A poco más de un año de su EP debut, el proyecto del músico Benjamín Cárdenas arremete con «Sapito de oro puro», un disco que nos confirma que no hace falta grandes recursos de producción para ejecutar un buen trabajo.
Reseña por Profesor Rayado
Existen diversos colectivos o sellos en nuestro país que, si bien no tienen una masividad extraordinariamente grande como los artistas que suenan generalmente, cuentan con un fiel grupo de fanáticos que están ahí siempre. Siempre hago la comparación con los mal llamados “equipos chicos”, los cuales generalmente son los de región. Si bien no tienen una hinchada gigante como los equipos grandes, esa gente es completamente feliz con apoyar a su equipo, no importa en qué división jueguen. Bueno, algo así pasa con Gemelo Parásito y me siento orgulloso de comentar a un artista de sus filas.
Benjamín Cárdenas, aka Donato Soto, es un artista que inspirado por el ethos del lo-fi, sumado a otras influencias como Juan Gabriel, tomó un par de instrumentos y empezó a hacer música de manera humilde, pero siempre bien pensada en propuesta. Esto provocó la génesis de su primer trabajo llamado “Carrete en el infierno”, lanzado en 2018, el cual es ahora uno de los proyectos más escuchados en la historia de Gemelo Parásito.
Y ahora, luego de un poco más de un año, lanza “Sapito de Oro Puro”, el cual si bien mantiene el enfoque pop, aquí se aprecia de una manera distinta utilizando otros lenguajes y recursos.
Podemos dividir este trabajo en dos tipos de canciones. Una de ellas tienen que ver con un sonido new wave en un sentido muy ochentero en producción, los cuales se aprecian en canciones como “Poesía Telepática”, “Trompetas del Apocalipsis” o “Ranita Mágica”, donde podemos escuchar juegos de sintetizadores que podrían recordarnos al “Pateando Piedras” de Los Prisioneros o simplemente la canción “I Feel Love” de Donna Summer.
Donato Soto también nos regala momentos de guitarras distorsionadas, incluyendo solos utilizando la técnica de tapping. Además, en cuanto a producción, podemos oír diversos drum machine, teclados de fondo e inclusiones de saxofón en diversas canciones.
La otra perspectiva de este trabajo, el cual está entremezclada con la mencionada anteriormente, tiene que ver con canciones más en formato balada. Aquí las guitarras limpias repitiendo una progresión de acordes, se entrelazan con teclados más reposados, bajando las revoluciones de los otros temas.
Canciones como “Hermanito Mío”, dedicado a cocolisx, va en esa línea. También el track “Maldito Weon”, que musicalmente suena romántico pero en la lírica no lo es tanto. Asímismo, el track final “Uwun’t”, donde aparecen percusiones latinas que hacen completo sentido, conociendo la influencia antes mencionada de Juan Gabriel.
Pero el track que musicalmente es el más ambicioso es “El rock es mi vida (Alejandra Pizarnik)”, el cual además de ser una especie de manifesto personal, Benjamín da rienda suelta a la experimentación de sonidos, todo enmarcado en un ritmo bailable. Cuenta con solos (tanto de teclado como de guitarra), extendiendo la canción a siete minutos de duración.
Musicalmente hablando, si bien se nota el uso de recursos ochenteros, incluso haciendo parecer que el disco es de una banda de culto de la época, lo ejecuta de gran manera ya que está muy bien pensado cada tema.
Ahora, claramente no es la intención de Benjamín de ser una banda orientada a lo “retro” como un fin musical, sino que simplemente encontró una base donde puede hacer su propia música, utilizando recursos específicos pero efectivos. Sin embargo, si bien aplica estos trucos conocidos, también se suelta e incorpora la voz de asistente de Google en el tema “Ranita Mágica”, dando un toque aun más jocoso.
En conclusión, “Sapito de Oro Puro” es un trabajo que,no solo es disfrutable en lo musical por todos los elementos descritos, sino porque es una muestra fehaciente de que no necesitas grandes recursos en producción como para poder hacer música. Y además, es otra prueba de que menos es más y que, si la visión es clara, es mucho más efectiva cuando se intenta abarcar demasiado.