Fotos por Agustín León
Muchas cosas pueden cambiar en 22 años. La irrupción del reggaetón y el trap son sólo una pequeña muestra de cómo ha cambiado el panorama musical chileno, ese que a fines de los noventas recibía al grupo Makiza desde la vanguardia, siendo el hip hop un género poco explorado todavía, más aún como espacio para una voz femenina protagónica.
El show de Ana Tijoux en el Caupolicán es una buena muestra de cómo se ha logrado adaptar en estas dos décadas de carrera, en un rol protagónico que ha mantenido desde los inicios del milenio hasta el día de hoy.
Si se pudiera resumir en una palabra la presentación de este sábado en el Caupolicán sería: Elegante. Los 7 músicos que la acompañan en el escenario le conceden a su show una impronta digna de la música afroamericana, paseándose por el soul o el funk con una comodidad impresionante. Su espectáculo es el resultado de esta amalgama de elementos de la música negra con raíces latinoamericanas, además de homenajes constantes a otros artistas chilenos
Su continuo apoyo a los movimientos sociales a lo largo de su carrera se ve también reflejado durante toda su presentación. Imágenes alusivas al movimiento estudiantil, al conflicto mapuche y a las movilizaciones feministas se van haciendo parte constante de su puesta en escena. Su activismo no se queda sólo en eso tampoco. Invita a representantes de la Aces y el Colegio de profesores en momentos claves de su show, como al momento de presentar “Shock”, indispensable en su repertorio.
Este, su show de despedida de Chile nos resume de forma maravillosa la carrera de la artista hasta el momento, junto con presentarnos también su proceso de cambio y sus influencias. Desde un orgánico remix de “Mi Verdad” con “No necesitamos banderas” de Los Prisioneros a una versión funk de “Señores pasajeros” de Los Electrodomésticos para acompañar la letra de 1977 logramos ver en su propuesta, junto con versiones íntegras de temas de Víctor Jara y Violeta Parra.
Continuos homenajes en la forma de músicos invitados, mensajes e imágenes proyectadas en el escenario. Álvaro Henríquez, Ismael Oddo, Hordatoj y Dj Dacel son sólo algunos de los nombres que fueron parte de la noche, que fue introducida con una décima de Daniel Muñoz.
La aparición de su madre para cantar Calaveritas y numerosas dedicatorias a sus hijos al momento de presentar sus canciones le añaden también este tinte emotivo al que sería su último show en mucho tiempo en nuestro país. Con una fuerte ovación (“ruido”, en palabras de Dj Dacel), Anita se despide de aquel Chile que claramente la echará de menos, pero que esperará con brazos abiertos su regreso.