Al momento de conocer a Margot Loyola, Claudia Mena tomó la decisión de dedicarse a la recopilación de obras del cancionero latinoamericano. Cuecas, tonadas, valses peruanos, tangos y chachachá son parte del trabajo que ha acumulado en este tiempo, algunos incluso nacidos en viajes al extranjero. Conversamos con ella, quien está preparando su nuevo disco bajo la producción de Gepe y Cristian Heyne, y que este viernes presentó un nuevo adelanto.
Foto por Fabián Bernales
Claudia Mena, o más conocida como Belencha, es considerada por la propia María Esther Zamora como la integrante de una nueva generación de La Casa de la Cueca, un lugar donde priman las conversaciones y los buenos momentos musicales. «Es una gran familia, donde reina siempre la música y el folclor, las cuecas sobre todo. Son lugares patrimoniales», cuenta la artista al referirse a este espacio insigne para la música popular, ubicado en pleno centro de Santiago. Misma opinión le genera otros recintos capitalinos como la longeva picada El caballo de Palo o La picá de la Yasna.
Pero antes de aparecer las cuecas en su vida, el gustito musical de Claudia viene desde niña, complementado en gran parte por el cancionero de la radio AM y por su padre, un músico amateur que tenía un grupo tropical. Allí, entre instrumentos de cumbia, la pequeña Claudia comenzó a desarrollar su oído musical. A los 8 años ya tomaba clases de piano y a los 12 ingresó al Liceo Experimental Artístico. «Estaba en cuarto medio cuando conocí las cuecas de Los Chileneros, y ahí me salí del piano y pasé a la guitarra», cuenta.
La maestra Margot
Belencha intentó estudiar una carrera universitaria (Pedagogía en música), pero una figura fundamental para la música chilena se cruzó en su camino.
«Entré a la universidad en el 2010, de ahí ya llevaba dos años y medio con las cuecas. En las bibliotecas del Peda lo único que buscaba eran libros de folclor y encontré el libro de La tonada de Margot Loyola. Lo leí de una, me conseguí los discos. Yo tocaba con un grupo que se llamaba El Parcito, que duramos 7 años y grabamos varios discos, y nos empezaron a llegar como señales para conocer a la maestra… hasta que la conocimos».
Ese primer encuentro, dice, fue como estar en una sala de clases. «Se sentó en el sillón, nos puso en frente y nos dijo: ‘ya, canten’. Nosotras súper nerviosas cantamos unas cuecas y por el libro (La Tonada) nos sabíamos dos tonadas y a ella le gustó, porque nos dijo que éramos como chinganeras para cantar, que teníamos como una fuerza y nos quiso enseñar de una».
Esa fue una de las tantas clases que Loyola dio a esta nueva generación de artistas hasta su fallecimiento en 2015. «Fue un aprendizaje tremendo, grabamos dos discos con solamente repertorio entregado por ella y eran de 19 canciones más o menos. No era solo cueca, también habían tonadas, valses, resbalosas, polka, de todo», recuerda.
De Claudia Mena a Belencha
Mientras tomaba clases con la maestra Margot, Claudia construía su propio camino en solitario, basado en la recopilación del cancionero latinoamericano. Es así como nace el disco Quisiera ser palomita (2016), grabado en Colombia por el productor Jorge Zárate. Este año también lanzó un EP titulado Debajito del maitén, junto al músico Miguel Molina. Ambas producciones fueron editadas por su nombre real, pero desde ahora construye una nueva etapa bajo el seudónimo de Belencha.
El motivo principal de este cambio de nombre radica en que ya existe una cantante colombiana con ese nombre. Pero también influyó su nombre de Instagram (@belenchamena), inspirado en su segundo nombre (Belén). «El Gepe le gustó el nombre, me empezaron a decir así, así que quedé como Belencha solamente porque ya había una Claudia Mena y por mi nombre de Instagram».
Folclor imaginario con Gepe
Daniel Riveros (Gepe) comenzó a frecuentar lugares como La casa de la cueca, donde forjó una amistad con María Esther Zamora y Pepe Fuentes, y también con artistas como Claudio Constanzo, Miguel Molina y, por supuesto, a Belencha, quienes después se unirían a la banda del autor de Hablar de ti y Hambre. «A Gepe yo no lo conocía para nada, porque mi mundo siempre ha sido música antigua, entonces música de ahora no cacho nada».
La Cumbre del Rock Chileno de 2018 fue el primer escenario en que Riveros invitó a la artista a interpretar la parte de María Esther Zamora en la canción ‘Solo’. Pero, en camino al Club Hípico de Santiago, el cantante le realizó una propuesta. «Me dijo ‘oye, ¿te gustaría si antes de cantar ‘Solo’, cantai un pedacito algo tú sola con la guitarra?’ y yo no tenía idea a lo que iba, nunca había ido a una Cumbre del Rock, nada», remora Claudia, quien aceptó la idea e interpretó un vals peruano antiguo frente a miles de personas.
«Me prestaron in-ears -que no tenía que era eso- y cacho toda la gente que había, me quería morir y aparte no podía atrasar el show. Empecé a cantar. El público del Gepe siempre ha sido muy bueno para escuchar, súper amable, amoroso. La gente empezó a hacer palmas y todo salió bien«.
Luego abrió el primer show de Gepe en Movistar Arena con una recopilación del cancionero latinoamericano, y también participó en el disco ‘Folclor Imaginario’ (2018) con una ‘semi-improvisación’ titulada Verte y no verte. «Es una décima antigua que recopilé en el sur, que se me ocurrió hacer cuando el Gepe me invitó y quedó», dice la artista, quien además agrega que «ha sido bacán (este tiempo con Gepe), porque uno aprende cuánto cuesta hacer todo ese tipo de producciones».
