Foto por Diego Rosales
En 2017 Natalia Pérez (o Natti) decidió darle rienda suelta a su proyecto solista bajo el seudónimo de Cancamusa, en paralelo a su rol de vocalista y baterista en Amanitas. Natti quería enfrentarse a su desafío más importante, dejar las baquetas por un momento y pararse frente al micrófono y mirar a los ojos del público. Esos ojos que muchas veces estuvieron ocultos, detrás de su energía en la batería.
«Sinceramente ha sido un bello tiempo para descubrirme», cuenta la artista desde su residencia en Ciudad de México. «Llevo muy poquito tocando en vivo y quiero lograr unir todas mis posibilidades en un show. Me ha gustado mucho salir de la batería y cantar, pero también quiero tener momentos y tocar batería como Phil Collins«, dice.
«Ser baterista es parte de mi identidad y es algo que no dejaré de lado en mis futuros shows como solista», agrega.
Conversamos con Cancamusa, quien este viernes 27 de marzo presentó «Cisne – Lado Negro», primera parte de su álbum en solitario, realizado junto al productor Sinclavi. Además, toma un descanso tras un extensa gira como baterista de Mon Laferte.
Tomar las maletas e irse a vivir al extranjero debe ser un desafío importante. Ahora, que ya ha pasado un año desde aquel viaje ¿sientes que fue la decisión más importante que has tomado en tu vida?
«Claro que sí, es probable que sea el desafío más grande que he vivido hasta el momento. Significó no ver a mi familia en un año, conocer el mundo de las giras intensas y los viajes constantes. Es curioso, porque siento que estuve más viajando que en México y eso fue una experiencia enriquecedora. Sin duda es una decisión importante en mi vida porque me fui a otro país a vivir y comenzar hermosamente de nuevo».
¿Ya te acostumbraste a México o aún extrañas cosas de Chile?
«Por distintas razones desde niña me he acostumbrado a los cambios fácilmente y México es un país muy cálido en todos los sentidos. He conocido gente maravillosa y desde que llegué me siento en casa. Es muy probable que eso también sea porque mis abuelos, en el sur de Chile, escuchaban mucha música mexicana. Llegar a este país y caminar por las calles, sentir la vibra de pueblo, comprar en negocios pequeños, los sastres, el zapatero, me traslada todos los días a mi origen y a mi pequeña ciudad».
En Chile estabas con Amanitas ¿qué pasó con la banda?
«Amanitas fue la banda con la que estuve más de 5 años. Di todo mi tiempo en ese proyecto y por eso, tal vez, en un momento en que mi vida se puso difícil en Santiago (económicamente), acepté la invitación de venirme a México. Con Amanitas tuvimos el plan de comenzar nuestra carrera en México, de hecho tuvimos un par de fechas en junio del 2019 y dejamos un EP grabado que armamos ese mes que estuvimos juntas. Posterior a eso, cada una comenzó a hacer sus proyectos y por distancia tuvimos que darnos un tiempo. Sé que algunas de las chicas planeaban venirse a vivir este año a Ciudad de México a hacer sus proyectos. Pero en enero de este año nos juntamos y en medio de una gran conversa, las cinco quisimos separarnos con mucha tranquilidad por un tiempo, nos faltaba respirar un poco para en un futuro volver a reencontrarnos en un mismo lugar«.
El pop cinemático de Cancamusa
La cantante estrenó la primera muestra de «Cisne», su disco solista que ha trabajado incansablemente desde que pisó tierras mexicanas (e incluso antes, cuando estaba todavía en Chile). El término que ocupa para definir este trabajo y su proyecto en general es «pop cinemático”.
«Mi forma de crear siempre ha estado ligada a los colores a través de la sinestesia, ya que desde niña he relacionado la música con colores y algunas voces con sabores, entonces cada una de mis canciones tiene un color o una gama de colores», detalla.
En este sentido, explica que «cada canción es de un color o una gama y además mi gusto por la música de cine se hace evidente, porque junto a Sinclavi nos gusta incorporar y procesar muchos sonidos como de foley en las producciones».
