Pop y periferia, bailar y llorar, atreverse a hablar pese a sentirse diminuto. Entrevistamos a Paco Miranda, quien el 2019 lanzó su EP debut «Chiquitito» y que recientemente formó parte de la reversión de «Corazones«.
Fotografías de Valentina Quevedo
21 años, talagantino de toda la vida, escorpión en su signo solar y lunar, ascendente en cáncer. Francisco, o mejor conocido como Paco Miranda, ha ido abriendo un camino dentro del pop nacional con su sonido nostálgico y bailable. Mientras nos saludamos por Zoom y preparamos la grabación, nos presentamos y hablamos de nuestros oficios. Pronto se aclara: «ya no trabajo, porque no hay trabajo», con risas de por medio, mientras se escuchan ladridos de perros y se cae una y otra vez el internet. Paco Miranda tiene una voz profunda, que alterna entre la languidez y la añoranza en sus melodías sintetizadas.
Cuéntame sobre Chiquitito (2019), que es tu debut…
Lo produje yo en su mayoría, Ignacio Redard me ayudó con la producción de la voz, pero en la mayoría lo produje yo. Luego lo mezcló Patricio García Portius, que ha trabajado con la Mon Laferte y lo mandé a masterizar a Inglaterra. Era un dato que tenía el Pato en Inglaterra, era súper barato y sonaba súper bien, me gustó mucho. Mandar a masterizar a otro país no es la gran cosa, la gente dice «mandamos a masterizar a Abbey Road» pero está con cuea media hora ahí porque la masterización es un proceso súper rápido.
¿Hablemos sobre el proceso de Chiquitito y la portada?
Como fue lo primero que lancé hay un poco de recopilación, hay unas que las escribí a los 15 y hay otras que las escribí meses antes, mientras ya estaba grabando. Habla mucho sobre la adolescencia, de temas personales, sobre sentirse chiquitito, es la metáfora de sentirse pequeño y que uno vale poco. También por eso en la portada quisimos crear con Valentina Quevedo y Aura Sinclair un personaje, como un niño de cuarto medio que sale en el lyric video, que tiene que enfrentarse al mundo y debe decidir qué estudiar, no sabe qué hacer con su vida y más encima le gusta alguien. En el video quisimos dejar en ambigüedad si era el niño o la niña, pero le gusta uno de ellos y son pareja, está en un dilema porque le gusta mucho esa persona y no la pesca. De eso quise hablar en mi EP.
Con la portada uno al tiro piensa en el colegio, la identidad, estar atrapado en una etapa en la que se espera que todos pasemos pero es complejo. Más ahora en pandemia, que estamos atrapados en un loop infinito.
Por eso igual en la portada quisimos destacar nosotros. Son cinco canciones, pero hay canciones que hablan sobre sentirse fracasado amorosamente, hay otra como «Santiago (mi pueblo)» que es más sobre la contingencia social, y hay una que se llama «Amor posesivo», que habla sobre todo esto de los funados. Muchas de las personas a las que uno les tenía miedo o personas a las que uno encontraba bacanes, en realidad, son tóxicas.
¿Qué dices sobre la ola de funas? Desde el 18-O han aumentado mucho, harto ha salido a la luz...
De antes incluso, hice «Amor posesivo» cuando más o menos partieron estas olas de funas, me acuerdo de lo que pasó con la Felicia Morales. Ella era mi profe de piano entonces lo viví un poquito de cerca, se me cayeron los Dënver y gente que admiraba, ahí empecé a pensar que podía hablar sobre este proceso de que se te caigan los ídolos. Nadie es perfecto, pero mucha gente se aprovecha de su posición de poder para abusar. Por eso hablo de «dónde quedó la deconstrucción», porque había mucha gente del estilo indie deconstruido con la uñas negras, que se creían rebeldes, pero les salían un millón de funas.
En este contexto de sentir que el mundo se viene encima y quedar a la deriva, «Chiquitito» me recuerda harto a Odisea...
Bueno, «Santiago (mi pueblo)» es completamente inspirada en Alex Anwandter, la hice a los 15 y era completamente fanático, la referencia está ahí patente. Conocí a Alex el verano pasado, hizo un taller de producción, y me di cuenta de las referencias que tenía de él iban de mucho antes, como Los Prisioneros o Pet Shop Boys. Ahora estoy haciendo ese trabajo para entender de dónde vienen mis referencias, yo las veía más cercanas pero ahora estudio de dónde vienen ellas.
Hace poco sacaste un cover de Los Prisioneros con nosotros, de la canción «Por amarte», para el aniversario del Corazones. ¿Qué otros sonidos sientes que te inspiran?
