Antes que Pablo Chill-E colaborara con Bad Bunny o que Princesa Alba brillara en el pop, Marcos Muñoz, Haroldo Salas y Margarita Ávalos estuvieron registrando algunos pasos que dieron ocho voces del género urbano local. Conversamos con los realizadores del documental, que hoy se está presentando en el 16° In-Edit Chile, y esto nos contaron.
Foto por Agustín León
Hablar de trap hace tres años era casi catalogado como una rareza, un género con fecha de vencimiento o una simple moda pasajera. Sin embargo, diversos artistas han sabido hacerle frente a las críticas, innovarse, explorar nuevos horizontes y fronteras y posicionarse en la música chilena como un estilo libre y lleno de diversidad dentro de su propio universo sonoro. Pero antes de los millones de reproducciones en Spotify, de los festivales masivos e invitaciones a colaborar con artistas extranjeros, hubo un inicio -que para la mayoría- requirió de mucho esfuerzo.
Y para registrar esos comienzos estuvieron los ojos de Marcos Muñoz, Haroldo Salas y Margarita Ávalos, quienes acompañaron a ocho exponentes del género en Chile entre los años 2018 y 2019. Si bien para algunos puede sonar un tiempo acotado, los tres realizadores vivieron en primera personas cómo estos jóvenes -que para algunos eran unos completos desconocidos- comienzan a tomar un espacio importante en los lineups de festivales y sus canciones subían como la espuma en plataformas de streaming. Todos esos inicios lo quisieron retratar en el documental Joya: La nueva ola de la música urbana en Chile, uno de los títulos nacionales que se están presentando/compitiendo en la 16° versión de In-Edit Chile.
Marcos, quien ya había trabajado con Haroldo en otros proyectos audiovisuales desde el área del sonido, fue quien se le ocurrió documentar al género urbano en un largometraje con ambiente hogareño. La punta de lanza de todo esta idea fue el álbum S.U.N.O (2018) de Pablo Chill-E, considerado por La Tercera como uno de los mejores discos de la década pasada.
«Ahí me explotó la cabeza y dije: ‘¡qué es esta hueá!’ y no podía creer que era chileno más encima. Ahí me hice muy adicto a estar escuchando todas las canciones del Pablo. Del Pablo llegué al Gianluca, del Gianluca al (Young) Cister, luego al Polimá (Westcoast), y me surgió la idea de hacer algo, tenía las ganas de querer apoyarlos porque veía incluso sus reproducciones en Spotify y decía por qué tienen tan poco, cómo la gente todavía no sabe de estos chicos que están haciendo música«, señala Marcos Muñoz, quien luego le contó sobre esta idea a Haroldo Salas, director del documental El último vagón (2016). Aceptó.
«Cuando Marco me habla de estos chiquillos, yo no los conocía para nada… Miento, había escuchado al Drefquila, pero por nombre solamente, había leído una entrevista y después entendí que estaban todos asociados y ahí partió. Ahí el gran desafío fue cómo contamos esta historia, porque no es una historia de uno sino de varios«, relata Haroldo.
Sin embargo, Muñoz quiso sumar a una tercera persona: Margarita Ávalos, la encargada de contactar a cada uno de los participantes del documentales, quienes finalmente fueron Gianluca, Drefquila, Pablo Chill-E, Cease, Young Cister, Polimá Westcoast, Princesa Alba y Lizz. Ocho voces, ocho discursos y ocho maneras de ver el mundo que se lograron plasmar en un trabajo de poco más de 50 minutos.
En el momento preciso
Los ocho cantantes que participaron, ¿eran los que siempre habían pensado o hubo algunos que no pudieron acceder?
Marcos: Sí, eran los que siempre estaban en mente. Cuando empecé con la idea, quería grabarlos a todos, ojalá tenerlos a todos presentes porque también sentía que habían otros exponentes que iniciaron el movimiento acá en Chile y quería darles ese espacio, pero con Haroldo conversamos y quisimos darle una línea a esto: qué vamos a contar con todos estos personajes que tenemos, cómo se relacionan sus historias, cómo todos van a llegar, llegaron a un mismo punto o van a un mismo nivel; porque me di cuenta que durante el rodaje todos iban subiendo (en popularidad) a la par y, con el tiempo, nos costaba incluso entrevistarlos porque estaban demasiados ocupados.
Haroldo: Después nos dimos cuenta que cada uno tenía una historia propia y eso es entretenido, porque contar la vida de ocho personas que son iguales es medio redundante o fome. Fuimos descubriendo que cada uno tenía su personalidad, sus características y eso iba generando un equilibrio. Y es verdad lo que dice Marco, al comienzo los llamábamos al teléfono directamente, pero después había que hablar con el mánager, con el sello… Yo tengo la sensación -y se lo he dicho a Marco- que se le ocurrió la idea en el momento preciso. Unos meses después, no sé si hubiésemos llegado al puerto que llegamos.
Los realizadores confiesan que uno de sus mayores anhelos fue Drefquila, quien además fue el último artista lograron rodar y que, por ese entonces, estaba recién firmando contrato con el sello multinacional Warner Music, por lo tanto la idea de conseguir una entrevista con él se hacía muy difícil.
«Nos costó mucho llegar a él. Nosotros pensamos que iba a ser un tipo mucho más difícil y no, al contrario, es súper simpático. Tiene una actitud que para muchos puede ser pesado, pero no. Para mí es uno de los que tiene el cuento más claro. Él fue uno de los que dijimos que sí o sí tiene que estar, porque el Pablo (Chill-E)… No se podía hacer un documental de trap chileno si no estaba el Pablo, hay que partir de esa base«, dice Haroldo.