«Este disco es una invitación a cerrar los ojos y a viajar. Algunas canciones son mi historia personal como ‘Mente Sola’, ‘Antílope’, o ‘Cisne (Invertebrado)’, pero hay otras que son tu historia, como ‘Nublado y tú con sol’ o ‘Huracán de Fuego’, las que quedan son historias de amor.
Según los videoclips que has publicado se puede ver una propuesta futurista, como un personaje místico o de ciencia ficción ¿intentas crear un personaje con Cancamusa?
«Me gusta mucho la onda retrofuturista, en ella encuentro actualidad y es parte de la dualidad en la que vivimos. Entre la precariedad y la máxima tecnología. Me gusta imaginar, me gusta el surrealismo, las fábulas. Me gusta incorporar animales en mis letras, hablar de mis sueños y del universo, pero es algo natural que siempre ha estado en mí, sin pensarlo. No quiero crear un personaje, de hecho, en los vídeos hasta he querido vestirme muy similar a como lo hago siempre. Todo lo que he mostrado es parte de mí y de mi personalidad, es parte de aceptarme y entregar con mucha sinceridad quién soy y lo que veo como artista, lo que pienso y siento».
Quizás sea una pregunta cliché, pero ¿hay alguna diferencia entre Natalia Pérez y Cancamusa?
«En este momento solo el nombre. Pensé hace algunos años en eso, pero no podría tener una diferencia. Yo escribo mis canciones y en ellas están las experiencias de Natalia. Es lo mismo, solo que quise inventar un nombre para este momento. Eso sí, tengo un tema con los nombres, no siento que me represente un nombre, por eso también quise inventar algo distinto».
Dato: La RAE define a cancamusa como «dicho o hecho con que se pretende desorientar a alguien para que no advierta el engaño de que va a ser objeto «.
Ser batera de Mon Laferte y la intensidad de Viña 2020
Los primeros acercamientos de Natalia con la batería fue una realizada con ollas y cojines, quien diría que años después este se convertiría en su instrumento predilecto. Dado a su talento con las baquetas, su amiga Mon Laferte la invitó a incorporarse a su banda para la gira del disco «Norma».
La artista describe este tiempo con Mon como «una experiencia llena de aprendizaje» y «apasionante». Con cierta alma de periodista musical, Natalia entrega su visión sobre la cantante nacional y la compara con Juan Gabriel en sus shows en vivo.
«Mon, por sobre todo, se caracteriza por ser una cantautora latinoamericana con una potente voz y eso siempre es un desafío, porque desde mi lado debo apoyarla, escucharla y seguirla a donde ella vaya musicalmente. Su interpretación y muchas canciones varían en vivo y cada show es distinto, como batera debo estar atenta a eso«.
Te incorporaste a una banda, donde también incluyeron a otros músicos chilenos (Sebastián y Rulo) y, por lo que se ve en redes sociales, han formado una hermandad bien bonita ¿es tan así?
«Jajaja, claro que sí. Tuvimos la fortuna de estar en la misma sintonía junto a Rulo y Seba. No es por ser chilenos o compañeros de banda. Tuvimos onda desde la primera vez que nos vimos, nos quisimos mucho. Además, vivimos juntos los primeros meses que llegamos a México y fue muy lindo. Son mis nuevos mejores amigos a quienes les cuento casi todos mis secretos, jaja. Ellos han sido una parte fundamental estos meses. Me han apoyado en mi carrera como solista, en momentos de inseguridad, son mi familia aquí en México. Es una relación de amor y confianza recíproca. Estoy muy pendiente de sus vidas, de sus proyectos y de la felicidad de cada uno, quiero que estén bien. Los tres tenemos un grupo en WhatsApp, por lo tanto ¡el cariño que se ve en redes sociales es real! Seba vive en el piso de abajo y pasamos harto tiempo riendo y tomando café desde temprano».
¿Cómo sentiste la presentación en Viña 2020? ¿Había nerviosismo en el equipo?
