Luego de un año en el que tuvo que reinventarse tanto a nivel musical como personal, el cantautor publicó “Quiero verte hoy”, una canción que deja ver un destello más pop de lo que será su tercer álbum. “Venía arrastrando un repertorio muy íntimo que me hacía tocar sólo en teatros”, cuenta en entrevista con SACH.
Hace poco más de un año, Benjamín Walker se encontraba en plena mudanza. Recientemente había tenido una reunión con su manager en la que había plasmado en una cartulina sus metas para el 2020, las que más tarde tendría que posponer. Entre ellas, se encontraban el lanzamiento de su tercer disco y seguir internacionalizándose con viajes a Europa y Argentina.
“(La cartulina) la guardamos y la sacamos hace una semana para verla. Nos cagamos de la risa. Quién iba a pensar que todas estas cosas que queríamos hacer tuve que olvidarlas de un día para otro. Tuve que decirme a mí mismo: ‘olvídate, ya no va a ser’”, recuerda hoy.
Su tercera placa será publicada finalmente a finales de este año, ya que si bien para inicios de 2020 ya estaba grabada y producida, el cantante sintió que la incertidumbre de la pandemia no era el escenario para presentarla. Esto, sin embargo, le dio la oportunidad de enfocarse en otras cosas en los meses de encierro: profundizar mucho más en su oficio y re-encontrarse consigo mismo.
— ¿Cómo fue enfrentarse a la pandemia siendo artista?
“Me tocó frustrarme mucho y, por lo mismo, tuve que sacar herramientas para enfrentar esa frustración. Soy muy ansioso de estar haciendo cosas y con eso le cierras las puertas a los fantasmas. La distracción nos saca mucho de la posibilidad de conocernos a nosotros mismos, de enfrentar esos fantasmas, que al final del día pueden no ser tan terrible como pensábamos”.
Desde muy pequeño siempre le gustó el espectáculo en vivo. En los veranos, cuenta, corría las cortinas del living de la casa de sus abuelos, citaba a toda la familia a las seis y se ponía a hacer cualquier cosa, desde cantar algo hasta contar chistes. “Me llena de energía, me hace sentir vivo, en el lugar donde quiero estar. Y perder eso me hizo pésimo”, dice.
Pero siempre que se cierran puertas, se abren ventanas, y en el caso de Benjamín fueron dos grandes: ‘Brotes (florecen)’ (2020) y ‘MAL’ (2020), este último fue un trabajo colaborativo junto a HAKANNA, Yorka y Natisú.
También se dio el tiempo de retomar el estudio con clases de guitarra y composición dictadas por el maestro Juan “Chicoria” Sánchez, las que había tenido que dejar de lado por la turbulencia de sus últimos años artísticos. “Yo soy músico independiente, me toca generar contenido, hacer marketing y diseño, elegir las fotos, hacer guiones… entonces cuando pasa eso, el estudio va quedando de lado, por fuerza mayor”.
Un sonido para soltar el control de las cosas
De acuerdo al cantautor, el sonido de “Quiero verte hoy” es el resultado de querer componer sobre la necesidad de soltar la racionalización de las cosas y salir de la atmósfera introspectiva y melancólica que evocaba “Brotes” (2017).
“Estar invocando eso constantemente me pesaba. Yo siempre escribo para mí, para sanarme. Soy la primera razón por la cual escribo canciones y lo hago porque lo necesito para digerir cosas, entonces, fue tanto lo que dejé de mi en ese disco que igual terminé un poco sofocado de manosear partes tan oscuras de un período de mi vida”, admite sobre la placa gracias a la cual fue nominado al Grammy Latino como Mejor Nuevo Artista en 2018.
Paralelamente, se dio cuenta de que no tenía ninguna canción suya para poner mientras andaba en bicicleta, su medio de transporte principal. “(La bicicleta) es como el lugar donde pongo música pop, afrobeat y cosas que me ponen arriba como para ganar energía», dice, lo que coincidió con que hace un tiempo venía escuchando la música de la cantante mexicana, Vanessa Zamora, por lo que al momento de componer la canción, pensó en su voz.
“Veníamos hablando hace un tiempo, así que le mandé un audio con la canción guitarreada y le dije ‘no paro de escucharte en este tema, porfa grabémosla algún día’. Ella me dijo ‘wey obvio’”, recuerda riéndose.
