Comentado tanto en revistas paranormales y programas como “OVNI” (1999-2000) de Patricio Bañados, el misterio tras la Isla Friendship ha perdurado en el tiempo como uno de los casos alienígenas más intrigantes en la historia ufológica de Chile. Recientemente, el caso ha vuelto a estar en boca de todos debido al estreno de “Isla Alien” (2023), un documental en donde el cineasta Cristóbal Valenzuela Berríos aborda el origen de este mito interplanetario.
Si bien esta historia ha sido motor del cortometraje “¿Sabe usted algo de la isla Friendship?” (2012) de Shingo Yoshida y el documental “¿Hay algo en lugar de nada?” (2020) de Peter McPhee, “Isla alien» en ningún momento se posiciona como una película sobre ‘la verdad tras Isla Friendship’, sino más bien una película sobre ‘la verdad’ y lo que ocurre con aquellas verdades indiscernibles de la vida real.
“Mi mamá tenía una amiga que circulaba por circuitos medios esotéricos y me habló de estas radios que llegaban del sur, y yo decía ‘oh, qué interesante’, para después volver a verlo en la segunda temporada del programa ‘OVNI’, en donde profundizan un poco más en la historia de Friendship”, recuerda Cristóbal Valenzuela, en conversación junto a Solo Artistas Chilenos. “Era rarísima la historia: era una isla en el sur de Chile con rubios que eran como alemanes, con nombres de ángeles que se comunicaban por radio y predicen el futuro. Nunca pensé que fuera mentira. O sea, ¿quién mentiría sobre algo así?”.
Cristóbal se considera un “fanático de lo under”. De hecho, una de sus primeras producciones audiovisuales fue “Los primeros brujos fueron los padres” (2005), un cortometraje documental sobre la brujería en Chiloé. “Ese fue un corto de escuela”, recuerda el cineasta. “Fue muy interesante porque era sobre la Recta Provincia, entonces yo me obsesioné un poco con el tema. Ahí tenía un protagonista, pero era más minimalista su estructura: eran como cuatro entrevistados en total. Siempre he tenido una atracción al submundo que tiene una significancia mayor; lo marginal en todo, en el arte, hasta con mis amigos”.
Y ese corto, ¿se puede ver en alguna parte?
No, está prohibido.
De Rodin a Friendship
Gracias a la distribución de Miradoc, Isla Alien se estrenó en salas chilenas el pasado jueves 2 de noviembre, misma fecha en la que hace seis años se estrenó la ópera prima de Cristóbal Valenzuela: Robar a Rodin (2017), una especie de true crime criollo sobre ‘la verdad’ tras el robo de una millonaria escultura de Auguste Rodin en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile. “Con el tiempo se ha logrado colocar como una película de culto, que igual era mi deseo”, afirma su director. “A donde voy la gente la conoce, la ha visto. Me dice ‘oye, me encantó’ gente que no tengo idea de quienes son”.
— ¿Cómo recuerdas tu ópera prima?
Fue la raja; viajé caleta, y aprendí harto. Me instaló como un mini-nombre en la industria. De hecho, yo creo que gracias a «Robar a Rodin» pude hacer «Isla Alien«. Como que te instala cierta credibilidad; eres capaz de hacer una película. Además que «Robar a Rodin» e «Isla Alien» tenían una amenaza super grande: pueden ser vistas como una estupidez.
— ¿En qué sentido?
Si le explicas el argumento a alguien puede sonar muy tonto. En el caso de «…Rodin», para todos era como una talla. Si yo hablaba con gente se reían de la historia. Nadie se la tomó en serio cuando ocurrió en 2005.
— En “Isla Alien” te tomas en serio la historia de Isla Friendship, generando un relato coral a través de los testimonios de decenas de personas. ¿Qué te llevó a perseguir este tipo de narrativa?
Hace que la historia fluya mejor en términos de ritmo, pero también me ayuda a mí —y a Juan Eduardo Murillo de montaje y guión— a instalar múltiples capas de lectura. Entrevistamos a más personas de las que quedaron en el corte: fueron 40 personas y quedaron 17. En «Robar a Rodin», por ejemplo, entrevistamos a más: como a 45 y quedaron 15.
— ¿Y cómo van discriminando quién queda y quién no?
Es un proceso de selección natural que va sacando lo que no funciona en términos narrativos, porque al final —a diferencia del periodismo— buscamos entrevistas narrativas; encontrar un relato.
— Y en el caso del material de archivo, ¿hubo alguna pieza clave al momento de complementar ese relato?
