El cantautor nacional radicado en México conversó en exclusiva con SACH sobre los preparativos para el primer concierto de su carrera en Chile. Circense de corazón y compositor por oficio, llegó a tierras aztecas para ser productor de Mon Laferte, pero el devenir de la pandemia lo dejó atrapado en una tierra extranjera que hoy ha transformado en su hogar y desde donde ha desarrollado casi toda su carrera.
El Mulu es un cantante, compositor y productor musical chileno que ha desarrollado gran parte de su carrera en México, este verano se presentará por primera vez en nuestro país, temporada para la cual prepara ser el telonero de Manuel García por el norte y su concierto debut en solitario en la Sala Master de la Universidad de Chile el próximo 9 de enero.
Nacido en la vertiginosa capital de mediados de los años noventa, Ignacio (28 años) es el menor de tres hermanos, creció en Peñalolén acercándose a temprana edad al arte y al circo, una pasión que forjó su vida y a la vez parte de su carácter. Afirma que su nombre artístico no tiene un origen claro en sus memorias, sin embargo asegura se debería a un error fonético a un denuesto de su hermano Diego, cuando este aún era un niño. “Probablemente me quiso decir que era mula, ‘oh que eris’ mula’, algo así, pero en cambio dijo ‘mulu’ y seguro yo me quedé molestando por eso”, afirma.
Siendo apenas un adolescente comenzó en el oficio del arte estudiando artes circenses y formando parte de bandas garage o incluso heavy metal. Malabarista en las esquinas, asegura que una lesión grave lo ayudó a descubrir su verdadera vocación: la música.
Migrante a tierra aztecas, El Mulu viajó a Ciudad de México para contribuir a la producción de la canción Biutiful de Mon Laferte, a fines de 2019. Sencillo con el que la cantante obtuvo su tercer Latin Grammy en 2020 en la categoría de Mejor Canción de Rock.
En conversación exclusiva con Solo Artistas Chilenos, El Mulu aborda las ideas fuerzas detrás de la emocionalidad de sus canciones, los preparativos para su primer concierto en Chile y el periplo intenso por un país al que iba por apenas una semana, pero que terminó quedándose por cuatro años y que hoy es su residencia definitiva.
La infancia, el lugar común donde se forja un artista
— ¿Cómo recuerdas esos primeros acercamientos con la música, la puesta en contacto con el arte sin saber que sería tu destino?
Siempre me dio curiosidad los instrumentos, me llamaba la atención la gente que tocaba en el centro de Santiago cuando salía con mi mamá, cuando llegaba a la casa los dibujaba y guardaba esos dibujos. Es curioso porque mi madre siempre vio más dotes de artista en mi hermano Diego, y con mucho esfuerzo compró una guitarra y se la regaló a él, pero a mi hermano no le gustó y la dejó tirada en una esquina. Entonces crecí con una guitarra en el living de la casa y como a los 9 años la agarré de curioso no más y comencé a imitar como la gente ponía las manos en la guitarra. Aprendí de forma muy autodidacta, mi primera clase de guitarra la tuve recién a los 20 años en la universidad, ya había pasado por dos bandas de rock tipo garage y por suerte ya sabía hacer arpegios más complejos y tenía cierto conocimiento avanzado.
— Tocaste en una banda, estudiaste circo y luego música, todo antes de transformarte en El Mulu, ¿qué sentimientos te evocan esas temporadas juveniles y cómo crees que ayudaron a formar tu carácter de artista?
Toqué en una banda que se llamaba Hijo de Ladrón, que se movía mucho dentro de los circuitos universitarios y en su momento alcanzó popularidad en Santiago. Eso fue cuando salí del Colegio Ruben Darío, al año siguiente entré a estudiar artes circenses porque me encantaba el circo, hice telas, acrobacias, malabares y varias otra disciplinas y luego hice una especialidad en el Circo del Mundo y me formé como instructor de circo social. Hasta que en 2015 sufrí una lesión que me dejó sin tocar guitarra por más de un año, y eso fue fatal, me di cuenta que me pesaba mucho más no poder tocar que no poder hacer circo (…) creo que ese momento podría definirlo como la experiencia vital que me impulsó a decidir por la música. Me retiré de la escuela de circo y luego estudié composición musical con mención en producción en la UNIACC, pero no logré terminarla, ¡porque me quedé atrapado en México!