Precisamente con Pablo Chill-E fue con quien vivieron una de las experiencias más enriquecedoras: Estar presentes en la grabación del videoclip de Flyte, su popular canción junto El Futuro Fuera De Órbita. «Llegamos nosotros y no llegaba nadie, y mucha gente nos empezó a preguntar que quiénes éramos, incluso algunos cabros pensaron que nosotros íbamos a grabar el video. Después cuando llega el Pablo les dice ‘ya chiquillos, quédense tranquilos, ellos vienen con nosotros'», recuerda Salas.
¿Cómo han visto la evolución de los artistas que protagonizaron este documental?
Marco: Me pasa algo súper extraño, porque justo desde 2018 a 2019 empezamos a ver casi in situ cómo ellos iban avanzando, cómo iban cambiando el estilo o el look. Si uno hace las comparaciones de, por ejemplo, en el documental aparece un Gianluca súper niño, una Princesa Alba muy distinta a lo que es ahora, y todos esos cambios que han tenido, personalmente, me siento súper orgulloso. Ellos también nos hicieron sentir a nosotros que estábamos aportando a la cultura. El Poli nos dijo una vez: ‘ustedes son de la casa, porque nos apoyaron desde el principio’. Y uno siente que no está haciendo gran labor, pero ellos lo reconocen mucho.
Haroldo: Fueron cabros súper agradecidos con nosotros. Al Gianluca lo entrevistamos en su casa, en la pieza, llegó la mamá, que pasó con Ceaese también. Fueron súper amables todos, nada que decir.
¿Cómo fue hilar carreras musicales que, si bien son parte de un mismo género (el trap), también tienen marcadas diferencias de estilos y vidas?
Marco: Yo creo que el punto en común que tienen todos es que, en ese momento, todos estaban remando para un mismo lado. Todos querían hacerla y creo que eso fue lo que los unía tanto también. Hoy día en el nivel que están, ya no están tan apatotados como en ese tiempo. Cuando con Haroldo fuimos a Subterráneo a grabar a la Lizz, detrás del escenario estaban compartiendo con el Cister y Ceaese cagados de la risa.
Haroldo: De hecho fuimos a varios festivales como el Trapstar, el Trapfest, el Upgrade en Valparaíso y detrás del escenario se reían, se saludaban, incluso observé que muchas veces se ponían de acuerdo en el mismo momento para subirse a cantar una canción juntos. Era una cosa muy de familia, como un carrete de amigos y en ese momento ya estaban llenando espacios importantes. Los fuimos a grabar a la Cúpula (Parque O’Higgins), al Caupolicán, al Huevo en Valparaíso, a la Trinidad (Princesa Alba) la grabamos en Matucana 100, yo le decía al Marco: ‘creo que es la primera que una artista urbana se presenta en Matucana 100’. Ella sabía que era como su primer gran show, de hecho nos fuimos en el avant con ella.
Marco: Me gusta que ellos desde un principio estaban muy convencidos de todo lo que están haciendo ahora. Todo lo que querían lograr, lo están haciendo y eso es muy consecuente.
Pese a que ha pasado tiempo de las grabaciones, me imagino que debe ser nostálgico ver a estos chicos y chicas hablando de metas o sueños y que finalmente se cumplan o esté cada vez más cerca de cumplirse.
Haroldo: Sí, pasa eso. Cuando uno ve como las reflexiones finales y empiezan a analizar sobre cómo me veo en un tiempo más o qué me gustaría lograr, uno empieza a hacer como checks. Cuando hablan de ‘sueño con estar en tal lado’, hay algunos que faltan por lograr, pero muchos ya están logrados. Entonces uno sí lo ve con nostalgia, porque no es tanto tiempo y para ellos es como que han pasado muchos años en realidad. Además hay que entender dos factores no menores, además de la pandemia, hubo toda una revolución social en Chile, entonces hay mucha información entre medio. Da la sensación de que han pasado 5 o 6 años y en realidad son 2.
¿Intentaron alguna vez contactar a Paloma Mami para este documental o no la quisieron considerar?
Marco: Voy a hablar personalmente, para mí la Paloma nunca me generó un personaje atractivo si íbamos a hablar de trap, pero su nombre siempre estuvo ahí presente. Pero nunca sentí que tenía que estar, no la extraño tampoco en el documental, siento que los que están esos son.
Haroldo: Yo siempre consideré que era un personaje súper atractivo por lo que ella es, pero nunca pensamos que era indispensable desde el lado musical. Esto no quiere decir que no considere aspectos de su música, que para mí son relevantes, el nivel de producción que tiene, la forma en que construye las canciones, construye hits y eso es súper meritorio, no es fácil.
Entre bromas y sin nada concreto todavía, los realizadores tiran ideas sobre una segunda parte del documental, quizás con los mismos cantantes pero con más años de carrera o, incluso, Haroldo propone documentar la historia de uno de ellos. Son ideas de un género musical que cada día se profesionaliza más, donde surgen nuevos nombres desde distintas partes del país y que, sin duda, dejó de ser un «boom».
Joya: La nueva ola de la música urbana en Chile estará disponible en el streaming (con acceso liberado) de In-Edit Chile hasta el 8 de diciembre.