A poco más de siete meses del lanzamiento de Rey, y a dos años del anuncio de su participación en Lollapalooza, Camila Moreno parece más inspirada que nunca. Con coqueteos con el trap y un vuelco narrativo hacia la ciencia ficción, la propuesta de la autora de Quememos el reino se expande cada vez más hacia nuevos horizontes. Y así lo demostró su show en la más reciente versión del festival que celebra diez años en Chile.
La artista presentó el universo cyborg de Rey en el escenario Lotus con un extracto del primer capítulo de su historieta «X Y M». Con el tema titular, Es real y Déjame, comenzó la presentación que ya en sus primeras canciones prometía dejar a nadie indiferente. Porque si hay algo que caracteriza a Camila Moreno, es el especial cuidado con el que trata a su propuesta en directo.
Los atractivos atuendos «post apocalípticos», como describió la artista, sincronizaron muy bien con la iluminación en colores amarillos y naranja. El ambiente de furor y expectación creció todavía más con la participación de Francisco Victoria en Tu mamá te mató, la que fue coreada al unísono por la mayoría de los asistentes. El repaso por Panal y Mala Madre continuó con Sin mí, Libres y estúpidos e Incendié, sorprendiendo estas dos últimas gracias al nivel de la banda que acompañó a Moreno. Al contrario de otros artistas que no corrieron igual suerte, el sonido estuvo, sencillamente, impecable. Tanto en ejecución como en su amplificación.
El peak por antonomasia de la noche llegó con el corte surgido a propósito del estallido social de 2019, Quememos el reino. La canción, que aspira a ser una de las más emblemáticas de la carrera de la artista, tuvo una duración extendida de alrededor de siete minutos y que fácilmente pudieron llegar a diez. La facilidad de Moreno para reversionar su repertorio es una de sus más destacadas cualidades y, en esta ocasión, tanto la letra como la batería y los sintetizadores elevaron el tema a un estatus todavía más potente y enérgico.
Hombre, la canción que vino a continuación, tuvo un idéntico desempeño. Ocupando casi 10 minutos del show, sólo podría describirse como un trance colectivo y un momento de catarsis. Jugando con las pausas, los silencios, las luces, las pantallas y el entusiasmo del público, la artista hasta tuvo tiempo para entregar regalos al público. «Ser tan buen un ladrón, impostor, un asesino y también un farsante», se escuchó con furia y garra bajo el manto de una luna llena que la misma artista pidió a los asistentes que contemplaran.
Hacia el cierre, Camila Moreno interpretó Te quise y el poema musicalizado de Gabriela Mistral, Corderito mío. Con la complicidad del público, que mantuvo un respetuoso silencio en esta última, vino también Cacapaf, en la voz del hijo de la artista. Como tema final, Comer llorando cumplió y dejó el concierto en lo alto, logrando que los asistentes rogaran por una más.
El estándar de la música chilena en vivo tiene nombre y es Camila Moreno. Sin dudas, la cantante e instrumentista puede convocar sin problemas a conciertos acústicos y de público más reducido. Pero gran parte de su repertorio está hecho para festivales y multitudes y pide a gritos un registro audiovisual para la posterioridad. La artista entregó un show de altísima calidad y se inscribió como uno de los mejores de las tres jornadas.