La banda penquista anunció su vuelta a los escenarios para celebrar los 10 años del disco Aves de Chile, con fechas en Santiago y Concepción. “Ese disco nos encaminó en el oficio de hacer música”, señala su vocalista, quien al mismo tiempo está despidiendo su último trabajo discográfico de su proyecto solista Arranquemos del Invierno.
A comienzos de la década del 2010, una banda penquista comenzó a dejar huella en nuestra historia musical con una particular propuesta: guitarras acústicas, metalófono, acordeón y una voz muy particular dio vida a un un sonido con olor a sur y que ellos mismo llamaron pop silvestre. Niño Cohete, tal como si fuera un personaje de un cuento, fue el nombre del proyecto que inició Pablo Álvarez (voz y guitarra) en compañía de Matías Pereira (guitarra eléctrica), que con el correr del tiempo se sumaría Joaquín Cárcamo (Batería), Cristian Dippel (Teclados y accesorios) y por último, Camilo Benavente (Bajo).
No fue hasta el éxito de “Aves de Chile” (2013, Beast Discos) , disco que produjo Fernardo Milagros y Juan Pablo Bello a las orillas del Lago Lanalhue (Región del Bío Bío), que consolidó al grupo como una de las promesas de la escena musical independiente. Y así fue, gracias a este álbum recorrieron el país y se presentaron en grandes escenarios.
Si bien después lanzaron el disco La era del Sur (2015, Beast Discos), grabado en una cabaña en Antuco, la banda decidió cerrar con llave su proyecto en 2017 con un emotivo concierto en Teatro La Cúpula del Parque O’Higgins. Después de seis años, los músicos penquistas han decidido reunirse para celebrar una década de “Aves de Chile”.
En conversación con Solo Artistas Chilenos, Pablo Álvarez, vocalista y guitarrista de Niño Cohete, conversó sobre este regreso a los escenarios que también se complementa con los conciertos de despedida de “El poder del mar”, el último disco de su proyecto solista Arranquemos del Invierno.
— ¿Cómo se gestó esto de celebrar los 10 años de Aves de Chile? ¿Quién fue el primero que lanzó el mensaje para reencontrarse con Niño Cohete?
No sé si hubo alguien puntual, no recuerdo quién lo lanzó. Ocurrió que no te das ni cuenta y pasan 10 años de un disco, es increíble. Pasó que estábamos todos viviendo en Conce, todos seguimos haciendo música y por qué no (reunirnos). Más que la razón de por qué sí se hace, por qué no hacerlo.
— ¿Desde cuándo comenzaron a hablar esta idea de reencontrarse?
Desde el año pasado, cuando cachamos que se cumplían 10 años del disco y teníamos que hacer algo.
— Reactivaron el grupo de WhatsApp…
(Risas) Sí, claro, reactivamos el grupo de WhatsApp y estamos trabajando en eso.
— ¿Qué significa «Aves de Chile» para ti y para el grupo?
Pienso que nos abrió un camino, como que crecimos caleta. Supimos cómo se hace un disco, porque era el primero producido de manera tan profesional. Ahí conocí a Fernando Milagros, que nos produjo el disco con Juan Pablo Bello. Nosotros desconocíamos esa manera de hacer música, que era con un productor en un estudio, y antes teníamos que sacar casi un demo. Creo que ese disco nos encaminó en el oficio de hacer música y todo lo que envuelve eso.
Lo fuimos a grabar a un lago (Lanalhue), entonces también fue una experiencia humana súper importante. Éramos siete personas conviviendo en una casa encerrados haciendo música, a orillas del lago, entonces esa experiencia igual fue relevante para todos los que participamos.
— Es un disco muy querido por la gente, les trae muchos recuerdos, ¿por qué crees que pasa eso?
Yo creo que tiene una cosa melancólica en la infancia, que puede ser transversal a todas las personas. Todos fuimos niños alguna vez y ese disco tiene un poco eso, la necesidad de mantener vivo nuestro niño interno siendo personas adultas. Tiene esa cosa que es como un refugio a ese niño interno que tenemos todos, como un viaje al pasado quizás. También pienso que la gente lo quiere porque es un disco poco pretencioso y tiene una conexión con la naturaleza tan necesaria para el espíritu humano.
— Durante este tiempo, tanto con Arranquemos del Invierno y los demás chiquillos con su proyecto Mondomamba, respetaron mucho a Niño Cohete y no tocaron las canciones en sus conciertos, ¿esa fue una decisión pensada o se dio natural?