Y agrega que desde internet nació una amistad muy linda en la que hablaban de todo con mucha confianza: «Empezamos a maquetear el tema en 2017 y cuando ya me senté a hacer el disco nuevo, dije: ‘este va a ser el single del disco’”. Y así sucedió tres años más tarde.
La misticidad de El Desierto
“Quiero verte hoy” se grabó en el estudio mexicano El Desierto en octubre de 2019. Walker ya había tenido la oportunidad de asistir y afirma que se ha convertido en un potente refugio de la cantautoría latinoamericana. Sus puertas se abrieron con ‘Musas’ (2017) de Natalia Lafourcade y a esa placa, le siguieron cantantes como David Aguilar, Juan Pablo Vega, Silvana Estrada y Álex Ferreira.
“Fue uno de los mejores días de mi vida. El lugar tiene mucha mística y estar ahí te hace sentir como en el sueño que siempre pensaba (…). El segundo factor es que fui con gente muy linda. Muchos fueron porque les dije ‘voy a ir a grabar esto, ¿quién me apaña?’”, confiesa Walker, nombrando a todas las personas que lo acompañaron, como Silvana Estrada; Felicaster, productor chileno radicado en México; Cristóbal de la Cuadra, quien se ocupó de los registros audiovisuales del videolyric; y Rulo.
“Hubo un minuto en la noche en la que estamos celebrando, tomándonos un vino, tocando cueca con Rulo y con Nico Sotomayor, con comida rica. Yo pensaba ‘no puedo creer lo que estoy viviendo’. Todo eso fue clave, porque creo que la canción quedó con una energía muy rica (…). Creo que la producción musical igual pasa por saber atrapar estados de ánimo cuando uno graba”, apunta.
Un disco hacia afuera
Aunque el músico aún no ha querido revelar el nombre de su tercer álbum, mucho dice de él con sus dos singles ya estrenados. “Octubre”, con el dúo argentino Perota Chingó, fue el primer destello de este nuevo trabajo e, irónicamente, fue la última en incluirse, ya que fue escrita especialmente para el estallido social de 2019.
“Tuve que convencer a Javier Barría de meter un tema a última hora. Fue tan fuerte el estallido que me sentía muy raro publicando un disco que no hablara del estallido social, porque yo lo sentía mucho a flor de piel. Me sentía raro hablando de cosas que no tenían nada que ver con lo que estaba sintiendo”, confiesa el cantautor.
Ambas composiciones siguen una línea de estilo un poco más pop que sus anteriores trabajos y tiene una explicación: es un disco más “hacia fuera” y no tan “hacia dentro”, como lo fue ‘Brotes’ (2017).
“Venía arrastrando un repertorio muy íntimo que me hacía tocar sólo en teatros. Ahora estoy en una etapa en mi vida en la que me siento con mucha energía, escuchando mucha música en esa clave más popera. Así que hice un disco más popero, porque en vivo, quería tocar más en banda, que sonara la batería fuerte, poder tocar en festivales… Tenía que ver con tener un repertorio con el que pudiera botar otro tipo de energía”.
Y agrega que “es más ecléctico, tiene de todo un poco. Es la mezcla entre ‘Felicidad’ y ‘Brotes’, en el sentido de que las canciones son muy diversas como en Felicidad, pero la propuesta sonora es bien clara, como en Brotes. En este caso es la mezcla entre lo orgánico y lo electrónico”, adelanta.
Sobre sus expectativas para este nuevo trabajo, Walker expresa que “no sabe qué pedirle”: “Brotes fue un disco que me trajo cosas exageradamente lindas. Entonces, si me preguntas ahora qué me toca en mi carrera, no sabría qué responderte. Sería más fácil responder cómo me siento: buta, quiero tocar más en banda, entonces de eso va a hacer el disco. Y esa fue la respuesta”, expresa el cantante.
La escena cantautora de México
Tras lanzar su segundo single, Benjamín Walker se quedó en México rodando el videoclip musical de su segundo sencillo hasta el 28 de enero. Sin embargo, sus intenciones son volver para quedarse durante un largo tiempo.
“Soy muy feliz cuando estoy allá. Y no es que no sea feliz acá, pero allá me pasa que me siento un poco viviendo en la película que siempre quise vivir. La industria es grande, entonces si se me ocurre pelar el cable con algo, es muy probable que encuentre a las personas y los recursos. Hay espacio para todos”, expresa el ganador al Pulsar de Artista Revelación en 2015, gracias a su primer álbum ‘Felicidad’ (2014).
