Durante estos días de estallido social varios amantes de la fotografía (algunos aficionados y otros que se dedican de manera profesional) han salido a las calles para tener un registro tácito de lo que está sucediendo. Sin embargo, la represión de las Fuerzas de Orden han impedido en varias ocasiones obtener una captura clara, siendo oprimidos, perseguidos e intimidados para que lo registrado no salga a la luz.
El Estado le teme a la fotografía y no es algo nuevo. Es inevitable traer al presente la represión vivida durante la dictadura de Augusto Pinochet a reporteros gráficos, porque era la única forma de evidenciar lo que muchos familiares de Detenidos Desaparecidos reclamaban. Luis Navarro es un ejemplo de ello. Tras el hallazgo de osamentas humanas en Lonquén, Navarro es nombrado perito fotográfico por la jueza del caso. Después cuatro días de trabajo en los hornos donde se hallaban los restos, obtiene el primer testimonio gráfico de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura militar.
En junio de 1981 se fundó la Asociación de Fotógrafos Independientes (AFI) (que se extendió hasta la vuelta de la democracia) con el fin de tener una credencial que los valide como profesionales que estaban cubriendo las marchas y diversas manifestaciones de la época. De esa organización nacieron registros de Jorge Ianisewsky, José Moreno, Inés Paulino, Paz Errázuriz, Juan Domingo Marinello, Helen Hughes, Claudio Pérez, Kena Lorenzini, Luis Weinstein, Paulo Slachevsky y tantos nombres más que hicieron de la fotografía un archivo testimonial e histórico. Algunos fueron atacados en reiteradas ocasiones por militares, mientras que otros fueron asesinados a sangre fría. Un caso conocido es el de Rodrigo Rojas de Negri, quien fue rociado con bencina y quemado vivo en plena vía pública.
Hoy, tras el estallido social, los oscuros momentos de la dictadura militar vuelven al presente con algo de angustia y dolor. Si en ese tiempo le exigían a los fotógrafos pasar el rollo de su cámara, hoy son las tarjetas de memoria su principal arma de almacenaje histórico. “Dentro del fotoperiodismo uno se arriesga para adquirir el registro más sensato y veraz de la realidad”, dice Cristóbal Basaure, dedicado a registrar lo que ocurre en las calles de Valparaíso desde 2014.
Basaure afirma que ha recibido constantes amenazas de la policía y militares, incluso, apuntado directamente con sus armas y atacando su equipo de trabajo. Su objetivo, cuenta, es “exponer la realidad tal cual es, hacer la verdadera contra información de lo que no se muestra en los medios convencionales de prensa”.
Un testimonio similar es el que tiene Nicole Kramm, quien dejó la carrera de Química para entrar en el mundo del fotoperiodismo y el cine, dos áreas que las describe como “un arma poderosa para comunicar”. “Para mí es un deber político y social como comunicadora y activista evidenciar a través de la visualidad y el relato lo que el pueblo está viviendo”, cuenta Nicole, quien agrega que “en tiempos de contracultura televisiva, los medios independientes son la pantalla comunicacional de la revolución del pueblo”.
Así como varios colegas, la fotógrafa también ha vivido momentos de represión por parte de las fuerzas de orden del Estado: “la policía militarizada siempre nos escoge como ‘blanco de interés’”, dice Kramm. Además, denuncia “la individualización y golpes mientras se hace registro a personas que ellos detienen de forma violenta; amenazas, detenciones y disparos de balín directo a la cara. Gracias a la cámara frente al ojo y a las precauciones de seguridad que tomamos, estos balines a algunos nos han rebotado, pero otros y otras colegas no corrieron la misma suerte” agrega.
“Uno de estos días estaba grabando para un medio internacional mientras un carabinero me sigue y me tira una lacrimógena directamente al cuerpo. Está grabado como se acerca y me la lanza deliberadamente a unos tres metros, ni se inmuta, pero el agresor me quemó la mano derecha, causando molestia y dolor para trabajar. La herida se infectó por dos días, ahora ya está cicatrizando”, reclama la fotógrafa, quien interpuso una denuncia con abogados que llevan paralelamente otros 80 casos de fotógrafxs heridxs.
El 4 de noviembre mientras cubría las manifestaciones para el sitio Vice en español, Denise Eichin (conocida como @cebra_photo en Instagram) denunció públicamente el disparo de tres perdigones por parte de carabineros. La publicación va acompañada de un video donde se evidencia el momento exacto en que es impactada por la policía armada.
