El próximo 4 de abril llegará a las salas de cine “Himno”, documental que muestra el impacto global de la emblemática obra musical de Sergio Ortega. En entrevista con SACH, Martín Farías cuenta los detalles de su nuevo largometraje que incluyó grabaciones en Japón e importantes testimonios.
Tras su paso por el Festival Internacional de Cine y Documental Musical In-Edit Chile y el Latinx Film Festival de la Michigan State University, la distribuidora de documentales Miradoc estrena a lo largo de Chile “Himno” (2023), una película que ahonda en el viaje musical de la canción ‘El pueblo unido jamás será vencido’.
Por medio de múltiples testimonios, diversas interpretaciones musicales y material de archivo inédito, el documental detalla el poder convocante de la canción y la manera en que se ha transformado en un emblema de diversas luchas sociales a lo largo del planeta.
Con el fin de ahondar en el panorama actual de los documentales musicales nacionales, el impacto de ‘El pueblo unido…’ desde su creación en 1973 y la manera en que esta canción se posiciona en Chile 50 años después, Solo Artistas Chilenos conversó junto al musicólogo Martín Farías, director, guionista y montajista de “Himno”.
Cómo documentar una canción
A lo largo de su carrera, Martín Farías ha realizado investigaciones enfocadas en los vínculos de la música con el cine y el teatro con énfasis en aspectos de identidad y política. “Yo venía de dedicarme a hacer música, a tocar”, recuerda Martín. “Estudié Pedagogía en Música que como carrera me dio hartas herramientas, pero sentía que me faltaban elementos teóricos, pensar más en la música, la historia, sus significados. Fue esa inquietud de que había un aspecto más intelectual que me hacía falta. Ahí me metí a estudiar musicología”, detalla.
En su rol de musicólogo, ha publicado libros como “Encantadores de serpientes: músicos de teatro en Chile 1988-2011” (2012), “Reconstruyendo el sonido de la escena: músicos de teatro en Chile 1947-1987” (2014), “Ruidos-Imágenes-Voces: el documental musical en el Chile postdictadura” (2019) e “Identidad y política en la música del cine chileno” (2021), y coeditó el texto “Palimpsestos Sonoros: Reflexiones sobre la Nueva Canción Chilena” (2014).
Adicionalmente, ha contribuido en el panorama de documentales musicales chilenos con películas como “Más cerca de la luz” (2014), “Canción norteña” (2017), “Our Voices Resound” (2018), “Dolores” (2020), e “Himno”, su más reciente producción.
— Al momento de realizar una investigación, ¿cómo defines si un proyecto derivará en un libro o un documental?
No sé si hay algo tan concreto, pero son varias las posibles salidas de una investigación. A veces puede ser un artículo académico, otras veces un libro, un podcast, una página web, un documental. Tiene que ver con el material al que es posible acceder y de qué maneras eso se puede plasmar. Con “Himno” es bonito porque lo planteamos como una investigación en la que el resultado principal es el documental, pero también publicamos un artículo académico en una revista de historia social que se llama «Revueltas». Eso es buenísimo porque nos permite llegar a públicos muy diferentes y convocar a especialistas de la historia y los estudios culturales, pero al mismo tiempo al público general que le interesa el tema o que le gusta el documental.
— Pensando en festivales dedicados a obras de no ficción como FIDOCS o Frontera Sur, e incluso otros más especializados en el apartado musical como lo es el Festival In-Edit, ¿cómo sientes que se ha desarrollado el panorama de documentales musicales en Chile estos últimos años?
Creo que es un área en crecimiento que ha ido encontrando hartas posibilidades. El Festival In-Edit ha sido una plataforma importante para poder presentar trabajos terminados y proyectos en desarrollo también. Eso es excelente porque sin esos apoyos muchos proyectos, entre ellos el nuestro, no podrían salir a la luz. Ahora, encuentro que todavía hay mucho por desarrollar en términos de lenguaje audiovisual. Algunas veces los trabajos se limitan mucho a los testimonios frente a cámara y no hay tanta búsqueda de proponer otras cosas a nivel visual, a nivel de montaje. Creo que hay harto por hacer en ese plano.
