Foto por Hugo Hinojosa / @shicolugo
En torno a estas letras, mi libreta y siendo poeta poco poeta, dicto el concierto de la Brígida Orquesta. Un show lleno de prosa de la calle, cada segundo en el valle del Teatro Coliseo lo vale. Entre el cotidiano, septiembre y las rimas, la música sobre la tarima fusiona el rap con las melodías en versos de jazz, soul y funk, así se vivió el nuevo EP Canciones Sepia (2024).
Jueves 5 de septiembre, 19:45, frente al Teatro Coliseo. Las almas se cuentan con todos los dedos de cuatro manos, aguardando con paciencia la entrada. En los alrededores las mismas manos ruedan entre moledoras, papelillos y humo, otras orquestan con el metálico sonido de las latas que abren. Con las puertas abiertas, acreditación en proceso, se acerca un individuo en búsqueda de encendedor, era un colega.
Cuando enfilo la entrada, los jóvenes adelantes, nerviosos, ansiosos e iracundos producto de un ticket que no funcionaba, logran entrar luego de múltiples esfuerzos. Es entonces, que en plena revisión caen las cuatro partes de una moledora al suelo. Al menos estaba vacía, tal vez un poco de polvo mágico quedó en plena puerta del Teatro Coliseo.
En mi turno del control, perdería el encendedor, al rescate el mismo colega de antes obsequia uno de los que guardaba en su mochila.
Sobre el escenario los instrumentos inertes. Detrás, una pantalla que reproducía el partido de Argentina vs Chile era el teloneo que reunía a almas expectantes de un resultado favorable, no existió, más sí la entrada de la Brígida Orquesta.
Tan sólo minutos de que se empinarán los vientos de los bronces y los pulmones exhalando el humo, los protagonistas poblaron el escenario. La música desde lo más clásico, como Inconsecuencia, o lo más fresco y motivo de este concierto, su EP Canciones Sepia (2024).
En el comienzo del show cada canción mostraba el poder de la orquesta, como destellos espontáneos o resonancias lejanas entre los versos de Matiah Chinaski. Tal como el nombre del EP que convocó la banda, las transiciones visuales entre tonos anaranjados, rojos y la oscuridad misma inundaba la atmósfera de algo sepia; Ed Neidhardt primer saxofón, sopla las últimas hojas de canciones otoñales que ofrecen este nuevo lanzamiento.
El sonido de esta nueva música de la Brígida se inserta en un imaginario cargado de la nostalgia del soul, jazz y los versos picantes, realismo puro desde la narrativa y la rima del cotidiano.
Qué tan arriba es arriba, desde la melodía con rimas una planicie que se encumbra hacia una cúspide sonora liderada por trombón. “¿Cuánto cuesta?”, preguntó Matiah, mientras abyecto giraba hacia su compañero. Alfredo Tauber adueñándose con el viento en sus metales roncos un solo que vibraba en las almas de los espectadores. La canción, en los primeros estertores del show, caldeaba un público cada vez más entusiasta y febril, gritando y agitando cabezas arrimadas al ritmo de Felipe Salas quien desde atrás lideraba la frecuencia, compás y latidos de las almas presentes.
El tue tue, báilate este funk conmigo, sigue recorriendo por las venas como pimienta, cuerpos que por inercia vacilan un flow proveniente del disco Música para la inmensa minoría (2023).
Desde atrás de la banda, los ojos de Robert DeNiro acechaban al mismo tiempo como los tonos de las luces se convertían en azules, una cápsula de Taxi Driver acompañaba entre otras canciones a Si te busca. Gabriel Paillao con una melodía melancólica y notas que caen como una gota de piquero a la plana piscina infinita. Así como el verso cargado de pólvora del rapero Chinaski.
Con un trombón que simple vista parece barítono, Pablo Jara irrumpe en un escena oscura. Una resonancia intimidante y que en contraste con los ojos de DeNiro, acechan. Ojitos negros te acechan dice Matiah Chinaski.
Es el Corte Elegante (2018) inundando Teatro Coliseo, el álbum y canción homónima nos dice las 11 voces y 22 manos que conforman la Brígida. Las únicas cuerdas en el escenario las trae Tomás Alud. Querida o The Frask, dos canciones que resuenan en su alternancia con las voces son joyitas, del orfebre y sus metales, del literato y su letra.
Con Matías Aravena y Alejandro Mendoza en el saxofón, las trompetas de Fernando Carvacho e Ítalo Viveros La Brígida Orquesta en los últimos vientos del invierno, pasando agosto y lanzando su EP Canciones Sepia (2024), trae la melancolía del caminante urbano, en calles anegadas de versos, prosas y métrica del cotidiano; calles, pasajes, población en voces e instrumentos poetas, la última letra en rima cerrando la jornada vespertina, trino de lírica combativa y orquestas fundidas en la fusión de jazz, soul, rap y funk.