Sábado en la tarde. Sábado aún de verano. Sábado antes de la auto cuarentena, en un restaurante vegano, la cantante nacional Dulce y Agraz comparte para hablar sobre su último sencillo “La piel”, este reggaetón lento como lo llama ella, su inspiración en este trabajo y lo que viene.
La intérprete de “Súbitamente” comenta que este EP será un disco conceptual de tres temas y se llamará como este primer sencillo y tendrá pasajes líricos que se complementará con un poemario próximo a salir. Mientras bebe su bebida cuenta la diferencia entre su trabajo anterior con este nuevo proceso.
“’Trino‘ tiene este concepto de abarcar el dolor, cualquiera sea su raíz. En cambio ‘La piel’ es el amor y el deseo. Trato de hacer canciones de amor que trasciendan del género. Me incomoda de repente que el amor se dirija a ciertas cualidades físicas de las personas. Lo que a mí me conmueve son otras cosas: las ideas, el olor, la voz, el tacto”, describe.
Del proceso de creación de este nuevo trabajo discográfico y lírico, la intérprete abre su mundo interior y cuenta la aventura de este.
“Siento que la poesía es algo que siempre he hecho, pero al separarlo de la música me daba pudor decirlo. Al principio del proceso la emoción primaria era vergüenza. En el taller de poesía disidente en que participé, que se llama ‘Taller marica’ de la Carnicería Punk, en conjunto con toda esta exploración personal, me he cuestionado mucho mi identidad, mi orientación sexual. Fueron cosas que siempre estuvieron dando vueltas en mi cabeza», dice.
«Toda esta reflexión concluyó en un disco y un poemario que viene a hablar sobre identidad, de corporalidades, de deseo explícito hacia las mujeres, hacia cualquier cosa que no sea heterosexual. Traté de crear un material con el que yo me sintiera cómoda, sintiera que fuera consecuente con lo que yo siento y vivo”.
Creación en tiempos de revolución
“He compartido reflexiones”, dice Daniela a la pregunta de la creación en tiempos de revolución social. Además, bajo su mirada, el arte en estos tiempos tiene la misión de “sensibilizar, informar, concientizar desde todas las perspectivas”.
Frente al panorama de la revolución social, la compositora ve los sucesos como una herida profunda de nuestro país. “Chile tiene una herida en el autoestima. Nos creemos muy poco el cuento y cuando es así lo hacemos desde la soberbia. No sabemos valorar nuestras vidas, nuestro rol y que somos capaces de hacer cosas increíbles. Esta rabia viene de un amor propio y para mí es importante recalcar eso. Despertamos de un egoísmo. Nos dimos cuenta que las necesidades son colectivas. Nuestro sufrimiento es colectivo y que todo esto que estamos viviendo teníamos que solucionarlo con la comunidad. Todos esperamos que alguien nos salve, pero lo que tenemos que hacer es mirar para el lado. Desde la música trato de comunicar esto, que es un impulso de amor propio, de unidad”.