“Neruda” es una película que todos deben ver. No solo porque cuenta parte de la vida de Pablo Neruda -y por ende parte de la historia de Chile- sino porque sitúa al cine chileno y a Pablo Larraín en una escala superior y bastante esperanzadora.
Hay que tener en mente que, aunque la película se basa en hechos históricos, no intenta ser un producto educativo que pretende mostrar exactitud histórica ni se ve desesperada por calcar la historia. Al contrario: “Neruda” toma la vida del poeta y su forma de expresarse para crear una visión libre, bastante particular y específica del artista y la relación apasionada que éste tenía con sus ideales. La película no es biográfica (Pablo Larraín dijo en una entrevista que su intención era arriesgarse a reinventar este género), pero vendría a ser más bien una cinta policial de estructura clásica, narrada de manera poética, justo como el mismo Neruda la escribiría. Esta es una decisión bastante inteligente de Larraín, su guionista Guillermo Calderón y de todo su equipo, pues con su obra expanden las formas de ver o imaginarse a Neruda.
Como argumento, la película sigue la misión que se le encomienda a Peluchonneau, (Gael García Bernal), un detective que debe buscar por cielo y tierra al escritor y senador Neruda (Luis Gnecco) cuando González Videla (Alfredo Castro), el presidente de la república en aquel periodo, emprende una persecución en contra del partido comunista. Neruda es su más afamado militante y dicha persecución, en lugar de espantarlo, parece emocionarlo. No quiere huir. Entre fiestas, reuniones y burdeles, el poeta tiene una necesidad de sentirse cerca de sus perseguidores.
Si bien es un relato con personajes complejos, la cinta es fácil de seguir: un detective debe encontrar a su fugitivo. El encuentro supone el clímax de la cinta, por lo que se mantiene vivo el concepto de “Batalla final”. Aunque dicha batalla no es nada parecido a lo que Hollywood entiende por ello, dejará seguramente una sensación de satisfacción en los espectadores. Esto porque, además de estar impecablemente filmada en los parajes de la región de la Araucanía, con un muy buen trabajo de ambientación y musicalización, los textos escritos por Calderón (Guionista) son de una altísima calidad. La película usa la técnica de voz en off para llevar al espectador en el viaje poético que se propone mientras se muestra la historia. Esos textos narrados por el personaje de Peluchonneau tienen la esencia del poeta haciendo que la palabra hablada en el film sea bastante sólida durante toda la película. Y es que este detective se niega a tener un rol secundario en la historia, que al obsesionarse con los textos de Neruda y ser quien nos guía por la historia, aporta a la particular visión que se tiene del poeta en la película y el toque fantasioso que parece envolverla.
Es notable, además, la comedia política usada en el film. Está claro que para Larraín y Calderón la historia mostrada en el film está contada desde ahora, el año 2016, por lo que los chistes o situaciones graciosas en el film hacen sentido porque la vemos con la perspectiva actual.
Es interesante la manera en que la película toma el contexto en el que se encuentran los personajes como motor para sus conflictos. Ese contexto también es mostrado en momentos de gran realismo con acciones concretas sobre la pantalla, causando reflexión sobre las dificultades que la clase obrera estaba viviendo en aquellos momentos. Este realismo hace un excelente balance con el tono poético, casi fantasioso del film, que además usa técnicas cinematográficas bastante innovadores para hacer de dicha poesía fantástica algo coherente. Dichas técnicas, que intentan representar la libre visión del autor en el film, la mirada de quien la narra (Peluchonneau) y el toque poético que la envuelve, van desde fondos proyectados en viajes de autos, deformación en la imagen por el uso de cierta óptica en la cámara, hasta saltos espaciales que hacen los personajes en medio de los diálogos.
Esas técnicas le dan una grandiosa particularidad a la película y pone a Larraín en un nuevo nivel creativo. Da grandes pasos y toma grandes riesgos si comparamos “Neruda” con cintas como “El Club” o “No”.
Otro par de cosas que me llaman la atención en el film fueron las referencias que hacen al cine negro (en el uso de la música, las proyecciones y el claro oscuro típico de estas películas en algunas escenas) y la auto-referencia que existe desde el texto en off al género en que se enmarca la película, dándole más dimensión y aumentando las posibles capas de lectura de la misma.
No está demás mencionar las impecables actuaciones de todo el elenco, principalmente las de sus protagonistas García Bernal, Luis Gnecco y Mercedes Morán.
Filmada entre Santiago, París, Buenos Aires, Valparaíso y la región de la Araucanía, “Neruda” es entonces un gran aporte al cine chileno – y latinoamericano – de mano de Larraín, quien merecidamente recibió una ovación cuando el film se mostró en el pasado festival de Cannes.
No se la pierdan, a partir del jueves 11 de agosto en todos los cines del país.