El acceso a las cintas de audio fue clave, sin duda. Es el único registro material que quedó de Friendship; todo el resto son testimonios. La mente igual es frágil y los mitos se transmiten de forma oral, pero en este caso está el archivo. Ese documento era muy valioso y me costó muchísimo dar con él porque los ufólogos son muy desordenados. Si bien llevan 30 años investigando el caso, se les pierden los materiales, no guardan, no clasifican y no almacenan. Llegué a dar con 10 cintas, de estas de radio, que llamativamente sonaban horriblemente mal. ¡Sonaba pésimo! No sé cómo se entendían. ¿Alguna vez anduviste en radiotaxi?
— Claro.
Esa misma radio ocupaban, entonces era loquísimo. Yo escuchaba eso y pensaba «¿por qué Friendship decidió comunicarse con la peor tecnología que podía?».
— ¿Y escuchaste todas las cintas?
Todas. Y ahí empiezas a indagar, empiezas a entender la posición de los contactados en contexto de dictadura. Imagínate: de repente te llama esta raza superior. Ellos son elegidos por su genética; pasan de ser nadie a ser muy especiales. Y a diferencia de otros casos de ovnis que ha habido en Chile —como la abducción del cabo Valdés o el auto de los famosos—, Friendship es muy largo: no es tan solo un avistamiento sino que diez años de transmisiones de radio. De todo eso quedan diez cintas nomás y muchos hitos a su alrededor. Al ser una historia múltiple, le entregaba mucha riqueza al relato.
La fuente de Ernesto de la Fuente
Tanto en el relato narrado por Bañados en OVNI como la reciente película de Valenzuela, la historia de Isla Friendship es narrada por diversos ‘contactados’, en donde uno de ellos destaca ante el resto: el enigmático ingeniero electrónico y sonidista Ernesto de la Fuente. “Una persona —que no puedo revelar— me dio su autobiografía”, confiesa Cristóbal. “La mitad narraba su experiencia en la guerra de Vietnam, pero después investigué y me di cuenta de que era todo mentira”.
— ¿Qué descubriste en el texto sobre Ernesto?
Su biografía era muy impresionante. Va ligando Friendship con su biografía, el mismo cáncer del cual dice que se recuperó, etc. Ernesto tuvo un rollo brigido con su papá.
— ¿En serio?
¡Sí! Su papá tuvo un primer matrimonio donde tuvo dos hijos. Después se casó con la mamá de Ernesto y se separaron, o sea que Ernesto se crió con una madre soltera. Al tiempo, la mamá muere de cáncer, por lo que él vuelve con su papá con quien tiene un rollo así brígido, con mucha tensión. Finalmente, el papa también muere de cáncer y él se ‘contagia’ de cáncer al igual que su enemigo… pero sobrevive. Su relato está lleno de esas conexiones. A través de sus creaciones se conecta con su propio pasado.
— ¿De qué manera sientes que se conectó con tu propuesta en cuanto lo contactaste para que cuente su experiencia con Friendship?
Cuando lo fui a ver se lo tomó con mucha naturalidad. Creo que estaba acostumbrado a recibir gente en Freirina porque era un lugar bien complicado de llegar. Fui en bus y fueron como unas 15 horas de viaje, pero claro, él recibe constantes visitas, entonces yo era uno más de esos. Me contó su relato tal cual como siempre lo ha contado; las mismas palabras.
— En el documental no se le veía muy bien de salud…
Tenía un enfisema, se ahogaba. Por lo mismo, hicimos como tres días continuados de entrevista, pero cortitas. Ahí cubrimos todo porque vimos que estaba mal de salud, que se podía morir, entonces cubrimos todo lo que ya teníamos prescrito en el guión. Sin embargo, coordinamos una segunda jornada de entrevista para hacer una entrevista más confrontacional, tipo «dime la verdad: ¡tengo pruebas en la mano!». De hecho, en la primera entrevista me mintió directamente: me seguía diciendo que él era ingeniero comercial, no ingeniero eléctrico. La cosa es que coordinamos esta segunda entrevista —la más brígida— y vino el estallido social, entonces el proyecto se congeló por unos tres meses. Junto a la gente del equipo no pensábamos en nada más que en eso… y en plena revuelta él murió. Hablé con la viuda por si podíamos ir al funeral, nos dejó y ahí pudimos grabar unos planos. Yo creo que estaba feliz de hablar. Bueno, no sé si feliz, pero ya era parte de su naturaleza. Creo que se sentía realizado hablando, era el sentido de lo que hacía: buscar la admiración.
— ¿Cómo fue la recepción de los demás ‘contactados’?
Friendship genera mucha polarización en la comunidad ufológica. Es como el hip hop, cuando se empiezan a agarrar y sacan canciones en contra de otros artistas.
— Las tiraderas.