Se cerró con llave y se tiró al mar (risas). Para mí son cosas distintas, para los chiquillos creo que también. Niño Cohete era Niño Cohete y también fue bacán eso, como mantenerlo hermético y no tocarlo, como algo que quedó ahí suspendido. Creo que le da mucho más valor al regreso, era algo que se mantuvo así en lo que era, casi como un embalsamamiento. Son proyectos diferentes, procesos diferentes y para mí por lo menos era obvio que no iba a tocar canciones de Niño Cohete y prefería hacer canciones nuevas. Si bien tiene similitudes, pienso que son cosas distintas.
— Entiendo que una vez se toparon sus proyectos en un evento en el Teatro Biobío. Ahí mucha gente se ilusionó con un reencuentro, me imagino que se encontraron en los pasillos…
Sí, igual con los chiquillos buena onda. Vivimos todos en Conce y nos encontramos, a veces nos prestábamos instrumentos cuando necesitábamos cosas. Siempre se mantuvo una relación humana, cordial y buena onda.
— Otra de las cosas que se resaltan mucho de Aves de Chile es que a la gente la transporta al sur de Chile, a sus paisajes, ¿fue intencionado eso?
Quizás no fue tan intencionado, pero el hecho de que seamos de Conce, vivamos allá y no nos hayamos venido para acá (Santiago), que lo grabáramos en el sur en la cordillera… Yo me conecto mucho con los lugares donde estoy habitando, entonces obviamente que si vamos a hacer música estará todo empapado del lugar donde estamos, de lo que uno ve, lo que uno escucha. Además grabamos el disco en la cordillera, muchas cosas la hicimos al aire libre, entonces era inevitable que tuviera eso. A veces las cosas no son tan intencionadas, pero una vez que las haces y las miras desde afuera te das cuenta que está lleno de eso.
Saldando una deuda pendiente con Arranquemos del Invierno
El segundo disco de Pablo Álvarez fue una experiencia catártica y de conexión con el mar, tanto para él como para quienes se deleitaron con la creación acuática y reflexiva que dejaron los 11 tracks que dan vida al sucesor de “Ancestros”.
Luego de ser celebrado como una de las placas más emotivas del 2021, y con contundentes piezas como ‘Frontera’, ‘Bruma’ y ‘Salto al Vacío’, “El Poder del Mar” se despide con dos conciertos inéditos donde Arranquemos del Invierno repasará, por primera vez, muchas de estas canciones frente a un público.
“Mirando para atrás fue muy extraño el proceso, porque fue un disco pandémico y tuvo todo ese momento histórico donde había mucha confusión e incertidumbre y había que replantearse un poco las cosas, desde la producción del disco hasta cómo lo promocionabas. El hecho de no poder tocarlo en vivo, de hecho igual un poco por eso nace la idea de despedirlo en vivo, porque sentía que como salió en la pandemia nunca hicimos un lanzamiento, estaban las ganas de hacerlo pero no se pudo. Entonces de cierta manera se sentía como una deuda pendiente”, cuenta el artista a SACH.
El miércoles 3 de mayo será el turno de Santiago, en el Teatro Principal de Matucana 100. Concepción, la ciudad natal del artista, tendrá su fecha el viernes 5 de mayo en el Teatro Biobío.
— ¿Cómo te estás preparando para esos conciertos?
Estamos rearmando las canciones, armamos un formato de trío. Las canciones no van a ser exactamente igual al disco y eso igual me entretiene, es como una producción nueva que se hace para el concierto.
— ¿Cómo definirías este disco en términos musicales? ¿Qué lo hace distinto a las demás producciones de Arranquemos?
Personalmente estaba en una época bien densa, por eso el disco es súper oscuro y toda la parte visual es en blanco y negro, muy oscuro. Musicalmente, el mismo hecho de la pandemia hizo que trabajáramos el disco de forma súper in door, no había hecho discos así tan del computador, con tanto sintetizador y tanta electrónica metida entremedio. Creo que esa fue la manera en la que abordamos la música, junto a Cocó que fue el productor.
Una última oportunidad para vivir la experiencia de “El Poder del Mar”, un álbum nacido en el encierro que logró acercarnos, mediante la música, a esa inmensa sensación que otorga el océano, al que hoy podemos volver a visitar. Las entradas para Matucana 100 están disponibles en el sitio web del recinto y para el Teatro Biobío se encuentran en Ticketplus.