Diversos talentos de la cantautoría latinoamericana se reúnen en «Brotes (Florecen)», el disco en que Benjamín Walker invitó a cantar en formato íntimo a Loli Molina, Natisú, Juan Pablo Vega, Alejandro y María Laura, El David Aguilar, Pedro Pastor y Tó Brandileone.
Cuando invitas a un amigx a tu casa es porque de verdad valoras esa amistad, te complementas con esa persona y finalmente comparten momentos gratos, de diversión y, por qué no decirlo, a veces se convierten en tus terapeutas más accesibles. Algo así pasó con «Brotes (Florecen)», el primer disco acústico de Benjamín Walker, donde el cantautor revisó las canciones de su último LP «Brotes», aquel que le permitió extender sus alas por el país, el extranjero e incluso una nominación a los Grammy Latinos.
Está esa frase (cliché) que dice que «los amigos son la familia que elegiste» y, en este caso, el cantautor escogió a un ramillete de artistas para que interpretaran junto a él las composiciones del álbum. ¿Las razones detrás de cada elección? Son variadas, pero entre todas prima la admiración mutua y la amistad. El propio Benja explica cómo se conoció con cada unx de lxs participantes y por qué les escogió:
1. Brotes (ft. Natisú)
A la Nati la conocí en abril de 2016. Junto a Gabriela Álvarez organizaban el ciclo “Mi Casa Es Su Casa”, un formato adelantado a los tiempos juntado gente en un departamento para cantar de forma acústica. En esa ocasión, era en el departamento de la Gaby y con la misma Natisú acompañando en el cartel. No había escuchado a la Nati cantar en vivo nunca antes, sentía plena admiración por ella por su disco “La Historia”, al que llegué gracias a estar trabajando con Felipe Cadenasso y Antonio del Favero en el primer disco de Hausi Kuta, “Variaciones”. Los chiquillos eran, además de amigos, muy fans de su proyecto y terminamos siéndolos también en la banda luego de escuchar su disco. Verla y oírla a voz y guitarra me entregó otra dimensión de su talento y confirmaba mi total respeto y admiración a ella como artista. Es difícil concentrar “anécdotas” respecto a la Nati, ha estado presente literalmente desde el primer año en que empecé a compartir canciones y me emociona verla presente en hitos a lo largo de esto: me acompañó en mi primer Matucana 100 junto a Javier Barría cantando “Celoso” (de mis momentos favoritos de la vida, confirmen esto en YouTube), colaborando junto a Hausi Kuta en la voz de “Valdivia” (insisto, vayan a YouTube), marchando juntes en el Chile convulsionado de octubre y ahora compartiendo los días en el mismo hogar. La Nati vive los principios más inspiradores de este oficio: la búsqueda por empujar la barrera de lo que conocemos, la exploración, la curiosidad, el ímpetu de hacer las cosas bien y mejores (dentro o fuera de la música), el respeto al conjuro que es una canción. Esto se cerró hace pocas semanas con ella, ambos en mi pieza, sintiendo y grabando el tema cerca del clóset para secar el sonido, después un capítulo de community en el living… colorín colorado.
2. Un Beso Más (ft. Loli Molina)
Conocí la música de Loli Molina por los amigues de La Vitrola, yo había grabado mi primera sesión con ellos después de publicar «Felicidad», y solían publicar de a tres artistas. Una de esas tres era Loli, que estuvo de paso por Chile y dejó un registro con los chiquilles de la canción “Hombre No” (se le ve al Antonio San Martín entremedio escoltándola). Creo que el audio de ese video fue lo único que escuché durante días! La tocada, la voz, el guiño a John Mayer, lo que genera Loli es de esos portales hacia otra dimensión que logran abrir algunas personas, ella es de ese planeta. Estuve atento a que volviera a tocar en Chile y se dio en una circunstancia absolutamente adversa: Chile jugaba un paso a la final de su primera Copa América contra Colombia, algo a lo que nadie nunca estuvo acostumbrado, y el show coincidía con el entretiempo en Club Amanda (un boliche del porte de Niceto, para que se hagan una idea les bonaerenses). Fui convencido de que iba a ser el único, pero antes que empezara a tocar llegó una segunda persona de público: mi querida Paz Court. Esa noche a mí no se me olvidará nunca, porque fue cátedra de sensibilidad, destreza y sobre todo OFICIO. Loli lo dio todo a pesar del bajón que significaba que estuviera todo Chile frente a una tele celebrando el paso a la final, pero para ella era irrelevante, ella se debe al conjuro de la canción y me quedó marcado indeleblemente. Con el tiempo terminamos conociéndonos en persona y esa admiración se convirtió en cariño y amistad. Digo que fue especial porque siempre quise grabar este tema con Loli, la imaginé mientras componía “Un Beso Más”, y por decisiones de producción decidimos con Javier Barría evitar feats dada la naturaleza profundamente personal de «Brotes»… pero cuando nació la idea de las colaboraciones acústicas esta era, por lejos, la que más claro tenía que quería hacer, y creo que se nota en el resultado. Mención especial a Nico Sotomayor y su arreglo magistral de cuerdas metálicas.
