Escrito por Nicole Montano y Yorka Pastenes
Fotos por Nicole Montano (excepto Francisca Valenzuela que fue tomada por Benjamín Walker)
Que Valdivia tiene una escena musical con harto potencial es algo que se viene escuchando desde hace ya un tiempo, cada vez con más fuerza. El pasado fin de semana –el 1, 2 y 3 de diciembre siendo más exactos- la ciudad fue escenario de la primera versión de Fluvial, un festival local que busca reunir a artistas, sellos, productores y público en torno a la discusión sobre la industria musical chilena, esto acompañado del paisaje cultural valdiviano, uno de los ejes principales de la instancia.
Fluvial se desarrolló en dos grandes bloques: conferencias gratuitas realizadas en su mayoría en la carpa del Centro de Estudios Científicos y más de cincuenta showcases realizados en cinco locaciones distintas (tres locales y dos escenarios al aire libre) lo que permitía recorrer la ciudad y los espacios que han sido protagonistas de mover la escena valdiviana. Uno de los aspectos más interesantes del encuentro fue la presencia de una delegación canadiense en los conversatorios y en los escenarios por cinco bandas –Foreign Diplomats, Chocolat, Les Deuxluxes y Random Recepie– las que encantaron al público por sus impecables presentaciones.
JUEVES
Durante la mañana del día jueves comenzaron las actividades del festival con un ciclo de conferencias en la carpa del Centro de Estudios Científicos, una especie de invernadero gigante que recibió a todos los asistentes y los llevaba a un auditorio con todo lo necesario para desarrollar charlas de primer nivel. Se abarcaron temas de industria, sincronización y composición musical en los que participaron varios gestores y músicos chilenos que han pasado por nuestra historia. La fuerte presencia de las delegaciones internacionales invitadas, tanto en los paneles de discusión como en las demás actividades que tuvieron lugar fue una constante durante los tres días. Para los que no manejamos bien el inglés las charlas contaban con traductores en vivo para no perderse detalle.
El ciclo de presentaciones comenzó con Jorge Campos en el Museo Phillipi, ubicado en la costanera cultural de la ciudad, y siguió en Espacio en Construcción (EEC), Gaz Gaz y Bar Independencia, lugares donde, por cierto, se ha desarrollado buena parte de la escena musical local. De la jornada, destaco las presentaciones de Platillo Volador y Adelaida en Espacio en Construcción. En Gaz Gaz, los canadienses de Foreign Diplomats y Chocolat sorprendieron al público con presentaciones intensas e impecables. Bar Independencia tuvo a Bronko Yotte y de local a Bruno Betatti.
VIERNES
El día viernes comenzó a las 10 de la mañana con la conferencia “Modelos asociativos de la industria musical internacional” compuesta por panelistas desde Canadá, Brasil, España, Australia, Reino Unido y Chile –obvio, si no qué chiste-. Mención especial le doy a la discusión que se dio en la mesa “Mujeres en la Industria Musical”, donde un variado panel que incluía a una canadiense, brasileña y dos chilenas compartieron su práctica y experiencia en el mundo musical. Un punto importante fue el lanzamiento de la Política de la Música chilena que rige los recursos y esfuerzos públicos de esta área hasta el 2020, a cargo de las autoridades del CNCA y el Fondo de Fomento de la Música Nacional.
En lo musical, la ciudad jugó un papel más protagonista con el escenario al aire libre, a unas cuadras del centro se armó el Escenario Torreón Los Canelos, donde se presentaron Marineros, Perrosky, Victor Cifuentes y Francisca Valenzuela en una bonita postal que entregó el Torreón de Barro al atardecer a un costado del escenario. Un espacio íntimo, pero que contó con la gran participación de los asistentes en el segundo día de Fluvial. Las presentaciones paralelas continuaron en ECC, Gaz Gaz y Bar Independencia durante gran parte de la noche. De la jornada destaco a la banda Boraj quién cautivó al público con una música trance, pero llena de matices y colores, además de las presentaciones de Javier Barría –quien llenó el recinto y tuvo de invitada a la estupenda Natisú-, para luego cerrar con la presentación de Fernando Milagros. Así nos trasladamos a Gaz Gaz en donde los canadienses Les Deuxluxes regalaron una presentación salvaje y potente (yo creo que varias y varios nos enamoramos de Anna Frances, voz y guitarra del dúo) y los locales Fuma & Baila quienes hicieron vibrar al público, en especial Tagore, vocalista de la banda, quien hasta al público se lanzó.
