Desde su debut en 2016, la intérprete de 28 años y psicóloga de profesión se ha convertido en una de las actrices más relevantes, siendo ganadora de dos Premios Caleuche por sus papeles en “Pacto de Sangre” y la película “El hombre del Futuro”. “Son reconocimientos para el alma, que me vienen a recordar por qué hago lo que hago”, dijo en conversación con SACH.
Fotografía por Futuro Berg
Tiene 28 años, es psicóloga clínica de profesión y apasionada por la danza. Hizo su primera aparición frente a las cámaras el 11 de julio del 2016, interpretando a Coca Echeñique en la teleserie Sres. Papis, y es desde ese momento, que como espectadores hemos podido deleitarnos con la versatilidad actoral que le imprime a cada uno de sus proyectos, actualmente, Antonia Giesen, se encuentra viviendo junto a su familia en Alemania, mientras se consolida como una de las actrices más relevantes de las artes escénicas chilenas.
Antonia ha cosechado tres galardones en su carrera actoral hasta la fecha, de los cuales dos son producto de su actuación en El Hombre del Futuro. El primer reconocimiento que obtuvo fue el de ‘Mención especial del jurado artista revelación’ en el festival Karlovy Vary de República Checa, mientras que el segundo, es el Premio Caleuche 2021 a la mejor actriz protagónica en cine, en la que compartió categoría con Mariana Di Girolamo, Daniela Ramírez y Mariana Derderián. A esto se suma a la obtención del Caleuche 2019 a la mejor actriz de soporte en teleseries, por su papel de Karina Leiva en Pacto de Sangre.
— ¿Por qué te encuentras viviendo en Berlín?
«Estoy viviendo en Berlín por una cosa como un poco tendenciosa, pero más bien por un deseo de mi pareja. La verdad es que originalmente no sé si era un deseo tan personal, no por lo menos en ese minuto en que nos vinimos, en julio del 2019, no sé si tenía un objetivo claro, no fue ni con una beca, ni porque me salió un proyecto, más bien era una curiosidad de habitar otro espacio y fue bastante arrojado, bastante kamikaze, porque yo jamás había conocido Berlín y sólo me guiaba por los relatos de mi compañero. Tiene sus cosas difíciles, tanto climáticas como idiomáticas, pero es bastante amable el lugar para llegar, es un lugar cosmopolita, tenemos además amigas y amigos que se han convertido un poco en nuestra familia, y una cultura súper rica de observar y escuchar, así que, por ahora ha sido una buena decisión. Lo que más me pesa es la barrera idiomática, porque yo realizo dos oficios que requieren de mucha conexión con la gente y de mucho manejo, la psicología clínica y la actuación son como dos cosas que están sujetas absolutamente a la comunicación, por un lado corporal, pero sobretodo lingüística. Yo diría que es la única molestia que tengo actualmente con la idea de vivir aquí.»
— Eres psicóloga de profesión, ¿Cómo fue que entraste al mundo de la actuación?
«De forma no tan fortuita, yo estudié en un colegio super artístico y bailé gran parte de mi vida. La danza es algo que me va a acompañar toda la vida, pero me di cuenta que no quería estudiar un pregrado de danza en Chile. Salí del colegio y entré a estudiar psicología, pero nunca dejé de vincularme con artistas, mi vida social estaba muy vinculada a ese mundo, entonces dentro de esto, es que Moira Miller, directora de casting, me invita a realizar un casting para entrar a una ‘escuelita de talentos‘ de Mega, al principio me rehusé un par de veces, pero finalmente dije ‘ya voy a ir, no pierdo nada’. Quedé seleccionada para esta ‘escuelita del Mega‘, después de un tiempo me llaman del canal proponiéndome un personaje protagónico en una teleserie de la hora de almuerzo, ahí me dio un poco de susto y le dije a producción que no, que era tirarme a los leones. Entonces, en su lugar me ofrecieron el papel de Coca en Sres. Papis, que era un personaje ya con menos participación, aunque aún así se me hizo difícil, era la primera vez que actuaba en este formato con todos los códigos que tiene. Fue desafiante pero entretenido, y en paralelo seguí estudiando psicología. Terminé Sres. Papis y entré a la industria del cine, con El Hombre del Futuro, mi primera película y primer protagónico».
«En Chile la industria es muy pequeña, entonces al entrar a este nicho del cine te es más fácil moverte en distintos formatos y no quedarte encasillada como la ‘actriz de la tele que hace de bonita‘, sino que se puede pasar a experimentar personajes, más under, más disidentes, más de todo», agrega.
