El machismo llega a cada arista de nuestra sociedad y, lamentablemente, el mundo de la música no ha sido la excepción. En la actualidad las mujeres sobre los escenarios han logrado triunfar y ganar un lugar, en medio de una revolución feminista alrededor del mundo han podido desprenderse de tantas cargas patriarcales que por décadas han atormentado al género femenino. Pero, ¿Qué sucede bajo los escenarios? Son muchos los rostros anónimos que, como hormiguitas trabajando todas juntas, logran levantar un show a la perfección y que, lamentablemente, también han sido víctimas de estos estándares. El machismo bajo los escenarios también debe condenarse públicamente.
Roadie, iluminación, sonido, fotógrafos, managers y un sinfín de oficios que pasan desapercibidos, pero que tienen una importancia tremenda al momento de montar un show. En su mayoría son trabajos que han requerido fuerza bruta y, en consecuencia, han sido delegados durante años al género masculino, siendo el ambiente perfecto para que, si una mujer se quiere hacer partícipe, se le haga muchísimo más difícil. Catalina Pérez es tour manager de Santaferia, tiene 24 años pero nos cuenta que, antes de trabajar con la reconocida banda, comenzó sus pasos entre los técnicos. De hecho, estudió sonido.
“En mis primeras pegas, como a los 16, empecé siendo roadie, quienes montan y se llevan toda la carga. Ahí es mucho más notorio el machismo, porque creen que no vas a poder cumplir con todo, se burlan un poco de tu capacidad. Si la pega en la música es machista, aquí cuesta mucho más entrar siendo mujer”.
En esa línea, Camila Espínola, tour manager de La Combo Tortuga y personal manager de Cami, comenta que -al igual que Catalina- empezó en el área técnica siendo muy joven, aunque en vez de roadie, se dedicó a la fotografía. “Cuando empecé en esto me pasó harto que llegaba al show y me veían como ¿quién es esta niña? Y al momento de tomar las fotos, siempre quedaba atrás, entonces era un tema ahí. Afortunadamente, en mi pega actual no me pasa tanto”, cuenta.
La simpatía no es opción
“Yo soy otra persona fuera de mi pega, soy muy piola y ‘polla’, pero en la pega tengo otro carácter súper diferente, más fuerte”, afirma Catalina, algo que -pareciera ser- es un triste patrón de comportamiento.
Javiera Welt trabajó durante un tiempo como tour manager, lo que significó estar siempre en contacto con todos quienes arman un show en vivo. “Pasa mucho que llegamos a montar y probar sonido y nos miran como ¿quiénes son esas niñitas? Aunque después ven tu pega y cachan que sabes, pero siempre hay que demostrar que sabes, y ahí una se tiene que poner más firme”.
Camila Valdés, personal manager de Denise Rosenthal, coincide con Javiera. “Cuando empecé en esto era muy asistente del asistente, pero de igual forma debía llegar al escenario a exigir ciertas cosas y me miraban como ¿quién es esta niña que viene a mandarnos?”. Con el tiempo, sostiene, tuvo que cambiar mucho su actitud a una más pesada, incluso pasándose al otro extremo, para ejercer presencia en su trabajo. “Ahora estoy equilibrando eso, pero sí tuve que ser más pesada”.
Salta a la vista que la palabra niñita se repita con frecuencia. Según la Real Academia Española (RAE), cuando es usado como adjetivo, niño/ña significa “que obra con poca reflexión o con ingenuidad”. ¿Será así como quieren referirse a sus compañeras? Al parecer, la frase el lenguaje crea realidades podría aplicarse en esta ocasión.
Compañerismo entre compañeras
En medio de la invisibilización de las mujeres en el circuito musical, nacen diferentes colectivos feministas, como La Matria, Tramus, Udara o Ruidosa. De hecho, este último realizó un estudio sobre los porcentajes de mujeres que ocupan escenarios en festivales de Latinoamérica y los resultados fueron abrumadores. Por este informe, el parlamento argentino aprobó la ley Mercedes Sosa que garantiza un 30% de participación femenina en festivales, ciclos y programaciones anuales de música en vivo.
Sin embargo, estas se centran más en las artistas. En ese contexto, nace el colectivo Stage Ninjas, “una red para tecnicxs disidentes de la música en Chile”, como lo define su directora, Carolina Pérez. “Stage ninjas se origina desde la necesidad de que les tecniques tengamos espacio para reunirnos, tenemos un trabajo muy distinto al de les artistas. Llegamos dos horas antes y nos vamos dos horas después. Entonces se conocen menos nuestras problemáticas”.
Para su lanzamiento se conformó un panel de cinco invitadas que, entre preguntas hechas por la periodista Javiera Tapia, compartieron experiencias desde sus distintas labores en el rubro musical. Llamaba la atención que, a pesar de tener diferentes puestos de trabajo, coincidían en ciertos testimonios. “Muchas veces los hombres te tratan como “ay esta niñita”, te ven como tierna y, en consecuencia, inferior a él. Pero si una se pone más pesada y firme, pasa inmediatamente a ser la loca, la histérica. Eres una o la otra, casi nunca hay intermedios”, reflexionó María José Tapia, actual visualista de Gianluca y Los Tres.
