Fotos por Bárbara Reyes
Dos de las bandas más activas de la escena nacional se unieron para tocar juntos nuevamente y embarcarse en un viaje, para revivir la nostalgia de las primeras tocatas y para seguir demostrando que hay guitarras para rato.
Entre el 2015 y el 2016 cada viaje a la comuna de La Florida tenía más o menos solo una razón para realizarse, ir al Centro Cultural Rojas Magallanes. Casi todos los fines de semana diversos músicos llenaban el espacio con melodías y tonalidades que ganaban adeptos semana tras semana. Dos de las bandas que más tocaban eran sin duda El cómodo silencio de los que hablan poco y Niños del Cerros, grupos que el pasado sábado llenaron el club subterráneo. El lugar cambió pero, la potencia y la entrega siguen intactos.
Eran pasadas las 20:40 y los encargados de abrir fueron los chicos de El Cómodo y tal como nos tienen acostumbrados regalaron un show en que las emociones florecieron en todo el recinto, y donde más de una garganta terminó adolorida. El inicio estuvo a cargo de ‘Quiero estar a la mierda mirando el cielo/suelo’, tema perteneciente a su primer disco de estudio «Run Run» lanzado en el caótico 2016. Una a una se fueron juntando las voces del público que gritaron una tras otra las canciones que la banda ponía su disposición.
Nada de luces estrafalarias, ni visuales de alto impacto, lo único que necesita E.C.S.D.L.Q.H.P para brillar es sentirse en casa. Escondidos en la oscuridad, haciendo único cada grito y acorde, y uno que otro mosheo del público para subir la moral, es ahí donde la banda toma vida.
Un popurrí de canciones nuevas y antiguas fueron las que interpretaron donde ‘Nuestro tiempo’, ‘El viento en la cortina’ y ‘Nota024’ fueron algunas de las más prendidas. Sin duda un punto alto se vivió cuando Plin, baterista de Animales Extintos, se subió al escenario para interpretar ‘Zapatillas‘, una de las canciones más reconocidas de los de La Florida. Una muestra más del compañerismo entre las bandas de la escena chilena. ¿El resultado? excelente, la gente gritó y ver a Plin incursionando lejos de la batería resultó esperanzador.
Coro tras coro y salto tras salto, el cuarteto mostraba la misma potencia de siempre. No importaba si el ritmo venía del sonido más crudo o de los nuevos colores que la banda buscó en «Amanda», segunda placa de estudio donde el ambient y el trap se juntan con lo ya conocido.
Y es que es ahí donde está parte de lo que hace tan único a bandas como E.C.S.D.L.Q.H.P, en que no tienen miedo a jugar y si eso lleva a equivocarse, pues que así sea. Esto es cierto si hablamos de buscar un nuevo sonido pero, también de la propuesta en vivo, ¿qué importa si me equivocó en un acorde? saltando y pegándose el show, mientras pueda entregar potencia el público lo pasará bien.
Tal y como lo hicieron hace un par de años en La casa de los diez para el lanzamiento de ‘Run Run’ y también en Espacio San Diego presentando «Amanda» , El Cómodo demostró porque son a día de hoy algo más que un puñado de hits. Sus logros los respaldan, lograr que centenares de personas coreen temas meses antes de su salida, poder salir al extranjero y llenar espacios que partiendo jamás se hubieran imaginado, y sobretodo, crear himnos generacionales de toda una juventud.
Cuando los pies no daban más del cansancio saltaron a escena los Niños del Cerro, que fieles a su estilo, no dejaron nada ningún segundo de descanso.
Inicio suave con una relajada versión de ‘Las Distancias’ apoyados por la audiencia en las partes que le correspondían a Martina Lluvias, luego de eso no hubo como pararlos. La seguidilla de canciones del primer álbum de la banda, “Nonato Coo”, sirvieron para refrescar la memoria y recordar porque los niños llegaron a donde llegaron.
Si el público se mostró más o menos relajado en la presentación de El Cómodo, aquí fue todo lo contrario. No habían pasado dos canciones cuando todo el recinto se puso de acuerdo para saltar y bailar las melodías que han dado sentido al panorama música chileno en los últimos años.
Que tire la primera piedra el que no haya vacilado completo el “solo de aspiradora” de ‘Lance’, canción que comparte nombre con el disco. Cuesta imaginarlo, pero el tema sonó más rápido que nunca, con un Pepe Mazurett en la batería con un aguante de no creer.
El 2018 fue un año movido para la banda, lanzaron su segundo disco “Lance” a manos de Quemasucabeza, se fueron de gira llegando a destinos tan diversos como México o España y como si fuera poco, tuvieron su primer lleno total en un reciento tan icónico como el teatro principal del Matucana 100.
Si se trata de pasarlo bien en el escenario Niños del Cerro deben de ser campeones olímpicos. Ya sea molestando al borracho de turno, imitando al pez Avello o dando vueltas con la guitarra, el conjunto contagia las ganas de pasarla bien.
‘Las Palmeras’ es una canción que a estas alturas es casi un meme. Los músicos han dicho en diversas ocasiones que no la tocarán más, pero hay algo de encanto en esas farsantes de metal, siempre vuelven. Tal como en los mejores años de juventud el tema sonó fuerte, con Diego Antimán en la guitarra y Simón Campusano surfeando entre el público.
Ciertamente los años no pasan en vano y para Niños del Cerro tampoco, pero no dejes que ese bigote nuevo de Simón te engañe, toda la efervescencia y potencia de la banda se mantiene intacta. Siguen siendo los mismos amigos que tocando se conocieron, que tocando logran conectarse y que tocando han logrando transcender.
Fue una noche donde reinó la nostalgia, dos bandas amigas que viajaron al pasado cuando los teatros eran los patios, cuando el mejor registro que existía más que un álbum era un video en vivo de youtube. Una verdadera vuelta a las raíces, a los Rojas Magallanes, a los Anzuelo Ambientales, a los Levantando Polvo, tiempos más simples que mientras E.C.S.D.L.Q.H.P y Niños del Cerro vivan, no olvidaremos jamás.