Por Nicolás Navarrete / Foto por Guillermo Calderón
El 2019 trae aires frescos y también nuevos sonidos. Otra temporada festivalera en la que muchas bandas salen de gira comienza a terminar y es momento de escuchar y ver lo nuevo que se traen entre manos. Es la época en la que en muchas agrupaciones lamentablemente reina el silencio -o escasea la creatividad- y no se vuelve a saber de ellos por un tiempo. Para la banda Pelusa, nada de esto es sinónimo de su momento actual. En su sala de ensayo el trabajo no cesa.
A mediados de febrero lanzaron “Perro Bomba”, el primer single promocional de su nuevo disco “El tiempo que nos queda”, y hace días otro sencillo con el mismo nombre, ambas canciones acompañadas con un videoclip. Todo esto se suma a su reciente incorporación al sello “Música & Entretenimiento” con los que buscan impulsar su carrera en el extranjero. En este revoloteado ambiente de nuevas producciones y ensayos, Pelusa conversa con el equipo de SACH sobre lo nuevo, lo viejo, y también lo feo de la música chilena.
Cae la noche sobre Santiago, y en un onceavo piso de un edificio de Providencia, Pablo Ubiergo, Cotydelia y Aldo Américo dan detalles de su futuro trabajo, el que cuenta con la producción del músico uruguayo Gonzalo Yañez (ex Los Prisioneros). En 2016 y 2017 participaron del Festival Woodstaco, uno de los más grandes de la escena nacional independiente, y ese último año también ganaron el décimo festival de bandas de Balmaceda Arte Joven. Todo esto como antesala de lo que debería transformarse en la placa que brinde el despegue definitivo.
“No quisimos lanzar todo de una sola vez, preferimos el sencillo, y en eso vamos a seguir” asegura con total franqueza Cotydelia, quien además cree que así se abrirán las puertas a festivales más grandes y públicos más masivos.
Es que el single pareció que en una época llegaba para quedarse, posteriormente revivió con fuerza las ideas de los LP. El disco como un objeto de valor agregado y que daba una especie de superioridad intelectual frente al resto, ninguneó sin piedad el uso del track promocional. Eran tiempos en donde los cool llevaban bufandas, lentes de celulosa y un fuerte olor a sabelotodo. Por suerte hoy todo ha mutado.
Pero nadie nos prometió un jardín de rosas canta Fito, y es cierto. Si bien para Pelusa cada evento lo enfrentan con energía y ganas de darle siempre hacia adelante, también han convivido con la frustración y los desánimos que se viven a diario en los escenarios nacionales. Desde cortes muy anticipados al tiempo acordado para el show, hasta la total desvalorización de parte de las productoras por la música en vivo. “Nos pasó que en muchas fiestas los productores estaban más pendientes del carrete post tocata que de hacer que la cosa sonara bien” confiesa Aldo cuando se les pregunta por sus malas experiencias.
“En provincia es muy distinto, cada vez es más grato salir de Santiago que tocar por acá” asegura sin dudas Coty, quien es respaldada inmediatamente por sus compañeros.
Pablo sin embargo agrega “una vez tocamos en el Caupolicán para la Universidad Católica y tocaba Alex Anwandter, Moral Distraída y otro montón de bandas, nosotros abríamos el evento, y solo por eso no teníamos camarín, baño ni estacionamiento. Ni agua nos dieron. Lamentablemente se abaratan costos con bandas como nosotros para satisfacerlos a ellos”.
Frente a esto: ¿Les gusta la época de la música chilena que les tocó vivir?
“Por plataformas si”. Habla sin dudar Pablo “pero las plataformas van más allá de Chile, por qué en el mercado actual siempre son los mismos, pero nosotros no estamos en esa, te quedas pegado si piensas en eso (…) estamos buscando el nicho, lo hemos encontrado y explotar por ahí es abrir nuevos flancos por donde dar la batalla”.
No exentos de temores, Coty declara que su mayor miedo radica en el país en que vivimos “Hacer arte en Chile es bien complejo, a veces da rabia, te esfuerzas por presentar un trabajo de calidad y la gente reclama por una entrada de tres lucas, ¡y es como hueón paga!”. Aldo agrega que ante eso su combate está en crear escena, asistir a shows y quedarse a ver a las bandas que siguen después en la tocata.
Pablo, hijo de Fernando Ubiergo, ganador en la competencia del Festival de Viña en 1978 con “El tiempo en las bastillas” y de reconocida trayectoria, acompaña a su padre como músico estable de su banda y asegura que es la emoción y la conexión del artista con el público lo que finalmente termina por hacer de un show un evento para el recuerdo, algo que se queda en las personas.
Pero hoy emocionarse es más fácil con la ayuda de la red, y perderse en el time lapse de su dinámica también. Muchos pasan al olvido en cuestión de semanas si no “capitalizan” esas emociones. Es una época en qué, lo que no se solidifica rápido, se evapora con facilidad.
Aún no manejan con certeza fecha ni lugar para el lanzamiento de su nuevo disco, pero el trabajo no para. Pues de silencios Pelusa sabe bien poco.