«Wow, de todos los shows que he vivido ha sido el más intenso en todos los sentidos. La realización de este festival fue en un contexto muy difícil. Pienso que para ningún artista fue fácil tocar en esta versión, ya que lo hicimos durante la crisis social. En medio de la injusticia tocamos para un país que no ha visto cambios y que no ha tenido respuestas. Esto fue y es doloroso».
«Sin embargo, en medio de este caos hubo un avance en la historia de la música chilena: existió una noche de música chilena femenina y con dos artistas que han apoyado el movimiento. Siempre me ha costado comprender el Festival de Viña por el aire a circo romano. No me gusta que la gente sea humillada, no quisiera que sea parte de la cultura chilena. No me gusta explicarles a amigos de otros países que ese sonido de abucheo es el “monstruo”. La gente en el extranjero no lo entiende y para mí siempre resulta incómodo»
«No me gusta idealizar ningún concierto, muchos son especiales. Sí tengo conciencia de que el Festival de Viña es muy importante en Latinoamérica, que mucha gente lo ve por TV y que acompañé a una tremenda artista en un momento en que se estaba escribiendo un capítulo de la historia de Chile».
«Es un festival con una vitrina tan grande y eso es bacán, pero es extraño que en Chile se lleve a cabo el “Festival más grande de Latinoamérica” y que los artistas y muchos músicos de sesión nos tengamos que ir del país para tener trabajo. Eso es porque en nuestro país, además de tener una industria pequeña, no se está invirtiendo en música, arte y cultura. Todos los años hacen lo de la alfombra roja y no invitan a los músicos, los grandes artistas y poetas del país. Todo es para la TV con la gente de TV. Debería existir una mayor calidad en el contenido».
«Por todo esto me pareció una versión especial este año, porque se dejó de lado el desfile de manos y uñas, entre otras cosas, y me sorprendió enormemente que todos los artistas chilenos tuvieron su espacio para expresarse y hablar desde su lugar sobre la crisis social del país. Eso fue muy emocionante».
También te sumaste a este coro de mujeres cantoras ¿cómo fue participar de esta bella intervención?
«Fue muy lindo. La mujeres por naturaleza portamos creación. Mi familia está compuesta solo por mujeres y he estado en bandas de mujeres, es algo natural para mí, pero sé que en este tiempo es muy importante estar unidas y apoyarnos entre nosotras. Mon me invitó a participar y fue una intervención muy potente energéticamente. Lanzar un grito junto a todas esa noche fue levantarse ante todo el país y Latinoamérica para contar que siempre hemos sido muchas y que nuestros derechos se deben respetar».
A propósito, ahora que participas en más festivales alrededor del mundo, ¿todavía es extraño ver a una mujer en la batería o crees que es algo que se ha ido deconstruyendo?
«Claro que sí, el cambio de paradigma que genera ver a una instrumentista es real. El hecho de que hoy las instrumentistas tengamos más espacio en los escenarios y mayores oportunidades contribuye al cambio de paradigma: me refiero a que, en la historia de la música, los hombres han tenido más espacio para desarrollarse y las mujeres no, en consecuencia, eso ha hecho que hoy además seamos menos».
«Estuvimos tocando con Mon en un festival en Pirineos y cuando terminamos de tocar, el director del festival con el equipo me fueron a buscar al camarín para conversar. Me dijo que ese día era muy importante para ellos, porque era la primera vez en la historia del festival que pisaba el escenario una instrumentista, en este caso baterista. Esto me conmovió muchísimo, porque el tema de la visibilización de la mujer en la música es realmente importante».
«En la historia de la música chilena femenina, artistas como Mon Laferte y Javiera Mena han cumplido un rol fundamental al invitar a otras mujeres a integrar sus bandas. Es un gran mensaje de inclusión y un ejemplo para nuevas generaciones de músicas que se sienten inseguras o no se han atrevido. La música no tiene género y muchas veces me cansa hablar de mi visión como mujer. Me gusta hablar como artista, pero sé que en este tiempo es importante hablar desde ese lugar para que el día de mañana las mujeres hablen de sus obras y no de las diferencias. En este contexto me siento muy empoderada detrás de la batería. Al tocar en Viña con una artista tan potente espero que inspire a muchas mujeres a tocar batería».
