La cantautora acaba de lanzar su nuevo EP, Alegriste, un material en que se aleja de la música de raíz para entrar en nuevas melodías. “Estaba la libertad total de no pedirle permiso a nadie y hablar de las cosas como quiera”, dice en entrevista con SACH, donde además desmenuza este nuevo trabajo, habla de su banda “Fauna” y su constante exploración musical, entre otros temas.
Hija de una vitralista y de un pintor, nacida en España pero criada en el puerto de Valparaíso. Desde pequeña aprendió a tocar instrumentos como el piano y la acordeón. Una artista inquieta, del mundo, cuya música es compleja de encasillar en un sólo género. Así es Pascuala Ilabaca, quien siempre se está reinventando y buscando más allá de los sonidos que la definen.
Esta búsqueda incesante queda plasmada en los temas que componen su nuevo EP, Alegriste, el cual se aleja de la música de raíz con melodías más rockeras y mezclas de blues, triphop, entre otros.
“Son todas canciones bien recientes, pero Estocolmo la había empezado a escribir hace mucho tiempo. La primera parte, cuando se habla de qué se hace aparte de trabajar, la había empezado a escribir hace mucho tiempo cuando estaba deprimida, me sentaba en el piano y la escribía. Era una canción que tenía bonita, pero un poco en el clóset. Al otro día del Apruebo/Rechazo, me salió el coro y sobre todo con la parte de los riesgos. Entonces, ahí me senté en el piano y dije ‘este será el coro de la canción que tenía guardada’. Todo juntó y me encantó cómo quedó y ha sido la favorita de la gente por lejos”.
Desde la oficina de Warner Music Chile, su casa discográfica hace casi un año, Pascuala nos recibe en unos días cargados de contingencia política y social. Sólo horas antes se había realizado la elección de consejeros constitucionales, donde se impusieron los candidatos del Partido Republicano. La cantante respira profundo y menciona dos palabras que se le vienen a la mente: sumisión y autodestrucción.
“Siento que Chile combina esas cosas, el hecho de ser muy sumisas, todavía no logramos descolonizarnos. Siento eso profundamente, no sé, por ejemplo las personas que decidimos ser artistas y trabajamos colaborativamente, reinventamos la economía y practicamos la horizontalidad, igual tú te das cuenta cuáles son las personas que pueden ponerse en la posición de tomar decisiones por sí misma o las que pueden ponerse en la posición de asignarle un rol a una persona. Y muchas personas, por una cosa de clase o de no empoderarse de poder ponerse en ese lugar, quedan sujetos a la sumisión de otras, ya sea en cualquier contexto”.
«Y la autodestrucción también, porque yo me doy cuenta en la post elección toda esta crítica que surge, la gente que votó nulo, por ejemplo… Yo me quedo un poquito contenta en el sentido de pensar que ahora, por lo menos, hay una instancia para que la izquierda pueda unirse realmente en un propósito. Ahora el plebiscito de salida va a ser un propósito colectivo, me imagino yo, porque siempre estamos divididas todas las izquierdas y sería lo ideal de que ahora sí exista un enfoque o una meta común. Pero los diagnósticos son súper autodestructivos y toda esta reacción de decir ‘ah, Chile culiao’ también es súper autodestructiva porque es enmierdar más la situación y blasfemar tu propio origen. Siempre ha chocado eso”, reflexiona.
— Volviendo a tu música, en el EP podemos ver una propuesta distinta respecto a tus anteriores producciones, en cuanto al sonido, a los instrumentos… ¿Qué te motivó a tomar ese desafío y alejarte un poco de la música de raíz que caracteriza tu carrera?
Siento que siempre he ido alternando, me sentía muy tranquila con la investigación en la música de raíz con el EP Lucero (2020). Entonces esta temática que era más visceral y más disruptiva, como hablar de las odiosidades. Sentía que no tenía que estar en ese lugar que me pongo cuando recopilo, que es un lugar mucho más solemne y en el que estoy pidiendo permiso de alguna manera. En cambio en este EP, que fue trabajado entero en 4/4, estaba la libertad total de no pedirle permiso a nadie y hablar de las cosas como quiera. Por ejemplo, en Entre Abejas emplazo a esta persona odiosa que trae miel pero que no la suelta, le digo ‘pareces una naranja que quiere oler a parafina y hueles tan bien’. Eso es sin permiso, nadie quiere que le digan eso. En ese sentido, me salí del lugar de la raíz porque siento que ahí tengo que ir con más cuidado a la hora de componer, pero acá no es así.
