Congelador es la banda fundadora de uno de los sellos más impactantes que han salido de nuestras tierras: Quemasucabeza. Desde los años noventa se han encargado de mostrar su trabajo en diversos escenarios de Chile y del mundo. Como dato curioso, Gepe formó parte de esta banda por un período de tiempo como segundo baterísta. Después de tres años de su exitoso disco “Cajón”, regresan con nuevo disco titulado: “Persona”.
En un ánimo claustrofóbico comienza la canción “Animal”, que en un riff de guitarras y pianos bien hipnótico, me recordaron un poco a la banda norteamericana Swans. Las voces están presentes en formas de susurros que luego se transforman en gritos. Un primer track que nos seduce a atraparnos y quedarnos pegados escuchando lo que viene.
En “Navegar” pasamos de la claustrofobia a un inmenso océano. Por lo visto el concepto del mar es algo que quiere Congelador que admiremos. Esa grandeza que nos maravilla siempre. Los arpegios electrónicos y las voces con una increíble dinámica que acarician tus oídos, conforman un tema dream pop de lujo. Podría durar eternamente esta canción y no te aburre.
La siguiente canción llamada “Una Espina” es una vuelta a esta especie de máquina hipnotizadora que con pocas líneas en los instrumentos logra cautivar al oyente. La dualidad de voz masculina y femenina es brillante, se juntan en una sólida forma. Además contienen unos hermosos sonidos de cuerdas mientras las guitarras llegan al delirio. En la misma línea, pero con el protagonismo de Rodrigo Santis en la voz y guitarras, sigue el tema homónimo. Los teclados en un sonido sacro se incorporan al incesante guitarreo.
Entramos en una de las canciones más interesante del largaduración, “El misterio del pan”, sampleando un discurso de Enrique Barilari, quien habla de que el pan no es la única necesidad del hombre sino también la música lo es (entre otras cosas). Todo esto en una brillante performance instrumental en donde cada miembro tiene su protagonismo.
El track “Barco” es un puente instrumental donde el piano está acompañado de diversos sonidos que hace una bella progresión. Inmediatamente sigue “Una forma de ser” que vuelve a esta esencia industrial que te lleva a una gran fábrica de metales. Y de pronto seguimos con un balazo: “Algo que conocía”, una canción que podría clasificarla de punk, sonidos abrasivos y gritos que te llegan a dar espasmos en un climax.
Tomamos un respiro en “Bajo Cero”, que pareciera que es sólo un calentamiento de los músicos para luego tomar los sonidos de sintetizadores. Todo esto para prepararnos para el gran final con “Cruzar el cielo”, un ritmo folclórico en una especie de despegue sonoro que nos dirige a la inmensidad de la atmósfera. El bajo pega aletazos mientras la percusión marca el ritmo casi de ritual indígena.
Este disco es realmente impresionante. Evoluciona de una manera perfecta. Hipnótico y mecánico pero a ratos te suelta a que dances con sus atmosferas en espacios abiertos. Uno de mis favoritos del año a partir de ahora, una invitación a sumergirse a sonidos más avant-garde como la música concreta, el industrial. Este es un disco que inmediatamente quema tu cabeza.