Como estudio música, trato de analizar hartos estilos. Me gusta enfocarme en las composiciones, pero mi historial es el pop, que es lo que escuchaba cuando chico en la casa. Entre los discos que me acuerdo que me marcaba estaba uno de Enya, lo escuchaba mucho. Mis primeros acercamientos eran lo que ponía mi mamá, ella compraba cosas en la Feria del Disco. Pero como a los 6 años escuché a Shakira y rayé, mi primer concierto fue el de Fijación Oral en el Estadio Nacional, súper fan. Desde ahí empecé a escuchar a las divas del pop. Creo que el 2012 fue que empecé a escuchar música chilena y fue brígido porque descubrí que podía hacer cosas acá, gracias a la Javiera Mena y a Gepe empecé a conocer más música local.
¿Tienes el recuerdo de ir a comprar discos? Hoy en día todo es pirateable, pero hay algo especial en tener los discos en formato físico.
De hecho, no me acuerdo tanto de Feria del Disco, pero tengo el recuerdo de ir a FeriaMix. Iba siempre, mi abuela vivía al lado de uno. Siempre iba y los vendedores me miraban feo porque nunca compraba nada (risas). Tengo muchos discos en CD, aún compro mucho. Hay una gran cantidad de gente que escucha y sólo escucha, y hay otra gente a la que le gusta escuchar y saber. No hay nada más lindo que ver los artes que hay en los discos, cachar quién la compuso, quién la arreglo, eso es lo mejor de tener un disco. Bueno y a veces se escuchan mejor. Guardaba hasta los plásticos de los discos, con el precio pegado, como un mal de Diógenes.
Durante un tiempo yo metía la entrada, del concierto o de la tocata, adentro de la caja CD. Es como si hubiera una fijación en materializar lo que uno escucha. ¿Qué hay sobre el formato físico de Chiquitito?
Es que es bonito. Está listo el arte, falta imprimirlo, pero pasó todo esto del coronavirus y tuvimos que congelar todo. Pero algún día estará.
¿Has estado trabajando en más canciones?
Tenía listo un EP, pero conversando con otros músicos llegué a la conclusión de que le faltaba. Así que lo tengo guardado, y con todo esto del coronavirus paré. Ahora estoy componiendo otras cosas porque es muy difícil trabajar sobre cosas que uno considera listo. Me voy a tomar el tiempo, aprovechando que estoy encerrado. Vivo en el campo, no tengo vecinos, así que es como lo mismo, vivía aislado y ahora igual. Acá no hay cuarentena, pero en otros lados la gente no tiene qué comer, es terrible. Mis amigos, mis estudios, mi pega está todo en Santiago, no me siento muy de la comuna.
¿Te sientes periférico?
Completamente. Estudiaba, o estudio, ya no sé, en Vitacura y tenía que viajar todos los días, de ida y de vuelta, y la música es mucho lobby. Mucho conocer gente, ir a eventos, entonces yo viajaba de lunes a lunes y no podía estar tan presente porque se me iban las micros. A la escuela viajaba como cuatro horas y media, dos y media de ida y dos de vuelta, al día. Entre el taco, la autopista que nunca terminan, y más encima es caro. La gente en Santiago tiene Bip y pase, pero acá no funciona así. En «Santiago (mi pueblo)» hablo desde afuera de esa ciudad, en realidad nosotros somos una ciudad dormitorio. Habría logrado a mudarme pero me tuve que devolver (risas).
¿Qué hay sobre crecer en Talagante?
Bueno, yo en el colegio la pasé súper mal. El colegio lo vendía como un grupo súper estudioso, pero yo vi mucho racismo, mucha homofobia, y mucho machismo. Venía de otro tipo de colegio que era otra realidad, pero también en la zona, y entrar ahí fue una represión. Yo me anulé, me convertí en un ente, ese colegio hizo que me alejara de la música porque me decían que no iba a vivir de nada. Me humillaron muchas veces los profesores en clases, sobre todo porque no sabía hablar inglés. Lo agradezco en el sentido de que maduré mucho, porque se me cayeron ideas que tenía sobre ese ambiente y ese estilo de vida. Me di cuenta que si alguien tenía un problema y necesitaba de alguien en ese ambiente, nadie lo ayudaba. Gente que me hizo daño en ese lugar, ahora están saliendo, lo amo.
Ahora es como estar esperando que salgan ciertas funas
Yo antes me juntaba con mujeres, pero cuando llegué a este colegio ellas no me aceptaban. Era todo hombres con hombres y mujeres con mujeres, yo tenía que jugar fútbol, jugar rugby, ser seco en todo, y yo no sé sumar. Me sentí súper solo, pero como yo me juntaba con los hombres estaba en un grupo de WhatsApp de puros hombres del curso. Un día, cuando ya habíamos egresado, estaba en otra y vi unos mensajes que decían «oye, el Paco es como gay», yo lo vi y no respondí nada, pero un compañero dice «sí, da sida con sólo mirarlo». No me acuerdo qué les puse, pero les dije que todavía estaba en el grupo y que había visto todo. Nunca se hizo esa funa, pero espero que algún día caiga esa gente, su forma de tratar con las mujeres era asquerosa y estaba totalmente normalizado. Funciona muy parecido en la música, los hombres manejan todo y con un humor homofóbico, machista, racista, hoy en día es mal visto pero sigue pasando. Va en la nueva generación lo de cambiar esto.