Reseña por Cristóbal Galleguillos
Fotografías por Valentina Palavecino
Son las 21:15 horas del lunes 18 de diciembre y Mon Laferte comenzaba a escribir uno de los momentos más importantes de su carrera. Con un público respetuoso, vestido de flores en su cabeza y antecedido por un sólido show de 30 minutos de Pedropiedra, la artista viñamarina entra en escena con un vestido verde metálico acompañada de sus siete músicos y una escenografía que recordaba a salones de los años 50′.
Es así como se empieza a escuchar los primeros acordes de «Ana», canción de su reciente disco «La Trenza» (Universal Music, 2017), que es un cover del grupo peruano Los Saicos. Los fans estaban enérgicos y sabían que este concierto sería un gran espectáculo. Sin pausas ni saludos pasa directamente a «Si tu me quisieras», tras la finalización de esta, toma su primera pausa, saluda al público y se da cuenta de todo el cariño que le tienen en su país.
Mon es una artista que se preocupa de cada detalle. Va hasta un micrófono ubicado detrás del escenario, asumo que para dar instrucciones sobre algo que no estaba del todo bien. Así lo repitió en tres o cuatro ocasiones durante el show.
Sigue con su último single «Primaveral», para luego pasar a «Flor de Amapola» y «Que sí», que le da los primeros toques de frescura a una calurosa noche.
Tras esto viene uno de los momentos más emocionantes de la jornada: canta «El Cristal» y «La Trenza», las dos canciones inspiradas de su abuela «Chepita», su gran referente en la música y el motor para seguir con su carrera. Entre medio de ambos temas se da el tiempo para contar sobre su vida y la importancia de su abuela. Allí cuenta sobre su origen, proveniente de una población humilde y trabajadora de los cerros de Viña del Mar y estudiante de una escuela municipal.
«La educación es muy cara y sobre todo cuando vienes de una escuela con números» dice emocionada Laferte, a lo que agrega que quería estudiar música pero dado a la situación económica de su familia, su abuela la convenció de entrar a un programa de televisión. Es en ese momento en que se refiere por primera vez en un concierto de su paso por Rojo Fama Contra Fama. «La gente es muy prejuiciosa cuando vienes de la tele» señala. Sin embargo, aclara, que le encanta el Chile actual sin prejuicios, dando señales de que existe un público muy fiel en su país de origen, logrando ocupar las 15 mil entradas disponibles para este show.
Al finalizar «La Trenza» llega el primer invitado del concierto: Manuel García. Vestido de negro completo comienzan a entonar como si te cantaran al oído la canción «Cielito de Abril», emocionando al público que a esa hora ya estaba totalmente entregado a Mon.
Mientras cantaba el tema siguiente («Vuelve por favor») pensaba cuándo fue la última vez que un artista chileno alcanzaba tal fama. Pensaba en todo el camino que tuvo que recorrer para finalmente tener el año más intenso de su carrera: presentación en el Festival de Viña del Mar, una extensa gira por Sudamérica, Estados Unidos y Europa, y su primer Grammy Latino. Miraba con orgullo los más de 10 mil asistentes, principalmente mujeres, que vibraban con cada segundo de su presentación. Recordaba la vez que la entrevistamos por primera vez, un mes después de lanzar su segundo disco «Tornasol», en ese entonces nos contaba que habían productores que no pescaban su trabajo, que mandaba correos a La Cumbre del Rock o Lollapalooza y no la tomaban en cuenta, ni siquiera una respuesta… tardó pero llegó: hoy los organizadores de aquellos eventos la buscan intensamente para que sean parte de su cartel.
Este lunes dio el concierto pagado más grande su carrera, le antecedía su presentación en el Auditorio Nacional de México, y en cuanto a shows gratuitos lo lidera la Pampilla de Coquimbo en septiembre pasado. Mujeres, hombres, adolescentes, parejas, abuelas, niñas con su correspondiente flor en la cabeza y personas llorando de la emoción eran parte del ambiente que se vivió aquel día, un ambiente lleno de respeto y admiración.
Posteriormente sube el segundo y último invitado de la noche: Rulo y sus músicos, que también estuvo presente en su concierto en el Festival de Viña. En ese momento se enfatizaron las luces amarillas para contemplar aún mejor la escenografía, transportándonos a otro Chile, el Chile en que Lucho Gatica y Palmenia Pizarro eran las grandes estrellas. Comienzan a interpretar un mix de canciones, iniciando con «Tu Misterio», tema original de Rulo incluido en su primer álbum en solitario «Vendaval». Le sigue un clásico bolero «Propiedad Privada» y finalizan con el vals peruano perteneciente al reciente disco de Mon, «Yo te qui». Las palmas son la tónica de los casi 10 minutos de esta intervención.
Baja Rulo y sus músicos, y comienza el romanticismo con sus canciones «Amor Completo» -que convirtió al Movistar Arena en un verdadero karaoke-, «Flaco», «Vendaval» (tema nuevo incluído en la versión deluxe de «La Trenza») y la apasionante «Orgasmo para dos», uno de los pocos temas de su segundo disco que la artista aún toca en vivo.
Luego de ello viene el momento de dejar la emoción de lado y comenzar a bailar con la versión cumbiera de «Salvador» y «Pa Donde Se Fue», para pasar a una de las canciones más tocadas del año en las radios nacionales: «Amárrame», su colaboración con Juanes que le permitió ganar su primer Grammy Latino en noviembre pasado. Entre medio también interpretó «Loca», el gran himno de todas las fiestas chilenas popularizada por la banda Chico Trujillo, que puso a gozar a todo el público.
Posteriormente, llega con dos canciones que siempre las he encontrado muy similares en ritmo y qué bueno que las tocó una detrás de la otra. Me refiero a «No te fumes mi marihuana» y «El Diablo», donde Laferte pudo interactuar con la audiencia con divertidos juegos e incluso se abalanzó a la gente ubicada en cancha vip, con el propósito de que la arrastraran , sin embargo no se entendió la idea y al final no resultó como se esperaba. En fin, terminó esta primera parte del show bajando junto a su banda del escenario.
Obviamente los presentes estaban sedientos de más. Es en ese momento que vuelven a subir y se escuchan los teclados de Manú Jalil, sí, era «Tormento» y todos enloquecen. Luego le sigue con «Mi Buen Amor», su colaboración con Enrique Bunbury. Acá ocurre uno de los instantes más bellos del concierto; el último coro lo dejan para que el público lo interprete a capella… mo-men-ta-zo (Puedes revivirlo aquí). Y claramente no podía culminar este emocionante recital sin interpretar uno de sus más grandes hits: «Tu falta de querer».
Al salir del Parque O’Higgins salí con varios sentimientos encontrados. Se pudo apreciar un show de calidad que se caracteriza por el compañerismo entre Mon y todos los músicos, porque más que ser su banda de soporte también son sus amigos… y se nota. Ahora, la artista se tomará una pausa después de estos intensos 2 años entre giras y premios, siendo su concierto junto a Plácido Domingo en enero la única actividad en tres meses de descanso. También pasará la primera Navidad con su familia después de 10 años, una década que ha valido la pena totalmente y que tal como te decía tu Chepita (y vaya que tenía razón): «una estrella serás, la que más va a brillar».
Reseña por Cristóbal Galleguillos / Fotos por Valentina Palavecino