«Vendaval» fue el primer gran paso para presentar su carrera solista en el escenario de la música chilena. Sin embargo, el ex bajista de Los Tetas encontró su identidad en un sonido distinto de los que estaba acostumbrado, esta vez vinculado a la tradición y la espontaneidad característica del folclore latinoamericano.
La transición en el estilo de Rulo fue una sorpresa para todos, incluso para él mismo. Su debut como solista a través de Vendaval (2016) lo llevó a establecerse en el panorama musical chileno para mostrar una faceta muy distinta del funk que ya habíamos visto y abrirse paso a la incursión de sonidos más tradicionales como el vals peruano, el bolero, la cueca y la bossa nova.
Tras su lanzamiento, se ha mantenido componiendo y lanzando temas que siguen esta misma línea creativa. Entre estos se encuentran “Las Cartas” y su último sencillo “Dispara”, un bolero en colaboración con Mon Laferte, artista con la que se encuentra trabajando en México.
Una identidad que permanece
Para David Eidelstein, la música fue algo que siempre formó parte de su vida. “Yo casi no tengo recuerdos del momento en que empezó, sino que siempre fue así. Cuando era muy chico no sabía tocar la guitarra, pero la golpeaba, cantaba, inventaba letras… Fue algo que estuvo siempre”, relata.
En su paso por la enseñanza media, fue el músico del colegio que siempre tocaba en los actos y su punto de partida para empezar a sacar covers fue el rock. El resto ya lo conocemos: a los 16 años empieza con Los Tetas a explorar el lenguaje del funk y el soul al estilo chileno. “Yo tocaba guitarra en Los Tetas al principio, pero no había bajista y justo en mi colegio apareció uno, así que en las clases de música lo empecé a tocar y le empecé a encontrar onda”.
De esta manera, Rulo comienza a congeniar con el bajo y su interés hacia este crece, con ayuda de la aparición de bandas de los 90s en las cuales el papel del bajista es mucho más protagónico que el que estaba acostumbrado a escuchar en las bandas de rock que por entonces le gustaban. Un papel propio del funk.
Desde ahí se embarcó en un camino de aprendizaje muy autodidacta, en el que siguieron las bandas Funk Attack y Esencia, además de una serie de otros proyectos e intereses por corrientes musicales distintas a las que lo habían formado como bajista. “Si bien ahora no estoy haciendo tanto esos estilos, siempre van a hacer mi escuela musical. Eso es lo bacán de la música y el arte en general, que se pueden complementar y desde ahí pueden nacer cosas nuevas e inesperadas. (…) Siempre me va a gustar el funk y el soul, son parte de mi identidad ”.
Desde el R&B a los ritmos afro-latinoamericanos y folclóricos
Esencia, el dúo de R&B que formó con David DeFlores, jugó un papel fundamental para encaminar al artista en su proyecto en solitario, tanto en la formación del artista, como en el estilo que más tarde plasmaría en su primer álbum. “(…) Fue como una especie de taller experiencial. Creo que también nos estábamos preparando cada uno para en algún momento hacer su camino”.
Añade también que “en el estilo también evolucionamos mucho, empezamos tratando de hacer R&B chileno, pero después empezó a interesarnos los ritmos brasileros y eso nos llevó a la música más acústica y a la guitarra de palo”. Así, la música afroamericana procedente de Brasil fue la puerta de entrada a la gama de sonidos folklóricos en los que hoy se encuentra explorando.
Este cambio de estilo en su música fue, en palabras de Rulo, un descubrimiento que se dio en 2013 de dos maneras: por un lado, vino de la mano con una gira que hizo a Perú junto con Los Tetas. “Ahí descubrí mucha música peruana que me fascinó: el vals criollo y el afroperuano que yo siento que también está emparentado con el funk y el soul”, cuenta.