— ¿Qué significó para ti a nivel personal y profesional, ganar esta condecoración en tu debut protagónico en la pantalla grande?
«Me parece un premio súper necesario. En Chile, al no haber industria, los reconocimientos son súper pocos y bien mediocres en general, se les devuelve bien poco a los artistas, y hay exitismos que son un poco mentirosos. La gente dice ‘ay ella sale en la tele, le está yendo bien‘ y no es tan así. Hay sueldos súper diferentes dentro de un equipo, no por estar en la tele significa que te estás forrando de plata, no siempre es pura alegría, está lleno de cosas malas. Entonces, de cierta manera, estos reconocimientos, como lo son los Premios Caleuche, son reconocimientos para el alma, que me vienen a recordar por qué hago lo que hago. Son tus propios colegas que ven tu camino y te muestran que lo estás haciendo bien, de que vale la pena el esfuerzo, lo veo como un incentivo de orientación, porque insisto, el éxito de la tele no necesariamente habla de tu calidad de artista».
«La verdad este premio no me lo esperaba para nada, los otros dos tampoco, ni el reconocimiento que recibimos en República Checa por El hombre del Futuro, ni el Premio Caleuche por Pacto de Sangre. Porque no lograba legitimarme a mí misma, hace poco comencé a decir que era actriz, antes me daba un pudor tremendo, podía decir que estaba actuando, pero encontraba muy barza reconocerme como actriz. Ahora lo puedo decir con más calma, siento que más que sentirme patuda es hacerme cargo del deseo, es asumirme, esto soy.»
— ¿Cómo fue el proceso de trabajar en la producción de la película, tu relación con el director Felipe Ríos y tu co-protagonista José Soza?
«Fue bonito, estuvimos un par de meses en trabajo de mesa, con José Soza y Felipe, leyendo guión, conversando respecto a quiénes eran estos personajes, cómo interactúan entre sí. Siento que caí en el mejor lugar, si bien el cine es prepositivo, no todos los cineastas te permiten esto de desarrollar ciertos aspectos creativos en conjunto. Además, trabajar con José Soza es como una poesía, no solo es un hombre muy de oficio y de disciplina, también tiene una manera de ejecutar sumamente biográfica. Llegué a un lugar donde caí super parada con las personas que enganchamos en este proyecto, porque eran muy de mi especie. Yo viniendo del mundo de la psicología que me traigan a un actorazo, para quien lo más importante es la comunicación, me resultaba perfecto. Trabajar con José Soza ha sido una de las cosas más especiales de mi corta carrera, entender que no todos los amantes de la disciplina tienen que ser tajantes y quedarse en la forma de que estudiar es lo más importante, con él entendí y reafirmé la mirada que yo tenía de la actuación, de que esto se trata de conectar.»
— ¿Cómo fue el proceso de grabar los videoclips Jonas Sanche, Dani Pino y Carnet de Baile?
«Aprecio muchísimo el formato y el lenguaje del videoclip, lo que me parece más destacable de este formato es que te permite desarrollar todas las posibilidades. Por ejemplo, en un cortometraje, largometraje, teleserie, hay más o menos una cronología, existe un por qué, para qué, qué es lo que quiere decir… En cambio, el videoclip te permite jugar de la manera que uno quiera, una imagen no tiene por qué tener tan directa relación con la siguiente. No es necesario explicar qué es lo que se quiere decir, de alguna forma se transforma más en un arte visual, en donde el video puede ser una especie de vómito que pase por el lenguaje de lo sensitivo, y es eso no más, no se le piden explicaciones al videoclip. Me gusta mucho también que este formato sea súper rápido y de fotografía, aquí están de frente, enamorados, se graban dos segundos, corte y pasamos a otra cosa».
«Con mi amiguita Dani Pino, el videoclip nació de forma súper volátil. Ella estaba en Chile, en confinamiento total y yo estaba acá (en Berlín), entonces le dije: ‘¿por qué no hacemos un videoclip?’, me formé un equipo y salimos a grabar a distintas locaciones, y resultó ser súper bonito poder trabajar a distancia. Antes había hecho el de Carnet de Baile, con un amigo que también es psicólogo, fue genial poder actuar en ese video porque además nos permitió encontrarnos en un mundo que viene desde la psicología y decir: ‘ah, somos los dos artistas también‘». Y ahora que fui a Chile grabé tres videoclips, grabamos con Jonas Sanche, con quien también somos amigos; con Bronko Yotte, que todavía no sale, se estrena por ahí por abril; y con Apolo Star, que fue compañero mío en el colegio».
