Es el primer productor musical del mundo, junto con Flangr, en crear música pop con sonidos de la Nebulosa de Orión, distante a 1.300 años luz de la Tierra.
Fotografía de Benja Sorich
Felipe Rosa es guitarrista, mixer y productor musical de 29 años radicado en Santiago, conocido como El Rosa. Entre otros artistas ha trabajado con Carolina Soto, Fran Mazu, Andreas Puyol y últimamente destaca por su trabajo con Flangr, produciendo sonidos de la Nebulosa de Orión en un proyecto musical único en el planeta en colaboración con el observatorio ALMA.
Comenzó a tocar guitarra a los 12 años después de insistirle hasta el cansancio a su madre para que le regalara una. Estudió en la Escuela Moderna de Música, para luego seguir estudiando Jazz y Blues con los eximios guitarristas Jorge Díaz y Jorge Vidal.
En el año 2014 fue invitado a co-producir el disco de Cristóbal Parada, junto a los productores Nicolás Alba y Pablo Stipicic. De ahí en más decidió dedicarse a la producción musical. Afirma, en conversación con SACH, que “cada canción es única y es también una extensión del artista. Me encanta conversar con ellos, conocerlos, saber sus gustos, saber sus opiniones políticas, sus romances, su forma de ver la vida. Todo eso es una canción.”
El desafío mayor llegó hace poco, cuando junto con Flangr produjo los sonidos de la Nebulosa de Orión, distante a 1.300 años luz de la Tierra. Material sonoro proveído por el Observatorio ALMA, el Radiotelescopio más grande del planeta con sede en el Norte Grande de Chile, y que se transformó por primera vez en música gracias a la producción musical de El Rosa.
Las canciones Nobody y Sorry de Flangr, estrenadas en 2020, son el fruto de una colaboración inédita, que mezcló por primera vez los sonidos del espacio exterior con la música indie y el pop.
¿Cómo se hizo? Observatorio ALMA reinterpretó las oscilaciones del campo electromagnético como si estas fueran ondas de sonido. Las ondas de sonido comúnmente vibran entre 20 veces por segundo (20 Hz) y 20 mil veces por segundo (20 KHz). Sin embargo, las ondas de Orión captadas por ALMA vibran en torno a los 100 GHz, es decir, un millón de veces más agudo que el sonido más alto audible por un humano.
Para crear sonidos a partir de estas señales, ALMA tuvo que convertir la información que trae el espectro en una señal de tiempo, es decir, en una serie de números que pueden ser interpretados como la amplitud de una señal sonora. Esto se realiza mediante una transcripción matemática denominada Antitransformada de Fourier. Luego el Observatorio tuvo que transportar el sonido 20 octavas hacia abajo (una octava es el intervalo de frecuencias que hay entre ocho teclas blancas cualesquiera de un piano, por ejemplo: entre una nota Do y el próximo Do más agudo o más grave).
El material fue entregado en una carpeta con más de 90 archivos de audio con duraciones variadas entre 1 y 7 segundos, de los cuales todos eran ruidos o sonidos muy extraños.
Los sonidos eran atonales (los tonos que no caben dentro de la escala de un piano con exactitud), por lo que el proceso de involucrarlos a la canción fue un desafío para ambos como productores: “usamos literal, como 50 efectos de audio para que esta cosa funcionara”, afirma Felipe.
Esta colaboración ha sido destacada por la prensa tanto en Chile como en Estados Unidos, al tratarse de una producción musical en conjunto con unos de los centros científicos más importantes del mundo y que fomenta la exploración de lo que, hasta ahora, desconocemos.
El Rosa website elrosamusic.me