3. Que me lleve el mar (ft. El David Aguilar)
Conocí a El David Aguilar por la versión de “Eco” que grabó junto a Loli Molina -de quien soy fan- y recuerdo agarrarme la cabeza por la perfección de la canción. Supe tiempo después que se iba a presentar en el Cajón del Maipo junto a Rulo y tanta belleza ameritaba ir a conocerlo y, en el mejor de los casos, regalarle un disco… “Brotes”. Fuimos con el Nico Sotomayor y terminamos literalmente bailando samba esa noche entre vino y pizzas con el Rulo tocando un cavaquinho en el salón del local donde tocaron, nos conocimos y el disco quedó en sus manos (aunque diría que lo terminó escuchándolo por insistencia de Cristóbal De la Cuadra). Volvimos a coincidir tiempo después en los Grammys como nominados en la misma categoría, y ya saludándonos como conocidos aproveché de colgarme de él entre tanto ambiente ajeno. Esa noche terminó igual que la primera: entre vino, amigues y canciones en una pieza de hotel… Luego, como la vida ofrece buenas tramas de las que hay que hacerse cargo, David justo pasaba por Chile en la semana en que debutaba en nuestro primer Matucana 100 (diciembre de 2018) y básicamente no le dejé opción más que subirse al escenario a compartir una canción: “Que Me Lleve el Mar”. Ahí mandó la guata, simplemente lo escuchaba cantando el tema, tema en que ruego por calma, y quizás la calma estaba en la voz de David. Hay un registro en YouTube de ese momento y verán mi cara de felicidad.
La cosa es que llegamos a coincidir en mayo de 2019, desayunando unos tlacoyos en CDMX con Ulises Hadjis antes de subir al estudio de ambos a grabar un capítulo de su podcast “Núcleo Distante”. Venía hace un tiempo con ganas de reversionar las canciones de «Brotes» en su estado primitivo, voz y guitarra, y hacerlo con gente con quien las canciones del disco me juntaran. El feat estaba probado y teníamos la parafernalia de su estudio dispuesta. Salimos de ahí con esta versión hermosa, y fue el germen de este disco de colaboraciones, que más que nada es un agradecimiento -un capricho personal y quizás vanidoso- a las anécdotas y personas que me trajo «Brotes».
4. Luna del Desierto (ft. Alejandro y María Laura)
Conocí a Alejandro y María Laura por la mejor de las razones: una canción de Javier Barría: “Celoso”, de mis canciones favoritas del mundo. Sus andanzas los trajeron a tocar a Santiago y entre eso se dio una reunión en casa de Paz Court junto a muchos amigues, donde nos pudimos conocer en persona, de esas juntaciones que uno quiere salir a repetir corriendo después de este encierro.
Pasó un tiempo y tuve la inquietud de ir a tocar a Lima, le comenté esto a Cristóbal De la Cuadra -cosa que se ha vuelto costumbre- y este le contó a Alejandro, lo que devino en un WhatsApp invitándome a participar de su concierto de 10 años en el Teatro Nacional de Perú… vieran la belleza de teatro que tienen allá. Cris y Maria Garces iban a estar haciendo un registro y el panorama no podía ser más entretenido.
Viajé por primer a vez a Lima, y estuvo acontecido… pude ver a mi prima Maira Walker y su familia, que me recibieron con mucho cariño, y caí el primer día en cama por intoxicación por un ceviche, cosa que evidentemente llegué corriendo a conocer antes que cualquier otra cosa. Me subí al escenario a cantar con les chiquilles apenas pudiendo vivir jaja, pero el show que montaron, con invitades brutales como La Lá, Juan Ignacio Serrano, y el mismísimo Kevin Johansen, era algo donde había que estar y disfrutar… fueron y son pura inspiración. Grabamos esta versión de “Luna del Desierto” en su estudio horas antes de volver a Santiago, con puro amor, después de haber dado el concierto más hermoso demandante quizás de su carrera. Casi perdimos el vuelo con Cris y María por no salir hasta tener las tomas que queríamos (ta brígido el tránsito en Lima), pero el estrés valió toda la anécdota. Esos días en Lima los guardo en el cajón, mención a Lorena Blume que me acompañó cantando en mi debut y Carlos Cruzalegui por hacerlo posible, además de conocer gente colegas hermoses y talentoses. Perú las tiene todas.
5. Dejar & Amar (ft. Pedro Pastor)
La historia con Pedrito partió con un breve mensaje a través de Instagram de su parte, contándome que “germinó” escuchando «Brotes». Teníamos suficientes amigos en común como para que supiéramos uno del otro pero nunca nos habíamos comunicado… su mensaje es solo un pequeño reflejo del cariño y generosidad que abunda en este flaco hermoso.
En este caso fue él quien andaba viajando por la música, me contó que iba a pasar por Chile y aquí prestamos algo de ropa con algún back-line para su banda, puros capos. Lo impredecible fue el contexto en el que iba a llegar, pleno estallido social chileno, la calle en ebullición y los chicos teniendo que adecuarse desde la autogestión y el esfuerzo que significaba para ellos levantar un tour latinoamericano desde España.
