Mati y Pino con “Apoyo Emocional”, por un lado, y por el otro, Matías Ávila y compañía con “Ahora O Nunca”.
Si bien, la apertura de puertas al local estaba previsto a las 15:00hrs., se tuvo que retrasar hasta las 17:00. Así, la cita inició con Niños del Cerro, quienes agradecieron la paciencia por el inconveniente. «Perdón por el retraso. Que la espera valga la pena. No fue culpa de nosotros», se disculpó Simón Campusano.

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Niños del Cerro: Subir la roca hasta la cima exitosamente
Era tolerable, pero en realidad todas esas ansias acumuladas por un poco más de una hora tenían que escapar, y se expresaron en saltos y gritos descontrolados desde su primer tema, “Esta Enorme Distancia”. Simón Campusano y compañía supieron al revés y al derecho cómo hacer que todo se volviera un caos entre los asistentes. Aunque la locura sin precedentes vino con el doblete de “Flores, Labios, Dedos” y “Contigo”, sin dejar espacio para descansar.
Las poleras se elevaron, y el calor empezó a notarse dentro del Coliseo luego de la demente mole de fanáticos que formaron un insano pogo, en especial en “Flores, Labios, Dedos”, usando casi toda la extensión del espacio. A esta altura, una ley en sus tocatas, al igual que los detonantes coros en “Sísifo”. En esta ocasión, Mati (Estoy Bien) y Matías Ávila (Candelabro) de invitados a cantar su desgarradora última parte.

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Candelabro: el Coliseo convertido en refugio
“Parte II: Candelabro”, aparece en pantalla. Eran las 18:50. Al igual que Niños del Cerro, agradecen la paciencia por los problemas de horario. Luego, a la acción con todo el nerd rock. “Can-de-la-bro” cantaban sus fans al ritmo de la calma partida de “Me acerca otro más” que en segundos se convierte en un crudo indie rock. La respuesta de la multitud, algarabía total, y de fondo, imágenes de la cultura pop chilena en un televisor antiguo.
Un trepidante candelabro de luces parpadeantes que apenas mantuvo su equilibrio al sonar “Señales” o “Dedo Chico”, o incluso temas nuevos. De ellos, varios que han presentado en otras ocasiones posterior a la salida de su debut “Ahora O Nunca” como “Domingo de Ramos”, “Prisión de Carne” y “Haz de mí”, parte de su segundo disco, “Deseo, Carne y Voluntad” aún en proceso.

Pero no fue lo único, ya que también estrenaron “Fracaso”, una nueva canción incluida en este próximo tracklist que pretende ser una realidad lo más pronto posible. Es más, el mismo Ávila, tras finalizar, pidió opiniones y recibió una ovación. Posterior a ello, hizo un leve hincapié y pidió apoyo con el crowdfunding del nuevo trabajo.
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Estoy Bien: Resuenan esos gritos crudamente desgarradores
Turno de Benje, Mati y Pino. Minutos antes de las 20:00 hrs., luego de unas breves disculpas por la demora, en especial por la gente que viajó desde regiones, comentaron con empatía que “nosotros tres somos de fuera de Santiago, entendemos lo que significa eso”.

De imponentes riffs y emocionalidad a tope, “Piel” fue la escogida para arrancar el espectáculo. Una canción de Pino, baterista, dedicada a su gato, Guille, siendo proyectado en las pantallas. En cuanto al resto del show, increíbles visuales de nostalgia dosmilera.
Si bien, Estoy Bien aterriza más en el emo y post-hardcore y se aleja un poco más de la esencia del indie, si fue importante el apoyo de esta escena para potenciar la propuesta de lo que es hoy. Que estuvieran presentes aquí significó el agradecimiento por todos estos cinco años desde su formación. De hecho, el mismo público que antes vio a Niños del Cerro y Candelabro gritó un “Olé, olé” por el power trío.
La intensidad de la banda logró ser de tan alto nivel que hizo que dos fans subieran a la fuerza a cantar “No hace falta” y “Piedra”, y pronto un Simón Campusano totalmente eufórico interpretara junto al trío, “El Sonido de las campanas”, incluso con un adrenalínico crowdsurfing.

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Fother Muckers: Como si no hubiesen pasado casi 20 años
Los mayores éxitos de Fother Muckers son a fines de los 2000s, específicamente con el álbum “Justo y Necesario” (2008). Pasadas las 9 de la noche, la primeriza banda de Cristóbal Briceño no dudó en partir con lo más popular de su repertorio: “Explorador” y “2022”.
En lo general, sin grandes pretensiones ni sorpresas, transitaron por sus cuatro álbumes de estudio, aún con asistentes haciendo el aguante prácticamente ya agotados por el cansancio de todas las horas pasadas. Y otros, que lamentablemente tuvieron que dejar el recinto, pues todo estaba programado para finalizar pasadas las 21 hrs.
Pese a temas de gestión previos que pudieron ser evitables, El Festivalito se celebró exitosamente gracias a la increíble motivación y poderosa euforia de las bandas, que a la vez funcionó como recompensa por el mal rato. Con un público, en su mayoría joven, pareció que la energía era inagotable. Que se repitan estas instancias donde se una al menos dos generaciones distintas de música independiente chilena. Todo es posible si hay unión entre los grupos.