“No podría decir que vengo de una familia de artistas, aunque mis dos padres estudiaron teatro, solo mi padre ejerció y a él le costó mucho vivir de eso (…) cuando decidí dedicarme a la música tenía muchas inseguridades y aprensiones”
El Mulu

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Un periplo intenso: La cara más dura de México
— Por qué un chileno logra hacer su carrera en México y en Chile apenas años después recién va a dar su primer concierto, explicanos un poco como fue quedar “varado” y no poder volver a Chile.
Fue todo accidental, había estado en México antes, la primera vez que vine fue de invitado a trabajar con Mon Laferte en 2019 para producir la canción Biutiful (2020) y en esa ocasión me empapé de todo el ambiente musical que había acá. Empecé a salir con una persona con la que decidimos tener una relación a distancia y me devolví a Chile en medio del Estallido Social con la intención de volver a México a estar con ella y también a probar suerte en la música. Volví en marzo del 2020, venía por una semana pero llegué justo el día que se cerraron las fronteras por el coronavirus, mi vuelo fue uno de los últimos que salió del Aeropuerto de Santiago.
Estando ya atrapado en México me fui a la casa de aquella chica con la que pololeaba, ella vivía en Tepoztlán a una hora y media y CDMX. Pasaron los meses, las cosas no funcionaron y ella decidió terminar conmigo, fue algo muy dramático y muy doloroso para mí y desde ese pueblo a mitad de ese año me vine a la ciudad sin tener nada muy claro, más bien era todo muy triste.
El Mulu“Traía en mi maleta ropa para quedarme una semana, con dos pantalones, unas cuantas medias y ropa interior, nada más (…) terminé quedándome cuatro años y contando, sufriendo a veces, pero agradecido siempre por que de otra forma no me lo hubiera imaginado”
— ¿Pensaste en devolverte, en una salida de emergencia?
Si, lo pensé muchas veces, pero no me convencí nunca. Hace años atrás no tenía nada de dinero y tampoco estaba teniendo muchos trabajos como músico y comencé a trabajar en una tienda de discos en el centro de CDMX porque necesitaba generar lucas para vivir pero a la vez descuidé tiempo que sentía debía estar usando en tocar, y recuerdo que la sensación de no estar haciendo música fue muy dura, fue algo angustiante. Decidí entonces que no podía pasar ni un día más sin tocar.
En esa época hablé con mis padres, primero llamé a mi mamá y ella la tenía súper clara: lo que había que hacer era devolverse. Luego mi papá me dijo algo que me hizo más sentido: no era opción volver y, si todo esto dependía de una relación amorosa, entonces nunca fue una buena idea.
— Tu padre es actor, eso es Shakespeare: te sacó la cresta sin tocarte un pelo…
Una tunda, si. Me dijo que quizás así eran como se tenían que dar las cosas, para que de una vez por todas me atreviera a dar un paso más allá con la música….
— Ser o no ser…
¡Si, hueón! acá en México a eso le llaman “la neta”.
— Elegir “ser” es lo más difícil, ¿no?
Hay cosas que mi familia no sabe, pero yo tuve que pasar una noche en la calle porque no tenía dónde dormir. En realidad eso no lo sabía nadie hasta hoy. Esa noche recuerdo que pensaba en mis duelos y en mis guerras, en la guerra amorosa, en la guerra económica y en la pena por estar lejos, pero siempre con el ímpetu de que aquello iba a cambiar. Hoy en día miro todas esas situaciones y me siento muy feliz con mi presente, me hizo madurar de forma prematura quizás, pero eso te cambia la noción de lo que verdaderamente importa en la vida, fue casi como una experiencia de psicomagia, una terapia de pánico.
— Entonces, ¿México lindo y querido?
Sí, los mexicanos son increíbles. Cuando todo empezó a mejorar y pude conocer más gente me pasaba que hablaba tres minutos con alguien y me decían “mi casa es tu casa”. Yo creo que un mexicano si le hubiera tocado vivir la misma situación que pasé yo pero en Chile, sería muy distinto, seguro se las tendría que ver solo. En cambio acá nunca me han dicho que no, al mexicano le cuesta mucho decir que no y he encontrado personas maravillosas que incluso a veces me olvido que estoy haciendo folklore chileno, porque son muy abiertos y receptivos con la música.