— Algo que siempre ha llamado la atención de tu proyecto, es que siempre se ha presentado como “Pascuala Ilabaca y Fauna”, ¿cuál es la importancia del formato banda y de Fauna, específicamente?
Yo siempre he tenido banda, nunca he sido solista y me ha gustado el hecho de “y Fauna” porque representa la colectividad, la colaboración, de que somos un grupo grande. De hecho, ahora somos ocho músicos estables sobre el escenario y esa energía colectiva siento que es algo valioso que puede entregar el arte a la gente. Por eso mismo he investigado tanto en la música andina, porque nos enseña mucho acerca de la colaboración y de la colectividad. Chile es un país que tiene muchas carencias económicas, entonces la colaboración es como la base para que el país se sostenga a sí mismo. Entonces, ese molde del individualismo no siento que calce tanto con la identidad chilena, al contrario de quienes dicen ‘somos el país más neoliberal’. Eso es un relato, pero Chile es un país de carencia donde todos nos sostenemos y estamos acostumbrados a tejer esa rama. Yo no me hago sola a mí misma y eso siempre me ha gustado dejarlo claro desde el nombre.
— Las canciones de este EP son distintas entre sí, algunas más instrumentales y otras más íntimas, incluso terminas con un tema (Tu cara en la fuente) en que sólo estás acompañada de tu voz, ¿fue pensado que fuera así o se dio natural?
Sí, estaba inspirado en un eje temático que eran los afectos. Entonces dije, ya, va a haber una canción tierna, una odiosa, una que hable de lo que nos caga (Estocolmo), otra que nos tire para arriba (Año Nuevo) y una canción dedicada a las personas que uno ama, como qué es lo que se siente cuando miro la cara de la persona que amo. Esa es Tu cara en la fuente, sentí que como era una canción más contemplativa, tenía que tener menos elementos para conservar la emotividad que tenía.
— Me quería detener en Gata también, me imagino que va a dedicada a algún michi…
Sí, es para mi gata, que es como la gata de la casa y recorre todo el espacio. Vive mi mamá arriba, yo abajo y unos arrendatarios al lado, pero ella es como la soberana de todo el espacio. Siento que es tan importante la relación que estamos formando cada vez más con los animales y con nuestra animalidad también. Cuando me relaciono con mi gata no soy como ahora que te hablo y te doy razones lógicas, me ando arrastrando por el suelo persiguiendo una pelota. Me gustó dejar la canción así.
— ¿Esos maullidos que se escuchan son de ella?
Sí, porque yo le cantaba esa canción cuando llegó, cuando era una cosa chica. Y yo le cantaba para que se quedara dormida, entonces después reconocía que era su canción y cuando la empecé a tocar más en el piano, ella llegaba y me miraba como ‘por qué no me estás mirando a mí o no me tienes en brazo’. Entonces, siempre que la estaba tocando llegaba a maullar y quise incluirlos.
— ¿Te consideras una artista inquieta musicalmente? Teniendo en cuenta que has explorado en distintos géneros, desde el hindú hasta lo andino.
Sí, incluso pienso que siempre hay cosas que me faltan. Yo estudié composición, entonces me gustaría componer para orquesta y siempre sé las cosas que tengo pendientes. En ese sentido, sí me considero inquieta y eso me puede jugar en contra al momento de dar a conocer mi trabajo, porque hago muchos géneros distintos y difíciles de etiquetar o encasillar. Pero eso es lo que me mantiene creativa, divertida y es todo un desafío para los músicos de la banda, porque tienen que estar constantemente aprendiendo distintos estilos. Sin embargo, eso nos mantiene despiertos.
— ¿Tienes algún límite musical, algún terreno que no te gustaría entrar?