Tocar no era obvio en esos días, un importante número de shows iban bajando, por respeto al ímpetu de esos días o simplemente por la incapacidad de llevarlos a cabo entre los enfrentamientos de Santiago y varias otras ciudades cuando llegaba la noche. No es fácil adecuarse con respeto a un proceso social así, menos viniendo de otro contexto social y geográfico, pero los chiquillos supieron hacerlo desde su amor y sensibilidad, se entregaron a donde hubiera que estar y nos regalaron un show lleno de recarga energética en Bar El Clan, con mi querida Sofía Viola abriendo el ritual, y con una juntación musical posterior en lo de Camila Vaccaro, tocando boleros en la cocina con Los Celestinos, noche pal recuerdo. Al día siguiente llegó Pedrito a Triana, la casa, junto a Jorge Fortune, que es parte de mi música, y lo que pasó ahí es lo que conocen, con la pandilla acompañando en el contrabajo y la guitarra, Robert Lebassdosky y Nico Sotomayor respectivamente, también el Lego Moustache con las plumillas en el cajón peruano.
6. Duelo (ft. Juan Pablo Vega)
Esta canción sirve de amuleto para revivir una semana que guardo con mucho cariño, una semana cargada de Bogotá y su cantautoría, de amigos y amigas, música nueva, ver la historia y una generación haciéndose cargo de ella. Al profesor lo precede su nombre y fue emocionante recibir un mensaje de él alguna vez luego de publicar Brotes, los lazos quedaron tendidos y se tomaron esos días en diciembre de 2019.
La razón del viaje fue el lanzamiento de un disco hermoso en honor a Rafael Escalona, al que fui invitado por el tremendo José Gaviria, re-versionando “El Almirante Padilla”, y por si no fuera suficiente junto a El David Aguilar, con quien nos reencontramos por esta misma ocasión en Colombia. Habiendo participado del lanzamiento, aproveché de quedarme unos días más, cayendo y abusando del amor y cariño de mis amados Lucio Feuillet e Ita María en su hogar. Cristóbal De la Cuadra y María Garcés estaban ahí como si nuevamente lo hubiésemos planeado, los chiquilles abrieron sus puertas para recibir a un montón de colegas talentosísimos -ahí nos pudimos conocer en persona con Juan Pablo-, pero también tuve la inesperada sorpresa de ver y escuchar el frente poderoso de creadores que está empujando Colombia, conocí (y grabé) con Briela Ojeda, los hermanos Nicolas Ospina y Juan Andrés Ospina, La Muchacha, mi amiga Silvina Moreno también coincidió esos días, el buen Daniel Castillo, las hermanas Las Áñez, y lo mejor: un festival de cantautoría feminista encabezado por la gran Marta Gómez, quién versó sobre Chile y su ejemplo para que en esos días viéramos las calles de una Colombia empoderada marchando (de eso y más pude aprender en un almuerzo que se prolongó un día entero con mi amiga querida Martina La Peligrosa y su hermana Adriana Lucía). La canción la preparamos en el depa de Juanpa, entre mezcalitos y un cuatro venezolano que le robé a Lucio y olvidé devolver (perdón). Le pedí a “mi lord” que llevara con toda libertad “Duelo” al lenguaje del reggae y la canción agarró una frescura insospechable, de mis favoritas.
7. Florecen (ft. Tó Brandileone)
A Tó Brandileone llegué gracias a la camaradería del oficio. El año pasado pasé a formar parte de un colectivo de cantautores latinoamericano llamado el Núcleo Distante, ahí me encontré con varios amigues y otros tremendos artistas que comencé recién a conocer. Al primero que busqué de curioso fue Tó porque es el único brasileño del grupo, y la música brasileña es quizás de las cosas que más me conectan con la vida básicamente. Así llegué a él y también a la banda donde participa, 5 a Seco, canciones que no he dejado de reproducir desde ese día hasta hoy.
Llegamos a conocernos en persona en enero de este año, compartiendo parrilla en el Festival Serenadas que se celebra en La Paloma, Uruguay. Este festival es básicamente un retiro cantautoril donde, más que los shows, la magia está en conocer y compartir. Literalmente hicimos rondas de guitarra hasta que amanecía, con otros tremendos músicos de todas partes, algunos de su banda como Pedro Alterio y Pedro Viafora, todos músicos brutales. Luego de escucharnos unos a otros hubo puro amor y admiración… “Florecen” era la canción que faltaba por versionar para cerrar el argumento del disco, y su invitado se me presentaba como obvio.
Lo que no esperaba era cómo iba a crecer esta canción en portugués con la traducción de To, la escucho y me emociono como si recién descubriera que puedo tocar un instrumento nuevo, la fonética y sonoridad de ese idioma toca fibras tempranas del amor a la música y fue un ejercicio de libertad permitirme hacerlo propio.
Mención honrosa a Jota Ampuero, creador del arte de los singles y del disco.