Luego de dos años desde su último EP, ‘Sol de los Andes’ (2018), Pablo Álvarez, la mente creativa detrás de Arranquemos del Invierno, se encuentra arreglando los preparativos para su segundo álbum, un trabajo en el que se reencuentra con la naturaleza para construir una narrativa en el que esta es refugio y sanación.
Fotos por Camilo Bustos Delphin
Cuando las primeras notas de “Todas tus flores” empiezan a sonar, se puede percibir que hay un cambio a simple vista. Sin embargo, cuando se oye la voz, se nota que el sello vocal único de Pablo Álvarez sigue ahí, tal como lo oímos por primera vez en 2012.
El rastro se le había perdido al ex vocalista de Niño Cohete en los últimos dos años, pero en abril llegó de la mano con Camila Moreno con mucha fuerza, para lanzar el primer single promocional de su próximo disco ‘El Poder del Mar‘ (2020). “Con la intensidad personal salen canciones y música”, plantea como primer punto en la conversación.
Entre el sentir personal y la ficción
Pablo Álvarez siempre quiso la oportunidad de poder descubrirse como solista, y fue esta la razón de su salida de Niño Cohete en 2017. “Quería ver qué pasaba con la música cuando era más individual y no tan colectiva. No porque sea mejor ni peor, sino porque es otra manera de hacerlo. Quería ver qué pasaba con las canciones cuando era yo el que direccionaba el proyecto”.
Y lo logró. Arranquemos del Invierno está ad portas de estrenar su segundo LP, editado por el Sello Lanzallamas. “Me encanta escribir canciones. Es casi terapéutico para mí. Y no solo eso, sino que todo el proceso que rodea la canción: el trabajo del disco, la conceptualización artística trabajar con gente y lo que pasa con la canción cuando va pasando por los distintos procesos hasta llegar a su versión final. Todo el mundo que envuelve una canción lo encuentro fascinante y me llena mucho hacerlo”, responde al preguntarle por su motor creativo.
En esta línea, afirma que sus composiciones son, generalmente, una mezcla entre el sentir personal y la ficción. “Trato de escribir lo que me pasa, pero a través de una historia ficticia. Una mezcla entre algo real y algo ficcionado. El escenario en el que ocurren las historias tiene mucha ficción e imaginación. Son un poco inseparables, siento”.
Un sonido distinto
Motivado por la inquietud de probar algo nuevo y salir de su zona de confort, el artista empieza a cranear los imaginarios y sonidos por los que cruzaría en su nueva entrega, luego de estrenar ‘Sol de los Andes’ en 2018, pero sin ninguna idea preconcebida al respecto.
“Sabía que quería hacer un disco y una noción de dónde quería ir pero no lo tenía tan claro. En el proceso de producción, y a medida que iban apareciendo las canciones, fui cachando las canciones un poco más de afuera, y vi cómo estaban sonando, de qué hablaban y cómo se iban uniendo unas con las otras. Ahí se puede armar este mundo más grande”, afirma.
El estilo predominantemente folk se fue transformando en un pop versátil, a punta de sintetizadores, máquinas y bases electrónicas, lo que le da, en palabras de Álvarez, un sonido más oscuro que en entregas anteriores, tanto el letras como en sonoridad. Así, a la vez que Pablo expandía sus horizontes sonoros, se fue aclarando el camino que seguiría el segundo elepé que verá la luz el semestre próximo. “Era algo que quería hacer. Tenía muchas ganas de trabajar con ese tipo de arreglos y producción. (…) Eso me gusta caleta, sorprenderme un poco de dónde pueden llegar las canciones”.
En este sentido, un papel fundamental en la elaboración del álbum lo tiene el productor penquista Cocó (Mantarraya, Cigarbox Man), a quien conoció en Concepción. “Después de hacer el Sol de los Andes, quería tocarlo en vivo, así que le pregunté si quería ser parte de la banda. Ahí empezamos a armar este formato en vivo para ese disco y para canciones más antiguas. Musicalmente, conectamos súper rápido”.
Agrega que “cuando caché el mundo en el que se mueve el Cocó, el tipo de música que estaba haciendo y su manera de trabajar, me atrajo mucho. Así que cuando quise hacer este disco y tenía toda esta inquietud más electrónica, se me ocurrió llamarlo a él”. En el equipo de trabajo también se encuentra el ingeniero en sonido, Rodrigo Droguett, y Juan Pablo Bello, a cargo de la mezcla y masterización en Santiago.