Desde muy pequeño, cuenta, lo que más le inquietaba era crear, motivo por el cual hoy la industria artística mexicana lo cautiva: “Hay una escena de creadores y compositores que viven en CDMX, que son los que más admiro en Latinoamérica. Y quiero ir a convivir con ellos. Quiero ir a tomarme un café por la tarde con Silvana Estrada y que de ahí pueda salir una canción hermosa. Y la única forma de que pase eso es irme a vivir para allá”.
Esto, no obstante, no quiere decir que no valore el estado actual de la escena musical nacional, la que en sus palabras, está viviendo una época histórica debido al crecimiento que había tenido la misma en los últimos años.
“A algunos nos importa mucho lo que pasa alrededor nuestro, pero creo que necesito esa cuota de amor propio y, si de repente estoy fascinado porque paso un par de semanas en México, quiero darme la oportunidad de que ese sea mi día a día”, sentencia el autor de “Y arderán”.
— ¿Cómo ves la diferencia de industrias musicales entre México y Chile?
“(La industria musical mexicana) Es lo que uno desearía para Chile. (…) Esto es algo que me decía mi mamá, y encuentro que tiene toda la razón. Uno aquí puede ir a comer caro, pagar 60 lucas con alguien por una comida, pero nos cuesta muchísimo pagar cinco lucas para ver una obra de teatro. El mexicano vive para invertir lo que gana en ser feliz viendo espectáculos en vivo y el chileno vive gastando lo que gana en consumir para satisfacerse. Esa es la diferencia. El mexicano le da la misma valoración que se le da aquí al consumo, pero al consumo de cultura y eso acá no tenemos”.
— ¿Y por qué crees que se da?
“Yo no sé si lo de acá es por nuestra idiosincrasia, de culpa católica, de ser súper autoflagelante; o de que los artistas tiene que pasar una prueba para que recién te respeten y te pesquen; no sé tampoco si es algo propio de la época, que nos tocaron todos los boomers traumados por la dictadura que tienden a basurear todo lo que sale de acá… no sé cuál es la razón”.
— ¿Piensas que pasa por un tema de política pública?
“Creo que son varias patas de una mesa. La verdad no creo que sólo dependa de lo público. En México hay mucha inversión en cultura, efectivamente. Desde los colegios públicos hasta los privados acostumbran a los niños a estar consumiendo cultura. (…) En Chile, con suerte, a uno lo llevaron cuando chico al cine o al teatro. A mi me tocó ir a un colegio muy privilegiado, entonces sí me tocaron esas cosas, pero yo sé que es la excepción a la regla. Eso puede incidir mucho, pero en México, incluso el privado invierte mucho en cultura. En Chile, el que se cría con un capital cultural suficientemente grande como para tener mucha cultura en su vida, es inculto igual. Entonces, lo que deberían cumplir la vara más alta porque tuvieron el privilegio de la cultura, es gente muy ignorante”.
Sentido de pertenencia colectiva
Todo este déficit de la industria artística chilena se hizo aún más latente en medio de la pandemia, donde Walker cuenta que fue muy triste ver a gente de su equipo tener que recurrir a otros trabajos para generar dinero: “No hay nadie velando por nuestros intereses. Nos están castigando, y es obvia la razón: la cultura fue el bastión del estallido contra el gobierno y yo creo que han tomado todas las medidas posibles para dar castigos indirectos hacia eso”, enfatiza.
Y no obstante, también hace una autocrítica con el gremio artístico, en donde afirma que hay una incapacidad de organización que permita salir a defender sus derechos de forma colectiva. “Ya sea por los egos, porque llevan carreras individuales en las que cada uno se preocupa de lo suyo… No basta con tirar los palos que son fáciles de tirar, porque no cuesta nada tirarle palos al gobierno: es una mierda. Es tan mierda que el análisis es objetivo, no hay que ser de izquierda ni de derecha para saber que el Ministerio es un bodrio”.
En esta línea, puntualiza en el rol que cumplió la Red Chilena de Trabajadoras en la Música (TRAMUS) en medio del confinamiento, marcando un ejemplo de lo que él piensa que debería pasar transversalmente.
“Yo vivía con Yorka y Natisú, y lo vi de cerca. Se mandaban cajas con alimentos entre ellas. Hasta el día de hoy se organizan, están coordinadas y mantienen reuniones periódicas. (…) Creo que falta un sentido de pertenencia gremial suficientemente potente como para que todos salgamos a velar por los estándares mínimos de trabajo cultural que no existen en Chile”, concluye.