Estrenada en la 23° versión del Festival Internacional de Cine de Valdivia durante el mes de octubre, ayer llegó a las salas comerciales de todo el país la ópera prima del director Carlos Leiva, “El primero de la familia” y estuvimos ahí para contarlo.
La cinta se inspira en hechos biográficos de las memorias de Carlos, donde relata y proyecta las vivencias de su familia ante la adversidad de sobrevivir como clase pobre ante un país que segrega ante la mano de obra más trabajadora.
El relato se centra en Tomás (Camilo Carmona), hijo mayor de la familia, quien carga con la mochila de esperanzas para sacar a su familia adelante pues obtiene una beca para estudiar medicina en el extranjero debido a su buen rendimiento durante su educación en la enseñanza media. Será Tomás entonces quien sobrelleve las riendas de los problemas familiares al interior de una casa donde puertas adentro los conflictos existen a flor de piel. El resto de la familia lo compone; su padre (Claudio Riveros), de oficio mecánico y machista, su madre trabajadora puertas adentro y enferma (Paula Zúñiga), su hermana Catalina (Catalina Dinamarca), estudiante de enseñanza media y la abuela (abuela de Carlos Leiva).
La trama aborda temas muy íntimos; el encierro, el desarrollo sexual de los hijos, los problemas de dinero y enfermedad, la falta de opciones, etc. Todo al interior de un solo cuadro en toda la cinta, la casa de la familia. Es aquí donde se realizan todas las deliberaciones y conversaciones prolongadas donde cada personaje muestra su verdadera identidad, Tomás, por su lado, vive un conflicto interno al nunca haber tenido ningún tipo de relación con el sexo opuesto (se asume su heterosexualidad), y es en este conflicto donde resuelve de manera abrupta un encuentro cercano con su hermana menor Cata.
El desenlace aborda el cliché de decir que el primero de la familia es quien resuelve los problemas de una familia que se recompone a pedazos, y eso es meramente una afirmación de quien no vive en tal vereda, de quien sólo puede asegurar bajo una percepción especulativa que ocurre dentro de las familias más pobres de Chile y que de alguna manera intenta creer ante el resto, que existen salidas esperanzadoras para salir adelante en un país donde el espectador es a veces, quien dicta la última palabra, antes un asunto que sólo parece de resilientes.