Carolina Pérez comenta que Stage Ninjas propone generar el espacio para conocer a las compañeras del circuito musical y así generar lazos que permitan construir cosas más grandes. Además, de esta forma también se dan instancias para compartir conocimiento y experiencias previas, invitando así a más mujeres y disidencias a ser parte del mundo musical chileno, desde el área técnica.
Paralelamente, Red Muchacha también ha sido partícipe importante de este proceso de visibilización de las conductas machistas. En el año 2017 y luego de las publicaciones del reportaje “Cuando ella habla escucho la revolución” en el sitio POTQ, donde se denunciaron un sinfín de acosos y abusos sexuales en el circuito musical, un pequeño pero fuerte nicho de trabajadoras de la música quisieron reunirse para hacerle frente a tal situación. “Después de todo lo sucedido nos dimos cuenta que la respuesta de la contraparte, los hombres, nunca estuvo a la altura y quizás jamás lo esté. Así que nos agrupamos con el fin de conocer las mujeres que estaban en el circuito, poder trabajar juntas y dejar de exponernos”, determinó Bárbara Carvacho, una de las fundadoras de la red y actual editora del medio POTQ.
“¿Como meta a largo plazo? Ojalá prescindir de los hombres”. Una respuesta sin miramientos y que tiene una clara justificación: los hombres siempre están en todos lados, lo que implica muchas veces que las trabajadoras se topen con sus agresores. Para Red Muchacha, su mayor objetivo es poder tener una base de mujeres en la música tan amplia, que no sea necesario acudir a los hombres para desarrollar algún proyecto.
Por otro lado, Bárbara -periodista de profesión- también reflexiona sobre su lugar en la escena. “Muchas veces no te respetan, pero no sólo por el hecho de ser mujer y decirte “uy que linda esa polera” con una connotación sexual. No te respetan porque invisibilizan tu trabajo y te hacen sentir que no estás trabajando, que soy o eres una eterna estudiante de periodismo y que todo esto es un juego, cuando en realidad es mi pega”.
Asistencialismo y paternalismo
Según la RAE, paternalismo es “la tendencia a aplicar las normas de autoridad o protección tradicionalmente asignadas al padre de familia a otros ámbitos de relaciones”, mientras que asistencialismo se define como “concepto que suele emplearse respecto a la obligación de asistir a sus ciudadanos para satisfacer las necesidades básicas cuando las personas no pueden hacerlo por sus propios medios”. En ese sentido, no cuesta mucho imaginar cómo estos conceptos son llevados al día a día laboral de las mujeres en la música.
Caro Pérez, directora de Stage Ninjas, es también una reconocida sonidista en nuestro país, actualmente trabaja con Denise Rosenthal en sus shows en vivo y hace poco más de un mes hizo historia: fue la primera mujer en tener el mando de las perillas en toda la historia del Festival de Viña. Cuesta creer que siendo ya 2020 las mujeres aún tengas primeras veces.
Sin embargo, antes de marcar este precedente, Caro ha pasado por muchísimos escenarios a lo largo de nuestro país lo que la ha llevado a tener distintas experiencias. “En un principio me cuestionaron mi trabajo, pero nada muy grave o frecuente. Lo que sí me (y nos) pasa mucho es el tema del asistencialismo, esto de ayudarte sin haber pedido ayuda e impidiendo que la otra persona se desarrolle”. Afirma también que esto responde a un modelo patriarcal en el que se enseña a los hombres a cuidar a las mujeres, pero que de a poco se intenta romper.
La anteriormente mencionada María José Tapia, artista visual, nos cuenta que vive situaciones similares, puesto que por su trabajo siempre debe cargar muchas cosas. “Siempre me dicen “oye chica, ¿te ayudo?” mientras me quitan mi maleta de las manos, e igual entiendo su buena onda pero, ¿por qué chica? ¿Por qué me la quitan si no he respondido? Es una lata esto de acostumbrarse al paternalismo porque ellos creen que somos menos capaces en casi todos los ámbitos, y eso no es así.
Con diferentes trabajos y con distintos artistas, llama la atención que las entrevistadas coincidan en más de un punto. Hay un sentir constante respecto a cómo a los hombres visualizan el trabajo de sus compañeras; aunque puede ser un juicio generalizado, son los suficientes para creerlo así. Pareciera ser que la mayoría aún no logra entender y llevar a la práctica el hecho de que las mujeres son igualmente capaces, no es coincidencia que en distintos testimonios, realizados en diferentes días y lugares, la palabra niña se repitiera con tanta frecuencia, sobretodo en su uso diminutivo. Da la impresión que las mujeres deben de optar por adquirir características que comúnmente son asociadas a lo masculino para desmarcarse del niñitas y, así, ser respetadas por su entorno.
La oscuridad del machismo poco a poco debe aclararse, pues nunca más contarán con la comodidad de su silencio.