Bruma y la sensibilidad a flor de piel
En “Bruma”, tercer y último sencillo liberado, contó con la participación de Paola Navarrete, cantante ecuatoriana que con su voz, crea un ambiente envolvente y profundo a través de texturas que invitan a la calma. “A Pao no la conozco en persona, pero sí escucho su música de hace rato, por un amigo que me la mostró. Me gustaba mucho su trabajo. (En la canción) Logra aportar esa sensibilidad que tiene la canción y que ella logró entender y transmitir”, dice.
En cuatro minutos, el sencillo permite escapar del dolor sin evitarlo, más bien da un abrazo para vivir un sentimiento más grande que todo, con todos los niveles emocionales que significa esta interiorización. “Una de las canciones más importantes del disco porque siempre la sentí muy poderosa, siempre tuvo magia y poder”.
Para enero, el artista tiene programado el estreno de otro single con un/a invitado/a sorpresa. En este sentido, otra de las características que resalta Arranquemos del Invierno es que la placa es bastante colaborativo.
Todos los caminos llevan al mar
“Más que un concepto, creo que es un lugar” fue la respuesta de Pablo sobre el concepto general del disco. Todos los caminos que recorrió hasta terminar lo continuaban llevando donde mismo: al mar. “Es un elemento que se empezó a repetir mucho a medida que iban apareciendo las canciones, tanto en letras como en sonido. Ha sido un lugar importante para mi este último tiempo, entonces fue muy natural que el mar cobrara un protagonismo importante. Es el hilo conductor”.
Pero esto no es nuevo. Tanto en ‘Ancestros’ (2014) como en ‘Sol de los Andes’ (2018), el músico pasó por un proceso de internación personal en ecosistemas naturales. El primero fue grabado mientras recorría Chile, en tanto que el segundo lo hizo desde la Cordillera de los Andes.
Esta conexión con la naturaleza es algo que, para Álvarez, se da desde muy pequeño y se ha manifestado a lo largo de toda su vida, sobre todo en su música, que siempre ofrece el ambiente cálido, profundo y nostálgico propio. Por esta razón, afirma que es inevitable no hablar desde esta zona de confort cuando compone canciones.
“La naturaleza es algo súper significativo en la música que hago, como una fuente de inspiración muy importante (…) Me gusta mucho, no solo musicalmente hablando, sino como persona. Estar en ella es como algo que me mueve todo el tiempo”.
Precariedad: la crisis en la industria musical
Afortunadamente, cuando empezó la pandemia alcanzó a Chile, Arranquemos del Invierno, ya tenía su segundo disco mayormente producido, por lo que dice que ese proceso fue muy similar a los anteriores. Lo que quedaba por hacer era grabar las voces, cuestión que hizo desde su hogar.
“Lo que sí es fome es no tener esa respuesta de los conciertos. Empezar a sacar canciones cuando no puedes tocarlas en vivo, eso es un poco extraño. Está todo digitalizado de alguna manera”, expresa el autor de «Tu en las montañas y yo en el mar».
No obstante, este no fue el caso de otros artistas, que tuvieron que posponer grabaciones y producciones debido a las actuales condiciones sanitarias. “La industria musical está un poco en crisis. Bueno, siempre lo ha estado, pero ahora se nota mucho la precariedad de la escena musical chilena. Si ya era difícil, en pandemia aún más todavía”.
Si bien la travesía en solitario de Arranquemos del Invierno inicia en 2012, es recién cuatro años más tarde cuando empieza a tomar fuerza y el camino no ha estado exento de altibajos, debido a todo lo que implica en Chile que una persona elija dedicar su vida al arte. “Lo sigo haciendo, creo que eso es importante, más allá de si he crecido o no, que igual es relativo. Seguir haciéndolo ya es reconfortable: seguir haciendo conciertos, que la gente siga escuchando mis canciones… lo encuentro súper enriquecedor”.
¿Has pensando en dejarlo?
«Sí, pero creo que no puedo», responde pensativo desde su hogar.
Esto, debido a que para Pablo Álvarez, hacer música es un poco inevitable. «Independiente de si dejo de tocar o no, al final siempre vuelvo a hacer canciones. Quizás cambie la manera de hacerlo, pero difícilmente puedo dejarlo. Quizás la música que haga cambie pero siempre está», concluye.