Convertido en una de las figuras fundamentales del trap chileno, Polimá Westcoast volvió a Lollapalooza tras su debut en 2019 con una bateria de éxitos que le han otorgado reconocimiento en todo el continente. Con una impronta de gurú en la escena gracias a su envidiable olfato por los éxitos y su cualidad por hacer estribillos memorables, el cantante repletó el Perry’s Stage y dejó al público pidiendo más.
Con un repaso a su carrera que incluyó canciones antiguas y otras más recientes, el autor de LuisMi compartió escenario con pesos pesados de la escena como Pablo Chill-e, Pailita, Galee Galee y Young Cister. Fueron dieciséis las canciones que formaron parte del espectáculo y que fueron coreadas en su mayoría por el multitudinario público que estaba atento a los movimientos de Westcoast y, también, a las palabras de agradecimiento que expresó con relativa frecuencia.
Si bien, hubo momentos destacables, el show fue algo monótono y no presentó una puesta en escena atractiva como varios de sus símiles sí lo hicieron. Siendo un artista de renombre y con la capacidad de convocar a multitudes, el escenario muchas veces se vio oscuro y vacío, estando por debajo de su actuación en la versión anterior del festival. También, comprendiendo el uso estético y artístico de este, el empleo de autotune fue, a ratos, excesivo y provocaba que muchas veces no se entendieran las palabras que pronunciaba.
Pero si de momentos memorables hablamos, la presencia de los artistas mencionados dieron un subidón de energía a la actuación. Como ya es costumbre en los conciertos de trap, esta especie de fraternidad subió al escenario causando la conmoción entre el público. Éxitos como Te quiero ver, Esto no es una canción de amor, Cu4tro y My Blood reflejaron la aspiración de estos artistas de llegar a un público más internacional, y ya está claro que tienen todas las facultades para hacerlo.
Hacia la parte final del concierto, Polimá y Pablo Chill-e subieron a una plataforma que se encontraba en medio del gentío que presenciaba el espectáculo. Esto entregó dinamismo y también el factor sorpresa que necesitaba la actuación. Momentos después, nos enteraríamos que el artista sufrió una descompensación cuando terminó el show, y tuvo que ser sacado en ambulancia del recinto. Afortunadamente, no pasó a mayores y pudo actuar al día siguiente con Chill-e.
En resumen, hay Polimá para rato. Y para mucho más. Si algo dejó en claro su segunda presentación en Lollapalooza Chile es que la gente lo quiere mucho. Y que también hay un diamante que se puede pulir todavía más. Chile está dando cátedra en el género y va bien encaminado para ser un referente mundial en la escena. Pero, mientras eso ocurre, hay tiempo para mejorar, perfeccionar y para explotar las capacidades que en este país hay de sobra.