Por otro lado, estuvo muy influenciado por el canto popular y tradicional de los conjuntos La Gallera y Los Celestinos. “Me empecé a juntar con ellos, tocar con ellos y aprender de ellos. Yo creo que fueron una gran influencia, porque los ritmos folclóricos cuando uno los vive de alguna forma con gente que los toca tan bien, los puede entender mucho más. Son ritmos en los que uno tiene que ir a los lugares, estar con la gente y tocar. (…) Ahí es donde uno realmente los entiende, porque tienen un sentido muy de experiencia”.
La raíz latinoamericana inesperada
La primera canción que compuso bajo esta nueva mirada fue “Tu misterio”, que figura también como la canción de entrada al álbum, debido justamente a que fue la primera materialización de su descubrimiento. “Un día traté de componer un vals y salió esta canción, y me encantó. Como que encontré una hebra y la empecé a seguir y así nació el disco. Los demás temas salieron uno tras otro de forma muy natural”.
En este proceso de creación también encontró algo que hace tiempo estaba buscando. «Siempre había querido hacer un trabajo solista, pero hacía canciones y sentía que les faltaba algo. Ese algo lo encontré con esta raíz que me daba un lugar donde identificarme. Siento que es algo más genuino, todavía lo estoy descifrando”.
“Las empecé a tocar en reuniones y sentía que pasaban cosas diferentes que cuando tocaba las otras canciones antiguas. Yo me sentía diferente. Fue un “click” que cambió todo”, relata. Con la decisión tomada, decidió buscar un productor, así que contactó a su amigo Cristóbal Carvajal con la ilusión de que pudiera captar el concepto del álbum tal como él lo tenía en mente. Y así fue.
Esta revelación en su identidad fue muy especial para Rulo, porque significó encontrar una identidad que no conocía. “Descubrí que tenía una raíz chilena y latinoamericana que, de alguna manera, siempre renegué porque no me gustaba, por pura ignorancia. Descubrí que me encantaba y que había una identidad muy fuerte ahí”.
“Una segunda vida musical”
Actualmente, Rulo se encuentra radicado en México y es parte de la banda de Mon Laferte, lo que, en sus palabras, ha significado un crecimiento muy grande tanto a nivel personal como en su música. “Ha sido un aprendizaje increíble. Trabajar con Mon siempre es un desafío porque ella es muy espontánea. (…) Desde que nació Vendaval me han pasado muchas cosas, ha sido como una segunda vida musical”.
A raíz de esta alianza con la cantante viñamarina es que sale su más reciente sencillo “Dispara”, el que narra una experiencia personal a través de un bolero que le permitió transformar el dolor en motor creativo.
En esta misma línea, las experiencias personales son un elemento recurrente en las letras del artista, quien explica que las variadas interpretaciones que la gente puede darle a las canciones es lo fascinante de escribirlas. «Por eso no me gusta tanto explicar las canciones, prefiero que cada uno tenga la libertad de interpretarlas como quiera”.
Tanto “Dispara” como “Las Cartas” son los primeros avistamientos de un EP en el que se encuentra trabajando el artista y que verá la luz a finales de este año. Se trata de un trabajo que incluirá cinco canciones y que, en palabras del artista, sigue la misma línea de Vendaval, con influencias del vals peruano y la cueca.
Sin embargo, a raíz de la pandemia, David ha tenido que reinventarse y dice que ha sido un proceso de introspección que lo ha llevado a hacer cosas que no había podido hacer por temas de tiempo. “Ha sido difícil porque no podemos tocar en vivo. He estado haciendo más clases, he estudiado más de manera autodidacta y he empezado a producir a otros músicos, que es algo que siempre había querido hacer”.
Además, afirma que su tiempo en México no ha terminado: “Me gustaría quedarme más tiempo y poder conseguir algo acá con mi proyecto (…), pero mis ambiciones son más que nada artísticas: seguir haciendo música y que me haga sentido, que me haga sentir feliz de lo que estoy haciendo”, concluye el artista.