— Y la comunidad de chilenos en México, ¿es cierto aquello de la fraternidad?
Puedo hablar por mi, y sí. Yo me siento también muy recibidor de chilenos. Más allá de estas situaciones difíciles que te he contado, también hay otros chilenos que me han acompañado un montón, el Felipe Castro por ejemplo (a.k.a Felicaster), he entablado amistades muy bellas con Coco Godas, con quién además estoy produciendo mi disco, tambiéb con Benjamín Walker, estuvo en mi casa hace pocos días Claudio Reyes (director musical) y es algo que se va dando de forma natural y te hacen sentir no tan desamparado en un país que podría sentirse abominable a ratos.
Pero también creo que hay chilenos que se refugian mucho en su mismo círculo y no salen a involucrarse con lo que está pasando entre los mismo mexicanos, y considero que es importante estar al día con la cultura y con los códigos del ecosistema que estamos habitando, y a los artistas que rompen ese círculo veo que les comienza a ir mucho mejor y tocan más.

“México ha sido de dulce y amargo, pero sigo sintiendo la necesidad irracional de hacer música y me deprimo mucho cuando no lo hago”
– El Mulu
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Proyección en Latinoamérica y primer recital en Chile
— Vas a Colombia, invitado a acompañar a otro artista, ¿cómo enfrentas estos nuevos pasos por el continente?
Esto es un sueño y me tiene muy emocionado, es algo que había querido hacer hace mucho tiempo. Es lindo porque es un paso que devela que el proyecto está creciendo y en Colombia hay un nivel de cantautores y de escena musical muy alto. Mareh es un músico amigo que es de Cali y vamos a hacer una gira por tres ciudades de Colombia y yo estoy invitado a acompañarlo en el aniversario por los 10 años de su primer disco; vamos a tocar en Cali, Bogotá y en Medellín.
— ¿Cómo ves Chile en perspectiva y qué sentimientos te evoca por fin venir a dar tu primer concierto en Santiago?
Es una espina que tenía clavada hace tres años, e incluso había gente que no creía que era mi primer concierto en Chile, me preguntaban “¿pero cómo, si eres de allá?” y es cierto, nunca tuve la oportunidad de hacer algo en solitario con el proyecto El Mulu. Voy a telonear a Manuel García en Viña del Mar y La Serena a comienzos de enero y el concierto de la Sala Master del día 9 de enero es una fecha que marca el hito de a lo que voy a Chile. Estamos preparando algo muy bonito, está Benja Walker de invitado y Olivia García va a ser el acto de apertura.
Para mi tocar en Chile es un sueño y a la vez que una promesa que me estoy autocumpliendo, pero no deja de ser una visita para luego retornar a México.
— ¿Sentiste alguna vez miedo de fracasar netamente por la distancia?
Si, pero la música me salvó.
— ¿De qué te salvó?
¡De la tristeza poh huevón, de las adversidades! Hay gente que en mi situación se regresa, con las manos vacías. Lo único que me mantuvo de pie fue la música. Hoy en día toco canciones que escribí con tristeza pero que las puedo reinterpretar con alegría. Hay gente que me ha dado las gracias porque estaba pasando o pasó una situación difícil en su vida y se me acercan contándome que una canción mía los acompañó en ese proceso, y eso es una bomba de emociones que solo me generan motivación para seguir.
— Terminemos hablando de Ignacio, la persona detrás de El Mulu: con todo lo que has tenido que pasar ¿te consideras un hombre fuerte?
Sí, pero vulnerable también
— En una de tus canciones hablas sobre la cobardía (Volcán, 2021) ¿Te has sentido un cobarde?
Si.
— ¿De donde viene la fortaleza entonces?
De la necesidad irracional y casi estúpida de hacer música sin parar. No tiene explicación.
— Si te encontraras hoy al Mulu de hace 5 años cara a cara: ¿te reconocerías? y ¿qué le dirías?
Si, lo reconocería, porque recuerdo a un Mulu super frágil y vulnerable. Lo abrazaría y le diría: “tranqui”.
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El Mulu se presenta el próximo 9 de enero en la Sala Master de la Universidad de Chile, en lo que será el primer concierto de su carrera en Chile. Puedes adquirir las entradas a través del sistema Portaltickets.com.
