Foto por Victor S. Galvez
Con una cuota perfecta de melodías, entonaciones, bailes e interacciones, Shirel demostró ser una artista completa en su primer Matucana 100.
Pasadas las ocho de la noche del 28 de marzo, la sala principal del Centro Cultural se llenaba de fanáticos a la espera de Nicole Davidovich. Únicamente brillaban las seis letras de su seudónimo sobre el escenario, donde durante dos horas se vería un espectáculo digno de ser admirado, tanto por fanáticos como por seguidores de la música nacional.
Aunque esta presentación no se enmarcó precisamente en el lanzamiento de un proyecto discográfico en concreto, sí se definió como el primer show en solitario de Shirel. Hasta la fecha, la cantautora y talento nacional se mantenía ofreciendo espectáculos en formato festivalero, teloneando a colegas y en apariciones esporádicas en diferentes espacios.
Para quienes participamos de esta celebración queda prohibido dudar del talento de Shirel. Un repertorio con más de 25 canciones sin algún ápice de desafinación, un hecho que tiene que ser destacado. Más todavía cuando, además de no existir largos descansos, lo dio todo con el baile.
El desarrollo del concierto se sintió como una suerte de cadena por bloques, donde, con una selección meticulosa de canciones, se lograba transitar entre sacudidas atmósferas hasta algunas más íntimas. Estos espacios invitaban a la audiencia a transitar por diferentes estados anímicos.
Este primer tanteo de una venue en solitario estuvo marcado por la presencia de iconos de la industria chilena. A pesar de que la aparición de Soulfía, Paco Miranda, Loyaltty y muchos más no fue un factor sorpresa -pues fue parte de la difusión del evento-, lo que mostraron en el escenario quedó grabado en la retina de los asistentes.
Lo que llamó especial atención del espectáculo fue el amplísimo barrido realizado por la trayectoria musical de Shirel. No sólo bailamos los clásicos de su discografía, pues disfrutamos sus temas con tintes latinoamericanos, urbanos y con ritmos pop.
Y es que no podía ser de otra manera, una instancia de encuentro con sus fans más fieles merecía que viajara hasta los temas más antiguos de sus registros.
Una velada que, sin duda, marcó un antes y un después en la carrera de la joven chileno-peruana. En definitiva, cuatro bailarines, dos músicas y una voz angelical en escena bastaron para lograr transformar al espacio en una fiesta y dejar en alto las expectativas para el próximo concierto de Shirel.
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