Fotografía por Víctor S. Gálvez
Dos recitales que quedarán plasmados en la historia de la música chilena. La banda penquista conquistó a su público con un espectáculo de tres horas, un amplio repaso por su discografía y un simbólico set acústico desde el memorial de la Escotilla Nº 8.
La primera vez que Los Bunkers tocaron en el Estadio Nacional fue el 6 de septiembre de 2003, como parte del cartel de “El Sueño Existe”, concierto en homenaje a Salvador Allende y realizado a 30 años del Golpe de Estado. Unos jóvenes artistas oriundos de la Región del Biobío se codeaban entre figuras de renombre como Quilapayún, Los Prisioneros, Pettinellis y Silvio Rodríguez, a quien siete años después le dedicaron un álbum completo llamado Música Libre (2010).
Los días 27 y 28 de abril de 2024 quedarán plasmados en los libros de historia de la música chilena. Y es que, si bien en el último tiempo el Nacional se abre a más recitales populares como Daddy Yankee, Bad Bunny, Luis Miguel y Karol G, lo cierto es que todavía es un escenario difícil de alcanzar para los artistas nacionales en un formato solitario. El hito más reciente ocurrió con Los Prisioneros en 2001, con dos noches marcadas por el regreso del trío sanmiguelino tras una década de separación.
Con ese antecedente se subieron al escenario Álvaro López, Francisco Durán, Mauricio Durán, Gonzalo López y Cancamusa, quien reemplazó el puesto del baterista Mauricio Basualto. Las expectativas eran altas. Ya venían un año lleno de conciertos en el marco de su gira Ven Aquí, la misma que los trajo de vuelta a los escenarios después de su receso indefinido y este fin de semana se coronó -al menos en Chile- con dos conciertos en el coliseo de Ñuñoa.
Ambas noches contaron con los shows de apertura de Pedropiedra, el comediante Fabrizio Copano -primer show de stand up en el Nacional- y un DJ set a cargo de Marcelo Aldunate, histórico hombre de radio desde la década de los 80’s.
Un cronómetro de cinco minutos apareció en las pantallas como indicio de que el esperado momento ya estaba cerca. Y así, cuan radio AM/FM, comenzaron a sonar extractos de canciones de artistas que han influenciado la música de banda penquista: desde The Beatles hasta Los Ángeles Negros.
Siendo las 21:00 horas exactas se dio inicio al concierto de Los Bunkers con la siempre enérgica Ven Aquí, tema que dio nombre a su actual gira que continuará por tierras mexicanas. Le siguieron Te vistes y te vas, Yo sembré mis penas de amor en tu jardín y Canción de Lejos. La emoción de los cinco integrantes era evidente, tanto así que preguntaron en varios momentos ‘¿cómo están?’, casi como una muletilla y una señal para comprobar de que todo marchaba a la perfección.
Vino el turno de Quién Fuera, de disco homenaje a Silvio Rodríguez, y luego de Bajo los árboles, uno de los temas más potentes en vivo de su último álbum Noviembre (2023), dando paso a Si estás pensando mal de mí, que en esta ocasión la sacaron de su set acústico.
Uno de los puntos más importantes del recital llega con Ahora que no estás que, tal como se observó durante toda su gira, la banda se alarga con una magistral interpretación de cada instrumento. Desde un solo de guitarra de Francis hasta un notable cierre de batería con Cancamusa, a quien le agradecieron su presencia al final de la canción y llevó los aplausos del público.
Posteriormente, el grupo tocaron La velocidad de la luz -que incluyó una dedicatoria a Mauricio Basualto-, Rey y El Necio.
Emotivo momento desde el memorial del Estadio Nacional
Las luces se apagaron, suena una música de relleno y en las pantallas se ve a un drone recorriendo el Estadio Nacional. Entre el mar de gente, los músicos reaparecen desde otro punto del recinto deportivo: el memorial dedicado a las víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet.
Vestidos de ponchos largos al estilo Quilapayún, Los Bunkers comienzan a tocar Exiliada del Sur en una emotiva postal con la frase «Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro» de fondo. La banda aprovechó un espacio nunca antes utilizado para estos fines y creó una atmósfera única entre los presentes.
Mauricio Durán tomó el micrófono para realizar una potente reflexión sobre la violencia, justo en un día en que el gobierno declaró duelo nacional por el asesinato de tres carabineros en Cañete: “Estamos viviendo tiempos muy extraños, muy difíciles, donde esa violencia no solo la vemos por internet, televisión o guerras a miles de kilómetros de aquí, sino que también lamentablemente en estos días hemos visto la violencia en nuestra propia casa, eso siempre resulta muy desolador”, expresó.
“Este lugar es muy especial, se construyó para recibir y multiplicar la alegría de un país, pero la historia nos ha demostrado que un lugar tan bello como este, en manos equivocadas, puede transformarse en la vasija de mucho dolor, de mucho miedo”, agregó.
Luego de Exiliada del Sur, los músicos cerraron el set acústico con Calles de Talcahuano, El Detenido y Entre mis brazos.
Parece que no es suficiente…
Luego, aparece un inesperado invitado en el escenario principal: Guaripolo, el personaje favoritos de los niños de 31 Minutos. El querido títere se lució con un hilarante relleno que incluyó bromas por el show paralelo de Los Tres en Movistar Arena y un notable juego de palabras creado sólo con títulos de canciones de Los Bunkers. Las risas no faltaron.
Y es que la presencia de este personaje no quedó sólo ahí, ya que luego aparecen en escena otros protagonistas de 31 Minutos: Tulio Triviño, Juan Carlos Bodoque, Juanín, Patana, Policarpo Avendaño y Mario Hugo, quienes acompañaron a la banda penquista en la canción Una nube cuelga sobre mí.
Más adelante, se tenían otra sorpresa entre manos. El grupo recordó tres canciones que no habían sido tocadas en el último tiempo: El mismo lugar, Tarde y Abril. Todas acompañadas con Pedropiedra en los teclados y una orquesta de bronces y cuerdas compuesta por destacados músicos, entre ellos la violoncellista Ángela Acuña, el trompetista Sebastián Jordán y el saxofonista Sergio Olivares.
La orquesta dejó el escenario y sonó aquella intro de batería que sólo significa una cosa: Miéntele. De ahí vino hit tras hit, como Nada nuevo bajo el sol, Miño y Bailando Solo. En esta última, el Nacional se convirtió en una verdadera fiesta nocturna entre efectos de luces, un guiño a I Feel Love de Donna Summer y, por supuesto, los pasos de baile de Álvaro López.
El último segmento comenzó con una emocionante interpretación de El derecho de vivir en paz, que contó con la proyección de Víctor Jara. Una conmovedora escena que resignifica el legado del cantautor asesinado en 1973, una voz que sigue presente y que en un concierto como este adquirió una mayor relevancia.
El broche de oro llegó con Canción para Mañana, No me hables de sufrir y Llueve sobre la ciudad.
Los conciertos de Los Bunkers en el Estadio Nacional fue mucho más que un simple evento musical. Fue un encuentro memorable entre una banda icónica y su público, en un lugar cargado de significado histórico y cultural. Una experiencia que quedará grabada en la memoria de todos los que tuvieron el privilegio de ser parte de ella.