“Esta vez la policía me disparó, años anteriores me habían pasado otras cosas. Me han llevado detenida por tomar fotos, me han roto memorias de la cámara, me han pegado lumazos, me han botado con el chorro del lanzaguas, me han insultado y humillado”, dice Eichin, quien asegura que esta represión no es solo de ahora.
“Ahora ya nos están disparando, mis colegas camarógrafos tienen perdigones en las manos, porque los pacos apuntan a la cara pero nosotros tenemos nuestras cámaras”, agrega.
Durante su carrera, la fotógrafa ha documentado diversas movilizaciones, que van desde el movimiento estudiantil hasta marchas por la protección de los recursos naturales. «Desde chica que salgo a las protestas y creo que la mejor forma para que la gente vea lo que está sucediendo es a través del documental visual», dice.
Un testimonio similar fue el que dio a conocer el fotógrafo Gary Go, quien acusó de persecución por parte de Carabineros al punto de acorralarlo y golpearlo sin piedad en las cercanías del GAM. «Me quitaron la máscara anti gases full face y mi casco de bicicleta que traía puestos como protección para así golpearme en la cabeza. Mientras me golpeaban intentaron en todo momento quitarme la cámara de foto, tratando de romperla y llevársela, me decían reiteradamente ‘pasa la cámara’. A pesar de que expresé que era fotógrafo y que iba camino a casa siguieron golpeándome», denuncia el fotógrafo, destacado por sus registros de conciertos.
Sebastián González (@xsebastien) es otro de los gráficos que han estado presentes en las marchas, regalándonos una de las capturas más icónicas del estallido social. La fotografía, tomada el 19 de octubre (segundo día de manifestaciones) en Plaza Italia, muestra a un hombre acongojado en medio de los disturbios y alzando la bandera chilena. Una imagen simbólica que fue rápidamente viralizada en redes sociales.
El autor cuenta que la imagen le recordó a la famosa fotografía del hombre que sostenía una bandera en medio del desastre tras el terremoto del año 2010. «Esta fotografía me generaba todo lo contrario, para mí representa un Chile cansado producto de un cúmulo problemas que se vienen arrastrando a través de los años, sin perder esa esperanza de poder salir adelante queriendo un cambio para un país más digno» describe.
Sebastián conoce tres casos de colegas que fueron impactados por perdigones y afectados en distintos grados. «Me siento muy orgulloso de la cantidad de gente de todas las edades que se suma en esta consigna y demuestra su descontento, sale a las calles y se manifiesta ya sea con carteles, cacerolas, pitos, pero estoy muy en desacuerdo en el actuar de FF.EE al atacar de esa manera a la gente especialmente todos estos chilenos que han sido atacados perdiendo su visión. A veces pienso que salen a jugar a la guerra, que están en un simulador o que quizás hacen apuestas» confiesa el profesional especializado en fotografía de publicidad y de paisajes.
«Tenemos la misión que nuestra lucha no sea en vano por todos los caídos y heridos durante estas semanas. De este actuar tienen que salir los responsables y responder por sus actos», sostiene Cristóbal Basaure. Nicole Kramm, por su parte, señala que para ella «cualquier forma de lucha es válida mientras podamos erradicar la violencia económica, mental y social sistemática que se ejerce frente al pueblo y sea cual sea esa resistencia, debemos estar ahí para registrarla».
«Todo lo que está pasando en las calles es causa y efecto -dice Denise Eichin (Cebra)- el sistema colapsó, la gente empezó a despertar. La fotógrafa agrega que desde el regreso a la democracia «no hemos sido más que la herencia de una dictadura sangrienta, a que me refiero con esto, que tenemos una Constitución creada por Jaime Guzmán en la dictadura de Pinochet. Está todo hecho para que el sector enriquecido siga siendo protegido, y para el pobre, nada».
La cámaras fotográficas, así como los celulares, son las armas más letales que tenemos en nuestras manos. Indefensas, cuyo lente nos permite ver lo que está ocurriendo en las calles. Sin esos registros no podríamos saber lo que ocurre en Lo Hermida, el arresto de niños en Villa Alemana o las lágrimas de sangre de Gustavo Gatica tras perder la visión por el impacto de perdigones. Ellos tienen balas, nosotros el poder de desenmascarar los montajes del Estado.
* Nota de edición: Meses después de la publicación de este reportaje, Nicole Kramm fue víctima de un disparo de Carabineros de Chile, sufriendo un trauma ocular severo y perdiendo el 95% de la visión de su ojo izquierdo.
Reportaje realizado por Cristóbal Galleguillos. Agradecimientos a quienes accedieron a participar en este reportaje: Denise Eichin (Cebra), Nicole Kramm, Cristóbal Bisaure y Sebastián González.