Escrito por Vanessa Silva / Fotos por Jorge López C.
Unos cabros, estudiantes de primero medio en un colegio de monjas, deciden participar en un concurso de música y para ello eligen temas de Metallica. Entre el jurado una monja sale despavorida llorando al escuchar la interpretación de los chicos. Increíblemente y a pesar de eso ganan el festival. Este es el origen de “Quiltro” que después de un tiempo pasa a ser el juego de palabras que sí tiene que ver con el estero; Amarga Marga.
Definen su música simplemente como pop aunque es claro que el rock y punk completan su forma. Diré que no soy fan, insisto que no lo soy para que esto no parezca condicionado, de hecho tuve que estudiar para escribir con una mediana autoridad y, si bien, pasé buenos momentos entre EP homónimo y LP “Mi arma blanca”, no esperé lo que viví. Las puertas se abrieron a las 20 hrs y el show partió casi puntual desde las 21 horas en conjunto a la trasmisión en vivo de la radio universidad de Chile.
Lleno de efervescencia juvenil de adolescentes tardíos veinteañeros impacientes y reclamantes. Alguien sentenció en el evento de Facebook que nadie estaría sentado, nada más real hasta el final. Comienzan a tocar y como si hubiera habido un acuerdo de suicidio colectivo, todos de pie bailando y cantando lo más cerca que se pudo de la banda. Debo decir que nunca había pasado algo así en otros momentos viendo a bandas en Sala Máster.
Tres lienzos que hacen referencia a canciones, luces de flores y una proyección en el centro de la pared mientras un coro fanático baila las 3 primeras canciones del disco en orden. Calor asfixiante y los chicos no quieren dejarnos respirar. Saltan al tema 9 (“Turbulencia”) y luego el 10 («Tus Años luz”) con una clara intención de mantener la energía del show bien arriba.
Gracias a “Déjame calmar” -canción con sonido ondero- se contiene la euforia, generando un coro natural de aplausos y, en un segundo, todos estamos en un estadio siendo parte del público de esos DVD’s de bandas ”live in…” que tanto nos gustan.
“Tan tuya” y “Cerro/cerro” dos hitazos con coro general e Insisto en que el calor dentro la sala fue sólo para verdaderos fanáticos religiosos comprometidos, de hecho, hasta ahora no puedo encontrar otro defecto a la experiencia.
No podía faltar un Invitado: Leo Saavedra (ex Primavera de Praga) en “No me levanto”, aportando con el teclado al momento de virtuosismo musical de la noche. “Bien arriba” propone el momento íntimo y dulce. De pronto todo se llena de inocencia y nos sentimos alegres y relajados. Leo se retira.
Con aproximadamente 45 minutos de show termina la trasmisión en vivo de la radio y cual cabros chicos sin papás vigilando, se decreta la libertad total. “Puerto Muerto”, un tema re pedido por el público fue el tema más psicodélico del show, que si me dicen que no está inspirado un poco en Los Jaivas, no lo creo.
La que cierra el disco y la noche fue “20/20”. Despegué de mi zona de confort, fui en medio del escenario, bailé, canté y sonreí cuando vi globos sobre mí; pensando en que tal vez algo parecido generaban los jóvenes Beatles en vivo y que cual Marc Anthony “valió la pena” verlos en vivo. Valió la pena que Diego y Felipe dejaran la U sintiendo que, tal vez, esa bandita del colegio fue el origen de la decisión que los identifica como músicos.