Nada como genérico, pero me pasa con algunos sonidos que digo ‘no, yo paso’. Me ocurre con algunos sintetizadores como ochenteros, que los escucho y me caga toda la música. Podría escuchar cualquier estilo, pero cuando aparecen esos sonidos que me desconectan y no me emocionan… Por ejemplo, hay muchos músicos que critican el reggaetón, pero yo no lo critico porque siento que todo género puede ser muy amplio. Puede haber un reggaetón que me guste y otro que no, también el espacio que se crea en Chile gracias al reggaetón que es de liberación sexual, me encanta que eso suceda. En ese sentido, agradezco lo que ha ayudado el reggaetón a transformar en las nuevas generaciones.
— En su momento, saliste en defensa del show de Paloma Mami en el Festival de Viña
Siii, siento que la gente muchas veces hacen este tipo de cacería de brujas, ¿no? Se aprovechan de que hay una bolita de buena onda para Karol G, que estaba ese mismo día y le decían ‘diosa, diosa’, pero yo como músico tengo el deber de fijarme en la parte musical. La gente suele complementar el show con otras cosas: con lo simpática que es la persona, con lo relajada que se veía, con cuánto incluyó al público. Sí, Karol G estuvo todo el rato parando para hacer cantar a una niñita, a una señora, pero hay cosas que un músico puede ver y en ese sentido, sentía que tenía que aportarlo. El show de Karol G fue bueno en ese desplante o inclusión del público, pero hubo cosas que hizo Paloma Mami que encontré súper destacables como que el show tenía un concepto completo, el escenario, había un espectáculo íntegro pensado y eso lo agradecí mucho.
— En sentido, ¿te gustaría alguna vez llegar a Viña o a Olmué, escenarios más televisados?
Obviamente que me gustaría. Yo gané el Festival del Huaso del Olmué hace mucho tiempo, me gustaría ir como invitada, pero obviamente entiendo que tendría que ser en otro contexto. Por ejemplo, si a mí me invitaran para el próximo año sería súper difícil y estresante calzar con ese formato. Entiendo el lugar en que queda el artista nacional en el Festival de Viña o el artista no tan masivamente convocante en el Festival del Huaso. Es difícil, corres el riesgo de que toda la gente que compre tickets vaya a ver a una persona y después no tenga interés a ver tu trabajo. La exposición a eso es muy fuerte.
Por ejemplo, este año me pasó que me tocó telonear a Zúmbale Primo en un pueblo en el sur de Chile. Fue sumamente complejo, es la primera vez que estoy en un show sintiendo que al público no le interesa nada mi trabajo y que estaba dispuesta a pifear. Gente que no está ni ahí con escuchar un discurso feminista, ni alternativo ni nada, y fue muy duro para mí. Justo al día siguiente, Nathalie Nicloux anunció su presentación antes de Zúmbale Primo y le escribí ‘es complicado el público’. Se estuvo preparando con anticipación y fue difícil para ella también. Se dan estas situaciones que son complejas, entonces muchas veces uno tiene que saber cuándo llega el momento para cada persona, en cada instancia.
Ilabaca comenzará una gira este 25 de mayo en Estados Unidos que incluirá las ciudades de Nueva York, Chicago, Seattle, Portland, entre otras. Para el segundo semestre tienen planeados otros viajes en Latinoamérica y el lanzamiento de un álbum en Teatro Nescafé de las Artes.
«Estoy con hartos cambios, porque el bajista de la banda será papá y su guagua nace justo en esas semanas, entonces iremos con otro bajista que es quien grabó en Diablo Rojo Diablo Verde. Es un amigo de toda la vida, que también ha sido jefe técnico de la banda por muchos años, entonces era la persona más idónea para reemplazarlo. Hemos estado preparando el repertorio, preparando este EP en vivo y las canciones son medias complicadas, por ejemplo en Año Nuevo, en los acordes estoy tocando el piano casi con los 10 dedos. Tengo una colaboración de vestuario que hice con la Escuela del DUOC, que los alumnos de primero y tercer año me diseñaron el vestuario y lancé todas estas fotos y son los mismos que ocupé para los videoclips también.