Fotos por Valentina Palavecino
No por nada fue una de las bandas con mayores conciertos a lo largo del país durante este verano. Una gira, que en estos momentos da paso a las fiestas universitarias, y que celebró su popularidad en Lollapalooza, que cada versión se abre a más géneros musicales y no a lo «alternativo» propiamente tal. Luego de años intentando encontrar su esencia musical, finalmente Moral Distraída dio en el clavo con ritmos tropicales y caribeños, un estilo que logró acaparar a más personas dentro de ese horario en los tres días de festival.
Lo que hicieron estos muchachos el domingo 18 de marzo en VRT Stage, comandados por los carismáticos hermanos Abel y Camilo Zicavo, fue interesante. Para poner en contexto, personalmente, soy un completo desconocido de su música. Cuando comenzó su show estaba en la zona de prensa. Comienza a sonar «Probarlo Todo» (el único reggaetón de su discografía… hasta el momento) y los gritos del público (principalmente femenino) fue gigante. Ahí empecé a comentar con colegas lo que estaba pasando y algunos decían como: «qué lata la Moral» o «era esperable, es su público: cuicos». Yo decía, «loco, escucha al público». Salí para ser parte de esa multitud.
Independiente del tipo de público, hay que destacar que esto no se trata de una simple moda universitaria o el «boom» del momento en las radios nacionales. También son muchachos, que igual que varias bandas, fueron probando distintos estilos durante su carrera y luego de varios intentos, finalmente, dieron en el clavo con su tercer EP de 4 canciones titulado «Hacerlo de día», donde se desprende el hit del mismo nombre que fue coreado de principio a fin, y los restantes «Sencillo», «Recreo» y «Que Pasará». Desde esa publicación la popularidad fue ascendiendo poco a poco.
Su sencillo más reciente, «Canción Bonita», habla de lo monótonas que pueden resultar muchas canciones de la radio y que -con intensión o no- los involucra a ellos también. Probablemente por lo mismo, muchos de los colegas periodistas no les llama la atención o ni siquiera atinan a mover de su puesto y ver lo que estaban haciendo en el escenario. No los juzgo, es cosa de gustos.
Lo que me motiva principalmente a hacer esta reseña es señalar que la música chilena -y la música en general- está llena de colores, mixturas, sonidos y públicos, y no porque a estos artistas lo escuche «cierto tipo de personas» (que estoy en desacuerdo, porque tengo amigos que escuchan a Moral Distraído y no son para nada cuicos), signifique sea mala. Para nada. Llevar ritmos latinos a un festival donde mayoritariamente está asociado a otros géneros es un gran mérito y no hay que negarlo.
Por último, me encanta cuando un artista manifiesta su opinión sobre ciertos temas sociales y contigentes. Ellos fueron un ejemplo, de partida, Abel Zicavo tenía puesta una polera con la imagen de Gladys Marín, militante histórica del Partido Comunista, como también al final de su canción «Qué Pasará» proyectaron en sus visuales #MatelunaInocente, en apoyo al ex frentista Jorge Mateluna quien está acusado por el asalto a un banco.