Por Gonzalo Millán
«La memoria del agua” es una película valiente. Cine chileno de calidad, profundo, adulto.» define el diario El Día.
«Es un intenso viaje emocional a partir de la historia de amor de una joven pareja que, tras la muerte de su hijo, busca mantener la relación.» comenta la página de la Cineteca Nacional.
En la última entrega de Matías Bize, vuelve a tratar temas de pareja, su especialidad, con este estilo propio que hace que no veamos otra cosa que una película Bizeana.
Cargada de primeros y primerisimos planos, con alguna que otra excepción, el exterior pasa a un plano poco relevante, aondandonos en la soledad y tristeza de los protagonistas, Javier (Benjamín Vicuña) y Amanda (Elena Anaya), luego de la traumática pérdida de su hijo Pedro.
fotografía espectacular, a cargo de Arnaldo Rodríguez, pareciese que tan sólo el sol ilumina majestuosamente todo el film, lo que hace que, a la vista, sea una secuencia de colores que ya hemos visto antes, que podemos encontrar en cualquier ciudad, llenando la película de naturalidad y cercanía.