— En la audio-serie, ‘Borrado’ ¿Cómo fue el desafío de pasar de la actuación visual a tener que transmitir una variedad de emociones solo con la voz?
«Amé este formato, lo interesante es que invita al oyente a otro nivel de participación que me parece súper necesario, que él/ella deba tener una participación activa, ir poniendo los rostros, contexturas, imágenes de espacios, atmósfera, olores, temperaturas. A pesar de que amo el formato audiovisual, siento que en algún punto las imágenes han matado la creatividad del espectador, porque te ponen algo y ya está. Es necesario de que quede en tu propia imaginación que pasó ahí, por ejemplo, en Borrado hay escenas en que se escuchan golpes y uno no entiendo ahí que golpes se están haciendo. Sería muy interesante ir a preguntarle a los oyentes cómo se imaginaron todo esto. Por otra parte, es un formato súper desafiante porque no es actuar y tampoco es del todo leer, y es difícil hallar ese punto medio para expresar acciones y sentimientos que no se están viendo, pero sin exagerar y sin que suene muy maqueteado».
— A propósito de la conmemoración del 8M ¿Sientes que al ser una figura pública tienes algún tipo de responsabilidad social con la lucha feminista?
«Sí, absolutamente. Y con todas las luchas sociales, más allá de si siento la responsabilidad por tener que afiliarme a algún tipo de partido, creo que el estallido social vino a visibilizar que somos una cultura sumamente despolitizada, y con justa razón, porque la dictadura hizo que se manchara todo eso, que se desprestigiara muchísimo y que le dejáramos de creer a los políticos. Entonces, pasa que nosotros venimos de una generación que no cree en la política, que la encuentra espantosa y tiende a creer que son todos malos. Pero la verdad es que no, conozco mucha gente que milita y creo en la bondad y honestidad de la política, y el tema no es necesariamente militar, sino que hay que reformular el tema del poder y las relaciones humanas, y dejar de estar sujetas al poder económico. Por eso hay que bajar el sueldo a los políticos, para que no aparezcan “las Cathy Barriga” queriendo hacer ahora el bien común. Me parece que está bueno empezar a creer en la política y en ese sentido siento que los artistas o quienes tengamos cierto rango amplio de llegada al público, es súper importante que empecemos a generar discusiones, que empecemos a generar opiniones, y opiniones claras. No difusas ni amarillistas».
– ¿Cómo observas el escenario que viven las artes y cultura en Chile actualmente, y la actitud del Gobierno frente a estas?
«Me parece que el apoyo del Gobierno a la cultura es una ironía permanente, se vanaglorian un montón cuando Chile gana premios en el extranjero, ahí es cuando aparece el nombre de ‘la representación a Chile’, pero después existe un abandono absoluto hacia los artistas. Es como agarrar un hijo, y aparecer solo cuando gana un premio a decir: ‘oye, yo soy el padre‘, y apropiarse de todo el crédito y el mérito, de algo que ellos no han hecho nada. Y ha quedado súper en claro en esta pandemia, quedó absolutamente demostradísimo que la gente se ha refugiado en los artistas, en la música, en el cine, en las series, como manera de sobrevivencia, entonces queda demostrado que hay un Gobierno completamente ciego y sordo, que en el fondo por más de que vea que los artistas levantan gran parte del estado emocional de la gente, no entiende que para eso tiene que cuidarlos».
– ¿Estás trabajando en algo en este momento? ¿Cuáles son tus proyecciones a futuro, tanto en la actuación como personales?
«Por el momento, mi plan es seguir viviendo en Alemania, no tengo intención de moverme, si de todas formas mi proyecto sigue siendo estar vinculada a Chile, sin duda. Chile es mi país, pero estoy en el fondo abriendo la posibilidad de estar en todas partes, por ahora tengo mi representante en Chile, mi representante en España, en España se están moviendo algunas cosas, pero nada muy claro aún. Y con respecto a Chile, acabo de grabar la segunda temporada de La Jauría, los chicos que hicieron La Casa Lobo, Joaquín Cociña y Cristóbal León, preparan un largometraje y me invitaron a participar, esperamos grabar este año. Y hay por ahí otro par de proyectos de serie y cine, pero no puedo comentarlos porque no están cerrados. Así que estaré yendo a Chile a mediados o fines de año».