Durante el Día del Respeto a la Diversidad Cultural en Chile del año pasado, más conocido como el Día de la Raza, fue lanzado el último álbum del artista nacional Alex Anwandter titulado Latinoamericana. El disco pretende visibilizar la identidad colectiva en un contexto social saturado por la migración y los discursos políticos que incentivan la discriminación.
El último álbum de Alex Anwandter, Latinoamericana, se lanzó el pasado 12 de octubre y fueron varias las reacciones que logró despertar. Si bien es discutible qué tanto se aleja de lo que venía haciendo con sus trabajos anteriores, y si le gustó a sus oyentes o no, esta obra demuestra que la carrera de Alex -que muchos pensábamos ya consolidada- se abre paso a las diferentes temáticas que marcan la agenda en nuestro país; y tal como lo dice su disco, en todo nuestro continente.
En una selección de 11 canciones, el ícono pop chileno hace un pequeño recorrido por sus temáticas más características: el ser y reconocerse gay en una sociedad mayormente homofóbica, la revolución contra los sistemas que oprimen la libertad de las personas, y las clásicas historias de amor y desamor que, a mi gusto, son relatadas de manera original. Sin embargo, suma una nueva temática que definitivamente hacía falta refrescar en la música nacional: la identidad colectiva. Y no, no hablo de nacionalismo, sino de aquello que el chileno poco se cree, ser latinoamericano.
Tal como da indicios el título del disco, la identidad latina que busca despertar Alex con este trabajo coincide con sus deseos, expresados en varias entrevistas, de volver a conectarse con algunas de sus raíces brasileras. Es por esto que dos de las canciones más interesantes del disco se encuentran en portugués, baladas poéticas de melodías relajadas y melancólicas que le entregan las notas más sólidas y menos sintéticas al disco. El resto de canciones en español, reafirman un discurso revolucionario, pero más centrado, pausado, retraído y consciente de los momentos históricos y el contexto político en el que nace, tanto en Chile como en los demás países al rededor.
Ahora, hablando de sonidos, llama la atención que, en algunas canciones, como “Malinche” y “No Te Puedes Escapar” se distinguen articulaciones típicas de música latina o folklórica, como palos de agua y bongós, que se mezclan muy bien con los sintetizadores, violines y pianos que caracterizan las creaciones más icónicas de Anwandter. No obstante, en el resto de las canciones desaparece este detalle, lo que decepciona un poco porque podría haber profundizado mucho más el concepto del álbum.
Es interesante de escuchar especialmente luego de sus colecciones anteriores, porque muestra un joven artista que avanza en su madurez tanto musical como personal, o es lo que al menos se aparenta. Comparado con Amiga, su álbum anterior, se percibe en este disco mucho más el relajo y descanso del pop rápido, enérgico y vertiginoso que venía tiñendo su música, llegando a ser catalogada la última entrega por algunos como “plana”. Pero es obvio que va a parecer fome un álbum si lo que conocíamos se sentía como una Red Bull antes de ir al gimnasio. Hay que saber cuándo escuchar qué, porque no me van a negar que todos tenemos una lista de música triste para llorar, o para medir nuestra existencia acostados en la cama, y otra para hacer aseo los domingos al medio día.
Ahora bien, algo curioso que me gustaría mencionar, es que las portadas de los dos últimos álbumes que mencionaba recién reflejan el concepto de cada uno. En Latinoamericana, podemos ver un fondo verde oscuro, con flores silvestres, letras de colores sobrios, y a un Alex serio y de negro. Transmite un estilo algo más elegante y retraído, pero no por ello menos fuerte; todo un contraste con Amiga, catalogado como “un grito de liberación y subversión” que combina con el fucsia y morado centrales de su portada. Ambos trabajos pensados hasta el último detalle.
De todas maneras, pese a las diferentes críticas, no le hace mal a un artista explorar sus capacidades creativas si el trasfondo sigue siendo el mismo: crear música que trascienda y entregue un mensaje. Variar de forma le permite descubrir el camino que desea recorrer y, tal como a un oyente común y silvestre, definir qué le gusta y qué no. Su música despierta, reactiva no sólo el cuerpo sino la mente, los sentidos, el alma, que es algo que tanto nos falta hoy.
Finalmente, escuché este álbum completo y en orden dentro de la absoluta paz y concentración que me entrega mi nuevo hobby: el bordado, y créanme que es un deleite acompañarse de tan buena música en momentos como ese. ¿Mi canción favorita? “Canción del Muro”. Y les aseguro que no es porque le haya encontrado una similitud con “Cordillera”, sino porque conmueve mi consciencia y mi corazón. Después de todo, creo que tenemos Alex Anwandter para rato, y en todos sus formatos posibles; y ojalá poder seguir disfrutando mis tardes de bordado con él, recordando quiénes somos.