— Para alguien alejado a este subgénero, ¿qué documentales musicales chilenos recomendarías?
Hace unos años hice un estudio sobre documentales musicales chilenos que se publicó como libro. Ahí me encontré con hartas cosas interesantes como “El parque de los prospectos” (2012) de Eduardo Pavez o “Supersordo: Historia y geografía de un ruido” (2009) de Susana Diaz que son películas que no se limitan a contar la historia de una banda o de un solista, sino que tienen una exploración a nivel visual, a nivel sonoro. Hay un trabajo con el material de archivo en el de Supersordo que es super sugerente. También se me ocurre otro documental muy distinto que es “ChileMexicano” (2006), de Alejandra Fritis, que si bien es super sencillo en apariencia tiene una cosa muy potente de retratar el fervor por la música mexicana en Chile. Es gente anónima, cantantes aficionados que se reúnen, organizan eventos y festivales que tienen un montón de público pero que no pasan por los circuitos más mediáticos. Es como otro Chile.
El mundo unido entorno a un himno
‘El pueblo unido jamás será vencido’ fue creada por el compositor y pianista Sergio Ortega, e interpretada en sus inicios por Quilapayún en 1973, durante una manifestación de mujeres en contra de la guerra civil. Con el paso de los años, la canción se ha transformado en un himno de lucha asociado al gobierno de la Unidad Popular, siendo coreado en manifestaciones públicas y actos culturales.
En paralelo a su impacto nacional, esta composición se ha transformado en un emblema de luchas sociales en diversos países, siendo incluido en los repertorios de artistas europeos como Agit-Prop (Finlandia), Fanfare Invisible (Francia), Luis Cilia (Portugal), e incluso en conjuntos asiáticos, como es el caso de la banda japonesa Jinta-la-mvta, que suele interpretarla en protestas contra la energía nuclear.
“Sabíamos de esas versiones desde 2013 por la musicóloga Noriko Manabe que nos había hablado de este grupo y de otras versiones japonesas. Poder ir a Tokio, conversar con la banda y escucharlos en vivo tocando esos temas fue muy muy emocionante. Me acuerdo y me da escalofríos de nuevo porque es una cosa muy potente”, rememora Martín. “Todo ese viaje fue una experiencia preciosa. La banda estaba tan contenta de que fuéramos que nos consiguieron alojamiento, nos llevaron a comer, a visitar algunos lugares de la ciudad y hasta organizaron un conversatorio en torno a la canción”, relata.
— ¿Por qué decidiste plasmar el alcance internacional de ‘El pueblo unido…’ de manera audiovisual?
Conectando con lo que me preguntabas antes creo que aquí hubo una decisión de que por el tipo de material que estábamos encontrando esto tenía que ser un documental. Había muchos archivos audiovisuales de versiones de la canción, testimonios de músicos, discos, partituras, fotos. Entonces ahí el documental tiene esa gracia de poder aunar todo eso. Y en términos temáticos me interesaba marcar esos 50 años de historia de la canción con un trabajo al respecto. Hay una decisión de disputarle un poco el lugar a ese tono luctuoso de las conmemoraciones del Golpe de Estado, pero también a la despolitización al momento de recordar el pasado. Había mucha consigna de que no se vuelvan a repetir atrocidades pero sin mirar ese pasado desde una perspectiva política.
— ¿Cómo fue el proceso de investigación para llegar a las distintas versiones que hay de la canción?