SÁBADO
El día sábado entregó una de las conferencias más interesantes del festival: “Procesos de creación de canciones” tuvo de panelistas a Andrés Nusser, Perrosky, Camila Moreno, Mario Mutis y Carlos Cabezas, quienes compartieron con la audiencia sus procesos creativos en la composición de su material. Justo en el sector del helipuerto, en la Costanera de la ciudad, se montó el escenario Fluvial el cual apostó a ser el escenario principal del evento. Aquí tuvieron su presentación –entre otros- los valdivianos Newton Jones, únicos artistas locales en el escenario, y Karakoram, el nuevo proyecto de Andrés Nusser. Destacamos la presentación de Beatriz Pichimalen; fue un gusto escucharla en el escenario principal mezclando sus sonidos, timbres y mensajes en lenguas originaria con el cautivante paisaje que nos entregaba Valdivia junto al río. Justo después, Camila Moreno entregó una presentación cargada de emoción, la cual dedicó a la conservación del bosque nativo valdiviano y en la que destacaron activistas en el público con lienzos y mensajes. A esos de las 21 horas llegó Gepe para mostrar todo su regueton andino, en compañía de coloridas visuales y su brillante batería. Los valdivianos corearon y bailaron canciones como “Hambre” y “Bomba Chaya”. Los encargados de cerrar el escenario Fluvial fueron Los Jaivas, quienes repletaron el helipuerto de Valdivia demostrando una vez más porqué son tan importantes para Chile, por sus transversalidad, sonido y llegada al público.
Simultáneo al escenario Fluvial, en EEC se presentaron Camilo Eque, quién emocionó a todos con sus letras llenas de los paisajes que entrega la ciudad y de sinceridad, abrazando a todos con su voz y guitarra. Alvaro Zambrano y Los Chipitos de Chapultepec hicieron lo suyo en la última noche de Fluvial. La noche continuaba junto los valdivianos de Combo Chabela en Gaz Gaz quienes mostraron un gran nivel de show con una cumbia con mensaje y pasión, nos hicieron bailar con grandes canciones como “¿Cómo te explico?” y se mandaron un cover de “Arauco tiene una pena” que todo Chile debería escuchar, posterior a ellos siguieron los chicos de Qaleido. En el escenario 2 del mismo local abrían los chicos de Amarga Amarga que repletaron la sala y lograron enloquecer al público asistente, seguidos por las presentaciones de Club de Surf y Perrosky. En Bar Independencia, Random Recepie, Leche y Paulopolus cerraron el ciclo de presentaciones del festival.
Escuché varias veces en el transcurso de las jornadas el comentario “Oye esto es como el festival de cine pero de música”. Como valdiviana –nacida y criada, cuando todo era campo- creo que Fluvial fue una instancia mucho más inclusiva; la participación activa de todos los actores presentes –artistas, productores, delegados, público, etcétera- daba el pie para que todos pudieran compartir de una forma más transversal. Era así como, por ejemplo, después de tocar los artistas bajaban del escenario y tranquilamente miraban las demás presentaciones, con cerveza en mano y hablando con los asistentes. La organización espacial del festival nos permitió a todos recorrer la ciudad y, por sobre todo, los puntos donde se mueve la música en Valdivia; EEC, Gaz Gaz y bar Independencia son lugares donde siempre hay música en vivo, y en donde nosotros, los que participamos de esta pequeña escena, hemos ido más de un par de veces. Extrañé una presencia más fuerte de músicos locales, aunque quienes nos representaron hicieron una pega increíble. Como escribí por ahí, de Fluvial valoro el descentralizar, escuchar en un territorio lejano a la capital todo lo que el país y el mundo puede entregarnos; el invitar a viajar, a situarnos en otro contexto y valorarlo. Pero por sobre todo lo mejor es ver esos espacios tan familiares convertidos en escenarios importantes, aunque siempre fueron importantes.
Espero que el próximo año la experiencia sea igual y más fructífera que la de este año, sobre todo aprender de esos errores que pueden mejorarse –respeto a los horarios, más presencia local-, y que Valdivia se establezca de una buena vez como un nodo cultural relevante para el país.