Crisis social vista a la distancia
El 18 de octubre del 2019 comenzó la revolución en Chile bajo el lema: «Chile despertó», que representa la rabia acumulada de un pueblo que solo pide algo tan simple y necesario como dignidad. Para Cancamusa, este movimiento social «ha servido para cuestionarnos hacia dónde vamos como seres humanos».
«Habíamos perdido eso como sociedad chilena, sobre todo viviendo al ritmo de Santiago o de las ciudades grandes. Ha sido bello ver cómo la gente de las ciudades más grandes ha vuelto a su centro y a reconectarse con sus vecinos. Por otra parte, ha sido una bofetada de amargura y me da mucha impotencia ver cómo un problema que se ha hecho conocido a nivel mundial con gran fuerza, no ha sido reconocido por las autoridades y no se ha hecho justicia».
En este contexto, sus ojos están puestos en las zonas más pequeñas del país, «donde la salud y las problemáticas se hacen más evidentes», cuenta Natalia, quien creció en La Unión, ciudad ubicada en la Región de Los Ríos.
«Conozco las necesidades de los lugares más apartados, la centralización de los recursos y de las carencias que tiene el sistema de salud en provincias», relata.
«Me crié en una ciudad tan pequeña y para los artistas sureños es el doble de esfuerzo. No quiero que los jóvenes se vayan de los bosques y lagos para tener acceso a una educación artística o para tener mayor acceso a la cultura. Sus costumbres y cosmovisión ya representan su propia cultura y eso es muy valioso»
«En mi ciudad no teníamos espacios para seguir desarrollándonos, el arte no tiene lugar. Y con ese panorama muchos jóvenes se endeudan. En un futuro cercano quisiera llevarles oportunidades y vivencias, porque un músico o música del sur que se cría entre árboles y respira entre ríos tiene una esencia distinta y no quiero que pierdan ese ambiente por entrar en las grandes ciudades por un espacio. Las grandes urbes están colapsando, no dan más, y no hay una buena calidad de vida. La creatividad de los artistas de regiones es algo distintivo que posee un color especial, eso quiero potenciar a futuro».
«Estamos pasando por una crisis sanitaria mundial y en estos momentos es donde queda en evidencia la desigualdad en todos los aspectos»
¿Cómo viviste esos primeros días estando a la distancia?
«Lo viví desde el celular y los medios alternativos, como todos los que estábamos lejos. El celular cumplió un rol fundamental, pero a la vez fue y es un arma que nos hace mucho daño, porque esa violencia a la que nuestro pueblo ha sido sometido es terrible verla una y otra vez. Pero, al mismo tiempo, éste fue una herramienta que nos ayudó a visibilizar el movimiento, para difundir marchas y en aquel momento para dejar en evidencia todos los casos de violaciones a los derechos humanos».
«En un momento sentí que estaba viviendo en un loop y todos compartiendo lo mismo. En ese instante pensé: ¿estoy siendo un aporte real a este movimiento? Cada uno de nosotros suma y aporta algo sin duda, pero pienso que el cambio real viene desde el interior, desde el preguntarse: ¿qué estoy haciendo con mi vida y mi oficio para ayudar a mejorar el mundo y mi tierra?»
La comunidad de músicos chilenos en México ha sido bien activa con iniciativas, ¿has podido involucrarte en ese sentido?
«Sí, estamos en contacto casi siempre. Cuando comenzó la crisis nos apoyamos muchísimo, porque fue duro estar lejos y ver sufrir a nuestra gente, nuestros amigos y familia. Nos apoyamos, porque los latinos tenemos muy metida la mala onda de “la culpa” , y en algún momento sentimos erradamente culpa por no estar ahí y no poder ayudar. Pero pensamos que habíamos tomado la difícil decisión de irnos de nuestro país por lo mismo, porque en muchos casos nuestra vida ya era insostenible en Santiago como artistas y eso nos dio fuerzas para seguir en México«.