// Reseña por Panchö Ugarte – Fotos por Andie Borie //
La noche estaba muy helada en Ñuñoa, era sábado y mi cuerpo lo sabía. Llegué a la segunda función que hacía Pedropiedra junto a la banda. Entré al recinto, ahí sonaba el disco de Planeta no; el escenario iluminado y las tiras de luces eran el elemento conector decorativo de la fotografía que se tendría en esa jornada. Todo parecía estar en orden respecto a lo técnico, había mucha paz en el ambiente. Era la SCD de Plaza Egaña, en el hito de despedida del músico guitarrista Felipe Castro (Felicaster), que tras cinco años deja la banda para ir por nuevos horizontes a México.
Luego de escuchar la prestigiosa locución previa a cada show que se hace en la SCD, entran los músicos; los «¡Wuoh!» del público adornaron los aplausos. Pedro habla expresando que no se van a cometer los mismos errores vividos en la primera función. Se aprendió de aquello y visualizaron la verdad; «no eran 120bpm, sino que eran 117bpm»*.
En eso comienza a sonar «Vacaciones en el más Allá». Era difícil mantenerse en el asiento. En un momento éramos muchos los que estábamos bailando sentados en esa corrida de butacas. Pasaron un par de hits como «Lluvia Sobre el Mar», «Las Niñas Quieren»… Hasta que Pedro como un buen profeta, dice a todos que había algo que no podíamos olvidar: “es sábado por la noche”, así comenzaron a sonar los samplers de la cumbia al más puro estilo de Bomba Nuclear. Ahí, en ese preciso momento, no se pudo más y todos los asistentes se pusieron de pie para bailar y cantar hasta el fin del show.
Tras interpretar las cumbias de la muerte, se anunció que por la salida del guitarrista, llegará el músico nacional Leo Saavedra para cubrir su función. En eso lo invitan al escenario a tocar el bajo y a cantar una de mis canciones favoritas del grupo Los Tres: ‘No me falles’ (Leo debutará como músico de Pedropiedra el sábado 12 de mayo en Bar El Clan, ojo ahí). Tal como dijo don Pedro: “No todos los días llega Leo Saavedra a tocar a tu banda”, pos otsea.
Me llamó mucho la atención que Pedro estuvo paseándose por el escenario constantemente, en donde a veces tomaba una baqueta y le pegaba a un plato con toda la técnica maravillosa de baterista, también se iba al teclado y apoyaba con frecuencias bajas, así como siendo un tercer brazo del tecladista. Además me gustó el manejo de samplers, ya que los iba tocando mientras cantaba, y haciendo bases hip hopers como en la intro de Las Niñas Quieren. Así mismo apoyaba con elementos de percusión; panderos y shakers (esto es muy bonito, porque estas percusiones tomaban un protagonismo muy rico cada vez que aparecían. Se hacían notar mucho, ya que Pedro los tocaba cuando no cantaba y les ponía su micrófono, logrando así resaltar el sonido y complementándose con efectos de audio).
Por otro lado, debo destacar la participación del bajista Jorge de la Selva, quien con mucha elegancia mantuvo el groove en todo momento, con un uñeteo limpio y seguro; además siento que tiene algo así como un súper poder de frontman que hace participar al público aplaudiendo, moviendo los brazos o simplemente animándolos. Para qué hablar de su alta calidad vocal; creo que realmente es el elemento musical perfecto para la música del señor Subercaseaux.
La banda salió de escena despidiéndose entre aplausos y gritos que pedían más canciones. En lo personal, no comparto la tradición de los bis en shows musicales, siento que no son más que un simple placebo. En eso los chicos vuelven a sus puestos, pero esta vez junto a Catalina Rojas, guitarrista y cantante, que ya había interpretado la canción «Todos los Días», justo antes de aquel bis. En eso Pedro se acerca a Felicaster, así como recién acordándose que son las últimas canciones que tocarían juntos por un buen tiempo, y dice: “se nos va Felipito por la chucha”.
En ese ambiente de gratitud y catarsis musical cierran con una de las canciones emblema de la música chilena; «Inteligencia Dormida», que por lo demás es una de mis canciones favoritas y se la sabe hasta mi tío que vive en el sur <3.
*bpm: beats por minuto, o cantidad de pulsaciones que caben en un minuto. Es la unidad que permite medir la velocidad de una canción.
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