Nuevo disco a la vista
El lunes 12 de octubre de 2019, días previos al 18-0 que destapó la revuelta social, Belencha y su banda grabaron casi en su totalidad su nuevo álbum, que cuenta con la producción de Cristian Heyne (Javiera Mena, Supernova, Nicole, Fernando Milagros, etc) y, justamente, Gepe, quien no suele producir para otros artistas.
«Estoy más feliz, nunca esperé que pasara algo así, y claro, para Gepe es su primera producción, que la está haciendo muy por las de él, y Cristian lo apañó al tiro. Ha sido bacán, Cristian sabe mucho, tiene una carrera muy grande. Ellos quizás lo ven de otro lado, no del lado que nosotros lo vemos. Ellos lo ven más por un lado de sonido, como resaltar más la voz, otro tipo de mezcla».
Tras el estallido social, dice, el disco ‘pasó a un segundo plano’. «La pega empezó a cambiar el sentido de todo, yo creo que a todos nos pasó eso un poco. Sacarlo ahora, en estas fechas, también fue para la gente que ha estado toda vuelta loca con toda la cuarentena y para refrescar un poco la cosa. La idea era que saliera antes, pero estaba todo muy consternado», cuenta.
El primer adelanto del disco fue Pajarillo, una canción que conoció y recopiló durante un viaje a Lima, Perú, la cual consiste en un yaraví.
«Es un sentimiento como muy triste, que como dijo Pepe Fuentes -que lo escuchó con María Esther- ‘es un lamento’. Un yaraví es algo que siempre tiene ese dejo de tristeza, que se canta y sufre, y se acompaña de la voz y el sentimiento más que nada. Se la escuché a unos amigos con una guitarra y ellos cantándola con una interpretación muy profunda. A mí siempre me ha llamado la atención ese repertorio más triste, me gustan mucho los tangos por lo mismo».
En esta tarea de estar recopilando distintas obras del cancionero latinoamericano es inevitable pensar en lo que hicieron años atrás Margot Loyola o Violeta Parra, ¿Cuánto influyen ellas en esta misión que te has propuesto?
– «Ellas son tremendas, yo no me puedo ni comparar porque ellas se dedicaron a eso, yo trato de hacerlo pero no es que pase viajando. Igual ahora todo es más fácil, uno puede recopilar con un puro celular. Lo que hago es escuchar. Margot Loyola nos decía que no es llegar y «ya po, cante», NO. Tiene que haber todo un preámbulo, pedir permiso, el cantor/cantora tiene que autorizarte para que no sea tan mal visto. Trato de mantener ese estilo más respetuoso y cantar como la cantora lo hace, que es como lo hacía Margot y Violeta: tratar de llevar ese momento a la interpretación de uno. Me gusta viajar también por lo mismo, porque uno conoce y escucha muchas cosas».
Esta labor de la recopilación ha traído varias anécdotas en la carrera de Belencha, desde conocer el canto de una pariente lejana Valdivia y otra ocurrida en Lima en plena semana de Fiestas Patrias chilenas.
«En Quisiera ser palomita hay una canción que se llama ‘Si mi amorosa pasión’ y la escuché un 18 de septiembre en la casa de la familia Avilés, que Oscar Avilés es la primera guitarra del Perú y de mamá chilena y papá peruano. Entonces, Lucy, que es su hija y mi amiga, celebró el 18 -su papá no estaba, pero su mamá sí- y yo pasé las Fiestas Patrias allá. Me invitó, estuvimos celebrando y ella de repente empieza a cantar esta canción, que según ella es una marinera muy antigua, y en el fondo se compone de tres décimas y entremedio se dice un verso, y la melodía la encontré parecida a una tonada de la Margot Loyola. Bueno, la estructura en décima acá también se ocupa para hacer canciones, entonces como que la asimilé y la escuché cantar por Lucy Avilés y Lucy Valverde (mamá). Es una de las canciones más antiguas que he escuchado, si ya la cantaba la mamá de esta señora, debe tener por lo menos 120 años«.
El nuevo disco de Belencha que no tiene nombre ni fecha exacta, pero sí adelantó una particular colaboración. «Hay una colaboración con Camila Moreno en un vals peruano muy antiguo, que se llama Petronila. La pillamos justo en Estudios Triana cuando estábamos grabando las trompetas y todo ese cuento, y como el Gepe tiene personalidad y la conoce, le preguntó, ella dijo que sí y la grabamos ese mismo día. Así que hay una sorpresa entremedio».
Este viernes lanzó ‘Un poquito de tu amor’, un chachachá de los años ’50 que, a diferencia del primer single que fue más íntimo, en esta ocasión participa un grupo de talentosos artistas nacionales: Gonzalo Gómez en el bajo, Miguel Molina en el piano, Chichi Huerta en las percusiones, Franz Mesko en el saxofón y Mauricio Castillo en trompeta.
«Llegué a Un poquito de tu amor por María Esther Zamora, porque le preguntamos qué cha cha chá, porque está típico El Bodeguero o Las clases del cha cha chá y no queríamos grabar lo mismo que se graba siempre, y María Esther tiene un repertorio enorme que si empiezas a escarbar llegas a esta canción que es muy poco conocida y la hizo un caballero que se llama Julio Gutiérrez en Cuba. La encontré preciosa, el Miguel hizo el arreglo y la grabamos al tiro».
El venidero álbum de Belencha incluirá un abanico de sonidos latinoamericanos con composiciones nacidas en Chile, Perú, Argentina y Cuba.