Foto de portada por Kiara Hurtado. Edición de portada por Gabriel Jiménez
Marzo comenzó con el lanzamiento de uno de los discos que generaban más expectativa en la escena independiente. Ocho canciones contiene esta ambiciosa, caótica e intensa carta de presentación de una de las bandas más prometedoras en la actualidad.
Recuerdo que hace un año aproximadamente tenía un amigo que en redes sociales posteaba constantemente sobre una banda chilena, la cual hasta ese momento solo tenía un par de singles y algunas presentaciones subidas a Youtube, pero que generaba el mismo tipo de hype de bandas como Asia Menor antes de estrenar su disco debut, el aclamado Enola Gay. Esa banda que tanta expectación le generaba a mi amigo se llama Hesse Kassel, y a inicios de este mes estrenaron su disco debut.
Hago esta analogía porque con ambas bandas ocurrió un fenómeno similar en cuanto a expectativas. Hesse Kassel se forma a fines de 2022 y ya era un nombre que sonaba con fuerza en el panorama nacional durante el 2024, en parte gracias a registros audiovisuales subidos a la web, el hype que se generaba en redes sociales, diferentes presentaciones en lugares ya míticos como el Centro Cultural Rojas Magallanes o una sesión en Sivana Estudio, la cual acumula más de 22 mil visitas y que incluso fue analizada recientemente por ShaunTrack, canal de Youtube que acumula más de 3 millones de suscriptores.
Con esos antecedentes -más algunos adelantos previos- lanzan La Brea, su primer trabajo de larga duración, que contiene ocho canciones expansivas y potentes de cerca de una hora y veinte minutos de duración, donde entregan argumentos más que suficientes de por qué se han posicionado como una de las revelaciones de la escena independiente.

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Un debut lleno de ambición
Si intentamos descifrar el nombre de este sexteto originado en Santiago, una simple búsqueda de internet nos podrá decir que Hesse Kassel fue una especie de Estado independiente dentro del territorio que ahora es conocido como Alemania, y que se disolvió en 1866. Esta idea de libertad e independencia se puede asociar a la búsqueda sonora de la banda y a las ocho canciones que conforman La Brea. Postparto es el tema que abre este trabajo y es un ejemplo claro de aquello, donde el juego de guitarras se entrelaza con una corriente de la conciencia que emana de la voz de Renatto Olivares, quien realiza distintas observaciones acerca del amor, la sexualidad o la construcción de identidad.
Es en esta primera canción de 10 minutos que la banda muestra todo el abanico que se desplegará a lo largo del disco. Un monólogo interior da paso a una sección instrumental con cambios abundantes e inesperados de estructuras, crescendos llenos de tensión, instrumentales agresivas y ruidosas que dan paso a momentos más tranquilos, meditativos e hipnóticos y también pasajes donde cada instrumento (guitarras, piano, bajo, saxofón y batería) transita en completa libertad.
Uno de los puntos más destacados en este disco se encuentra justamente en el trabajo instrumental. En la mayoría de los temas se aprecia una dualidad entre tranquilidad e intensidad donde se busca un elemento que a mi parecer es el más interesante: la catarsis en el oyente. Todo esto siempre cubierto bajo una capa de tensión y ansiedad que se respira en cada arreglo. Todas las canciones sobrepasan los cinco minutos y las largas secciones instrumentales buscan llevar cada pieza a un momento memorable. Hay algunos casos donde no se logra del todo como Anova, pero otras canciones como En Tiempo Muerto y Moussa dejan esa sensación de querer seguir escuchando el tema por otros 20 minutos más.
Quizás uno de los puntos que más me genera ruido en La Brea está en las voces y letras, y es que simplemente algunos de los versos no generan mucho que digamos, con algunas letras que son un poco incómodas pero no precisamente por desafíar al oyente. Pese a esto, supongo que detrás de todo el trabajo de escritura hubo una apuesta por tener una prosa lo más libre posible. Sacrificar el verso fácil y pegajoso a cambio de libertad y sinceridad. Es una apuesta arriesgada y que en algunos pasajes no funciona del todo, pero a fin de cuentas también hablamos del primer trabajo de larga duración de una banda que suena incombustible y que tiene harto futuro por delante.
Por otro lado, uno de los momentos más destacados del disco se encuentra en la instrumental A. Latur, una avalancha frenética donde el saxofón es el protagonista mientras que el resto de los instrumentos oscilan entre momentos hipnóticos y otros llenos de ruido y caos, con un extenso y letárgico final lleno de voces sampleadas como de una radio, gritos estremecedores y una batería que golpea una y otra vez para dar inicio y fin a la locura.
Otro de los puntos altos del disco es Moussa, que también es el tema de mayor duración. Aquí convergen de manera impecable todas las características que hemos mencionado de este disco: una prosa melancólica sobre hipnóticas melodías de guitarra, pasajes instrumentales extensos y un crescendo que eleva la canción a un clímax de pura emoción y catarsis.

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Hay vida en Hesse Kassel
Al escuchar la primera canción me fue imposible no enmarcar lo que estaba escuchando en el tan usado y poco definible género del post-rock. La extendida duración de las canciones, sumado al protagonismo de los pasajes instrumentales, la exploración de tensiones y los cambios de estructuras me hacen asociarlo a ese estilo en particular. Independiente de las posturas de críticos y fanáticos sobre la actividad de ponerle etiquetas a una banda, me gusta poder asociar a Hessel Kassel con este género en particular, porque también habla de una diversidad que se ha ido desarrollando en la música nacional, donde estos estilos que muchas veces han germinado y tenido su apogeo en otros países como Estados Unidos o Inglaterra comienzan a ser cada vez más frecuentes y llamativos en nuestro territorio.
Dicho esto y para no caer en comparaciones, diré también que este disco puede ser de tu interés si has disfrutado de bandas como Slint, Tortoise, Swans, black midi, La Ciencia Simple o los últimos discos de Unwound. En La Brea hay una heterogeneidad de sonidos y exploraciones sónicas como en los trabajos mencionados previamente, y con este debut marcan el inicio de un camino que espero sea vasto e igual de interesante.
Hesse Kassel sin duda tiene el hype justificado y demostraron que pueden estar a la altura, pero más importante, aspirar a mucho más. Los elementos están para ir mucho más allá de lo que hicieron en este primer larga duración, y el trabajo que despliegan en casi una hora y veinte minutos es un argumento más que suficiente para decir que este sexteto logró un disco que sin duda ocupará un lugar entre lo más interesante que ha salido en este 2025, además de posicionarse como una de las bandas a poner ojo dentro del panorama del rock–indie-música independiente nacional.