Veníamos desde hace años recopilando algunas versiones que íbamos encontrando en discos, por internet, pero cuando empezamos la investigación ya tomó un carácter más profundo y un poco obsesivo de rastrear toda versión posible y luego sistematizar toda esa información que se empieza a desprender de las versiones para entender las trayectorias de la canción en los distintos contextos. Cuáles son las causas a las que la canción se asocia, en qué lugares se ha tocado, cómo se han hecho esas versiones, las traducciones, los estilos musicales, etc.
— ¿Y cómo fue el proceso de delimitación de versiones para el documental? ¿Eligieron los casos más representativos o algo por el estilo?
Queríamos conjugar algunas cosas del origen de la canción y sus primeras versiones con cuestiones más actuales que nos permitieran dar cuenta de su trayectoria en el tiempo. También hay un criterio de diversidad estilística, o sea versiones más folk, otras más rockeras, punk, música clásica etc. Nos parecía importante dar cuenta de esa riqueza. Tampoco queríamos que fuera una película de puros hombres. Si bien no se puede hacer mucho en el caso de Quilapayún o Inti Illimani, pudimos priorizar por conjuntos mixtos.
— ¿Hubo alguna versión de la canción o anécdota que te costó eliminar del corte final?
Hay varias cosas que quedaron fuera y que costó sacar u otras que costó incluir porque eran interesantes, pero no encontramos su lugar en la película. A mí me llama mucho la atención la diversidad de versiones que hay en Irán entonces quería profundizar en eso, pero ya no podíamos viajar a Irán y el material que teníamos era super fragmentado, se sabía nada sobre esos músicos entonces quedaron un par de versiones cortitas nada más. También había una anécdota personal de un video que se hizo viral donde yo tocaba ‘El pueblo unido…’ en un local de votación en 2017 pero finalmente no quedó porque era una cosa muy personal y que no estaba aportando mucho.
El pueblo unido en el Chile actual
Entre 2019 y 2020, ‘El pueblo unido jamás será vencido’ se convirtió espontáneamente en un emblema musical para muchos países que estaban enfrentando desigualdades socioeconómicas, siendo coreada a viva voz en las calles de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay y Perú, por nombrar algunos. Chile, obviamente, no fue la excepción.
Si bien “Himno” venía gestándose desde 2015, la presencia de ‘El pueblo unido…’ en el estallido social de 2019 —impulsada principalmente por conjuntos como Inti-Illimani y la Banda Dignidad— terminó siendo un espaldarazo para la tesis que proponía el documental.
— ¿Cómo vivieron la revuelta popular al notar que ‘El pueblo unido…’ era cantado a viva voz por las calles de Chile?
Fue gracioso porque antes de la revuelta hicimos una primera postulación a los Fondos de Cultura para realizar la investigación, pero nos rechazaron la propuesta. Cuando vino la revuelta fue una especie de reafirmación de que teníamos que hacer el documental y de que esto que estábamos intuyendo desde hace un rato era mucho más potente de lo que creíamos. Durante la revuelta misma no estábamos en Chile entonces lo vivimos con mucha tristeza de no poder estar presentes y por todo el horror de la represión, pero al mismo tiempo con harta emoción de ver esas manifestaciones con las canciones en acción.
— ¿Por qué crees que el poder convocante de la canción permanece vigente hasta el día de hoy?
Creo que los anhelos de construir una sociedad más justa siguen más vigentes que nunca y la canción porta ese mensaje, ese sentido de transformación que es super potente y que está cruzado por la historia misma de la canción, por la esperanza que significó la Unidad Popular, el dolor del golpe de Estado, etc. Pero también hay una cuestión a nivel musical y sonoro que es muy poderosa también.
Sin ir más lejos, diversas manifestaciones repudiando la ocupación israelí de territorio palestino se han visto musicalizadas por ‘El pueblo unido jamás será vencido’, así como muestra este video en donde jóvenes cubanos entonan el himno frente a la Embajada de Estados Unidos en su país.
“Es una canción convocante que invita al público a alzarse en la lucha y a gritar”, agrega Martín. “Eso es algo muy impresionante”.