El pop explosivo de Princesa Alba se presentó este sábado en Feria Pulsar, logrando montar un show que traspasó la pantalla. Revisa la reseña acá.
Fotos por Felipe Prado
Chile y el mundo azotado por un resfriado letal, una industria cultural superviviente y sin Consuelo. Casi un año sin conciertos, pero esta semana se realizó la Feria Pulsar en Estación Mapocho con Princesa Alba como uno de los show principales de la jornada del sábado.
Abro mi correo y presiono “haz click para ver el evento”, aparece un reproductor en la pantalla de mi computador. Me acomodo en mi escritorio, saco mi libreta y aparece ella: melena pelirroja, pantalón de cuero, uñas soñadas. Comienza a sonar Mi culpa.
Hace diez meses no iba a un concierto.
Trinidad y sus bailarinas se acomodan para seguir con Hacerte mal, abren la toma y aparece un fantasma: la Estación Mapocho vacía. Se me vienen a la mente un montón de imágenes de la primera vez que fui a la Feria Pulsar. Los cantos en todas partes, los mini conciertos en los stands, tener la oportunidad de conocer a nuevos artistas y ritmos, además de poder disfrutar en vivo todas esas canciones que escuchabas camino a la u, trabajo o en la casa.
Debo admitir que en un comienzo me costó este nuevo formato de concierto, detrás de una pantalla y en mi casa , pero es el turno de Dame, el último single de Princesa Alba que solo a tres días de su lanzamiento ya acumula más de 76 mil visualizaciones en YouTube. Me descubro bailando en mi silla de escritorio.
A pesar de que estoy a cientos de kilómetros de la Estación Mapocho, Trini logra transmitir ese empoderamiento sobre la sexualidad femenina, algo tan necesario de plasmar y conversar sobre todo en época de pandemia, donde el sexting ha sido el único método de muches para no caer en la locura (¿acaso Dame es nuestro WAP chilean version? Espero que sí).
Mientras suena Summer Love, me lleno de nostalgia y un escalofrío me recorre la nuca. Vuelo al 7 de enero, a esos últimas semanas de libertad antes del brote de covid —a decir verdad, mentalmente, sigo en ese período del año— y a Princesa Alba en la Blondie amada con todo el estilo de una Spice Girl .
Recuerdo que el público asistente de ese día, no superaba los 18 años y de los tumultos que formaron para comprar merch pirata de mala calidad fuera de la Blondie, que de seguro, terminarían en las paredes de sus piezas o enganchados a sus mochilas escolares. Pienso en todo el capital cultural que se está llevando esta pandemia y la oportunidad que muchas adolescentes puedan formarse referentes femeninos. En cambio ahora, solo se divisan unos cuantos miembros del staff organizador y trabajadores de la música en las barandas del Mapocho que aplauden a muchos metros de distancia del escenario.
Suena Digital Angel, seguida de Me equivoqué y es tan notoria la nueva era en la que está Princesa Alba, dando cuenta del crecimiento, perseverancia y seriedad con el que ha construido su carrera que en un principio empezó como una broma y que hoy hace que llene cualquier lugar donde se presente, hasta un streaming.
Puede que suene muy mezquino de mi parte, pero hoy, al tener esta experiencia, me doy cuenta de que lo que más extraño de la vida real es ir a un concierto. Espero que pronto podamos ver a Trinidad en vivo, apretujados, sudados y como corresponde: perreando hasta abajo.