Claro, eso. Por ejemplo, está el grupo de creyentes, que afirman que Ernesto de la Fuente es un iluminado. También están los que no creen, que son ufólogos pero escépticos; como paleontólogos que no creen en los dinosaurios. Después están los que creen que Friendship es peligrosa como Michel Jordan, un ufólogo más conspirativo que cree que la Isla es una clínica de tráfico de órganos, ¡e incluso humanos! Estos tres grupos estallaron en la exhibición que tuvimos en SANFIC y no han parado de pelear hasta ahora.
— ¿Y cómo? ¿Debaten entre sí?
Hacen videos en YouTube y ‘en vivos’, y ahora nos han empezado a atacar a nosotros por ‘comunistas’. Bueno, esa es otra sorpresa de mi investigación: poco a poco —y antes del estallido social— me di cuenta de que la mayoría de los ufólogos chilenos son de derecha. No todos, pero yo creo que el 80%. Y para el estallido social explotaron: sus posiciones se fueron a lo ultra. Yo era parte de grupos de Facebook y WhatsApp de ufólogos, y estos últimos eran brutales. Decían cosas como «¡que salgan los de Punta Peuco!», «¡que terminen la pega!» o «¡llegó la hora de eliminar a Pamela Jiles!», y yo como «¿qué les pasa?».
— ¿Por qué crees que pasa eso? Uno podría pensar que al ser personas que están pensando en lo que hay más allá, podrían estar más abiertos a ideas de carácter más progresista.
Es que el mensaje de Friendship es super difuso. Yo escuché todas las cintas y el mensaje es super popular: se habla de Jesús, de María, de la conciencia del hombre y el poder de la amistad. Y no hay mucho más. Aún así, pareciera que son buenos.
— Además, se les describe como rubios, altos…
Claro, super buena onda y luminosos… pero la ultraderecha es super violenta. La violencia es parte del fascismo, entonces como que no cuadra por ninguna parte. Al tiempo confirmé que no era solamente en Chile, sino que es internacional la relación entre la ufología y la ultraderecha, ¡y tengo mis teorías! Creo que la ufología y el fascismo atraen unas psicologías medias distorsionadas à la Trump; simulacros, realidades alternativas y la reconstrucción de la verdad. Pero no logro comprenderlo del todo.
— Sin adelantar mucho sobre su rol en la película, ¿sientes que Ernesto era consciente de las consecuencias de la narrativa que estaba armando para sí mismo?
Ernesto necesitaba reconfigurar su pasado en uno mucho más aceptable y emocionante, donde él era un héroe. En el caso de los demás ‘contactados’, esta creencia los validaba; les daba un estatus que los convertía en seres elegidos. La necesidad que genera esta historia va para ambos lados. Es lo que la hace un mito. «¿Por qué alguien crea esto?» o «¿por qué alguien cree esto?». Fácil: porque lo necesitan.
Un negro futuro
Tras su estreno en cines, Isla Alien recibió múltiples comentarios positivos en redes sociales, siendo catalogada como una película “imperdible” y una “gran pieza cinematográfica y narrativa” sobre “la inocencia con la que creemos y lo espeluznante qué puede haber tras quienes venden la pescá”. Recientemente, la película fue agregada a Netflix.
“Para mí es un documental sobre la mitología: sobre el mito y la construcción de esa historia”, reafirma Cristóbal. “Es una película de ovnis, pero me parece que la película trasciende eso, y no va sobre ovnis: va sobre la verdad; qué es, y cómo la construimos”.
— ¿Qué le depara a la filmografía que estás construyendo?
Ahora estoy trabajando en Cocaína Negra, un documental sobre Eugenio Berrios, el químico de Pinochet.
— ¿Y su narración seguiría la misma línea que Rodin e Isla Alien?
Sería la tercera parte de la trilogía. Berríos es un estúpido, pero tiene una relevancia trascendental: instala el fascismo y la manipulación. La idea es mostrar cómo un idiota se convirtió en una pieza fundamental de la dictadura cívico-militar. Tengo una tendencia a buscar cosas escondidas bajo varias capas.
— ¿En qué etapa se encuentra el proyecto?
Nos ganamos el fondo, la vamos a hacer, pero está demasiado encima y su realización está muy complicada. Bajé otro piso más de las catacumbas: estoy tratando con la DINA, Punta Peuco, e incluso estoy yendo a la cárcel. Berríos es el ser más estúpido del mundo pero se convierte en una fuente de poder absoluto. Su historia vendría a cerrar esta especie de trilogía, ya que después quiero explorar otras posibilidades dentro del documental.
— ¿Solo seguirás esa senda o igual te tienta la ficción?
Por ahora voy a seguir en el documental, hasta que aparezca algo que me conmueva en la ficción.
Isla Alien (Cristóbal Valenzuela, 2023) se estrenó en salas chilenas el jueves 2 de noviembre, bajo la distribucion de Miradoc. Actualmente, la cinta también está disponible en Netflix.