Ganadora del “Premio del Público” en la pasada 23° versión del Festival Internacional de Cine de Valdivia y “Horizontes Latinos” del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, la cinta “Rara” de la directora Pepa San Martín se adjudicó el Pudú a manos del Intendente de la región de los Lagos, Egon Montecinos.
Rara se inspira a través de una experiencia del pasado, particularmente lo ocurrido a la abogada y jueza Karen Atala durante el año 2003, a quien se le quitó la custodia de sus hijas por el mero hecho de tener una orientación sexual distinta, por así decirlo.
Arraigado a nuestro presente, la cinta es protagonizada por Sara (Julia Lübbert), una joven de 12 años que vive con su hermana menor Cata (Emilia Ossandón), su madre Paula (Mariana Loyola) y la pareja de su mamá, Lúa (Agustina Muñoz). Sara es una joven curiosa, va a un colegio normal, vive en “familia”, pero su padre Víctor (Daniel Muñoz), de alguna forma, aborrece la orientación sexual de Paula, y la cuestiona constantemente por ello.
Sara, es quien debe vivir sobre su piel el vórtex de problemas que merma su vida diaria, la discriminación por compañeros y compañeras de colegio, las dudas sobre su propia sexualidad, el problema de que sus progenitores no hallen conciliación a sus perspectivas morales y éticas, y la imposibilidad de decir como se conforma su identidad, terminan por formar un cuadro compuesto por la sobre utilización de recursos, un maquillaje excesivo para una obra que no especula más que lo mero visible.
La puesta en escena se adjudica un argumento inseguro, donde prima construcciones de roles comunes que se desenvuelven bajo lógicas impuestas por normas sociales que todos y todas conocemos, una oratoria tradicional y plana que refleja un argumento frágil de clases pudientes que sobrellevan sus dudas morales, a través de la cotidianidad externa e invisibilizada de los problemas reales. Aun así, repara en la atención que refuta la discriminación existente a la comunidad homosexual, la cual, increíblemente, sigue atacando y segregando una sociedad que converge cada día más en tribunas que exigen atención, para reclamar a veces, estelas de ideas que no brillan bajo la luz de ninguna imagen.