Foto por Víctor S. Gálvez
Veinte minutos de demora no opacaron una noche de mucho baile y sudor. Entre cuatro paredes, un bar y balcones, la superestrella logró convertir al antro metropolitano en el núcleo de su universo musical.
La jornada del 26 de octubre culminó en lo alto de la intensidad. Gracias a una pulcra presencia escénica, Dime Precioso (2024) adquirió un renombre especial en su segunda velada de presentación. En poco menos de dos horas, el artista chileno ofreció una celebración completa de su carrera; un recorrido del talento que lo ha posicionado como una de las figuras más admiradas de la música nacional.
Desde sus nuevos temas como Gaucho y Paris, Tal Vez? hasta momentos de nostalgia con Amar en el Campo de su época en Teleradio Donoso, Anwandter osciló entre lo nuevo y lo clásico con una fluidez asombrosa, dejando claro que su música sigue en constante transformación y expansión.
Minutos antes de que las luces se atenuaran, el subterráneo se preparaba con las máquinas de humo y los ventiladores funcionando. Ello, a la par de, por supuesto, la energía del pop queer único del lugar. En este entorno vibrante, los cientos de oídos estaban listos para recibir los acordes que provocarían una sed insaciable de baile.
Desde el primer acorde, Alex Anwandter envolvió a la audiencia en un setlist que, lejos de ser lineal o conceptual, fue un viaje a través de su evolución musical.
¿Cómo no iba a ser un evento inolvidable? Y es que ¡estuvo acompañado de una banda excepcional y coreografías calculadas con pie de metro!
Bajo el apoyo de Marcelo Wilson, Belén Farías y Raúl Abarca en los instrumentos y, la incomparable voz de las coristas Celeste Shaw y Rosario Lircay, el artista mantuvo un equilibrio perfecto entre lo real y lo multipotencial; de lo humano e inhumano.
Con su característica prenda rayada, Alex Anwandter no perdió, en ningún momento, su espontaneidad y brillo sobre la tarima.
Un espectáculo para todos
Tal como si la Blondie se situara en una Ibiza extremadamente diversa, la energía no se detuvo en (casi) ningún momento; el espectáculo estaba diseñado para que la audiencia bailara sin parar al ritmo de melodías que le gritaban a la libertad. Con una estructura alejada de lo conocido como un concierto tradicional, los láseres y luces ambientaron el espacio para darle sentido a un set cuidadosamente planeado.
Aunque lo aseguramos de una forma extrema, sí hubo excepciones. La intimidad y la reflexión se sintieron con fuerza en interpretaciones como Cordillera, donde, solo con su guitarra, Alex Anwandter dejó ver el lado más político de su arte. Eso no fue todo; con Tormenta, pudimos ver, una vez más, los compases vulnerables de su repertorio.
La dualidad de su perfil musical fue una aliada para esta presentación. El marcado contraste entre la pasión desbordante y los instantes de placidez permitió que se conquistaran tanto a quienes buscaban bailar como a aquellos que querían conectar más allá de lo kinésico.
En definitiva, la segunda noche de Alex Anwandter en Blondie fue muchísimo más que sólo un lanzamiento de disco; puso en evidencia una reafirmación de su talento y versatilidad.
Mediante himnos compartidos y promesas de seguir rompiendo barreras, Anwandter demostró una vez más por qué es una de las voces más influyentes y queridas de la escena chilena. Fueron dos fiestas inmersivas en las que se presentó un universo que debería situarse en los escenarios más grandes a nivel mundial.
❝Y en la noche, llévame a la Blondie...❞
Unx de Nosotros (feat. Javiera Mena) (2023)